La rueda arrancó dubitativa, pero a medida que nos acercábamos al mediodía y sin noticias capaces de justificar una suba, los precios de las acciones comenzaron a desbarrancarse. Quince minutos después que el sol pasaba por el cenit, el promedio industrial se desbarrancaba 2,36%, mientras el NASDAQ, como venía haciendo durante toda la semana, caía mucho menos, apenas 1,66% (pero lo suficiente como para establecer un nuevo récord de mínima en más de un lustro). A partir de ahí, sin más argumentos que la aparición de los tradicionales "compradores oportunistas", los precios comenzaron a recuperarse, especialmente los de los papeles tecnológicos, y para cuando sonaba la campana de cierre, el Dow había reducido su merma a 0,14%, quedando en 8.801,53 puntos, en tanto el NASDAQ ganaba 2,11%. Como tantas veces cuando estos dos índices se mueven disociados, la verdadera dirección del mercado la mostró el S&P 500 ganando 0,75%. Tal vez lo más notable de la jornada fue el impresionante volumen operado en el mercado tradicional, que llegó a poco más de 2.000 millones de acciones (en el NASDAQ se negociaron unos más normales 2.300 millones). A diferencia de otras veces cuando este nivel de volúmenes suele indicar movimientos para la cobertura de posiciones de venta en descubierto, esta vez se trato más que nada del arbitraje entre los sectores que más han estado perdiendo y los que más ganaron en las últimas semanas. Desde ya que hubo papeles con motivos puntuales para ganar, como Yahoo! y Kodak, o para perder como Britol Myers Squibb, pero lo cierto es que la jornada terminó dejando más que nada el gusto a un día en que el mercado se reacomodó un poco tras una larga paliza.
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