19 de septiembre 2017 - 00:00

A rodar

A rodar
 • El periodista recibe un WhatsApp de un ejecutivo de una automotriz. Tiene un adjunto con las declaraciones de Marcos Galperin. Por si hay algún distraído, el dueño de Mercado Libre alertó días atrás por las serias consecuencias que podría tener en la Argentina, en materia de pérdida de puestos de trabajo, la reforma laboral que lleva adelante Brasil. En el mensaje, también, envía un comentario: "Todos pensamos lo mismo. La diferencia es que algunos se animan a decirlo en público y otros no". El periodista, enseguida, busca confirmar su presunción.

- ¿Me estás diciendo que peligran inversiones y que hasta se puede mudar alguna línea de producción de la Argentina a Brasil?

La respuesta no tarda en llegar.

- ¿Por la reforma laboral de Brasil? Claro que sí. Lo que dice Galperin es así. Cada vez somos menos competitivos. No sé si se va a trasladar producción que ya está, pero a la hora de renovar, mmm...



• Todos los sectores parecen estar alcanzados por este presagio, pero el automotor es, sin duda, uno de los más sensibles ante cada estornudo del país vecino. Su crisis actual -que ya lleva al menos tres años- significó el derrumbe de las exportaciones de 0k m argentinos; era el mercado casi excluyente de las ventas externas. En los años dorados, el 70% de la producción local era absorbida por el socio del Mercosur, un dato que muestra la importancia de la relación bilateral. Brasil pasó de un mercado de más de 4 millones de autos a tan sólo 2 millones. Y la Argentina sintió ese impacto. También lo sintió por el flujo inverso. No sólo dejó de exportar sino que comenzó a aumentar las importaciones de ese país necesitado de colocar, donde y como fuera, su producción. El festival de bonificaciones en las concesionarias argentinas es la consecuencia de esa avalancha. Así, en agosto se registró un hecho inédito: los 10 modelos más vendidos en el país, vienen de fábricas brasileñas. Sólo algunas versiones de un par de ellos también salen de plantas nacionales.



• Por eso las palabras de Galperín retumban con tanta fuerza en las terminales locales. Con un Brasil más atractivo para los inversores y una Argentina que no logra mejorar su competitividad, el futuro es incierto. El estudio que la consultora Bain & Company elaboró para ADEFA señalaba que, por distintos factores, producir un auto en la Argentina era un 25% más caro que en Brasil. Esto, antes de la reforma laboral brasileña. ¿Cuánto será una vez que esté completamente implementada?



• Mientras el futuro es una incógnita, hay datos del presente que preocupan. Si bien es cierto que hay inversiones en marcha, hay dos automotrices que están luchando para la radicación de nuevos modelos. Una pelea difícil. Una de ellas ya tiene confirmada que no renovará la producción de la próxima generación de un modelo que hace muchos años viene fabricando. Nos reservaremos el nombre aunque ya es conocido en el mundo automotor. La empresa no lo oficializó y no hay mérito en machacar sobre algo por el que están en juego cientos de puestos de trabajo. Al no tener el foco puesto en este modelo, la terminal está ahora en la negociación de otro proyecto industrial a cambio del que se va, pero el tema del costo argentino lo está complicando



• El otro caso es distinto. Se puede personalizar porque la empresa habló públicamente. Tal vez demasiado. Se trata de la inversión de Volkswagen para la planta de General Pacheco, una información que fue primicia de este diario hace 15 meses. En estos días hubo novedades desde Frankfurt. Confusas. Mientras el presidente de VW Argentina, Pablo Di Si, hablaba en potencial y sin dar demasiadas precisiones respecto del denominado proyecto "Bala de Plata", el sitio brasileño AutoEsporte publicaba una entrevista con el CEO de la filial de ese país, David Powell, quien confirmaba la inversión y hasta revelaba el modelo concreto a fabricarse en la Argentina y otros planeados para Brasil, en el marco de la estrategia regional. La contradicción provocó tal revuelo interno que rápidamente VW Brasil difundió un comunicado negando que su presidente hubiera realizado esas declaraciones. Como sucede tantas veces, se culpó al periodista que, en este caso, o tiene una imaginación frondosa, ante el nivel de detalles, o el diálogo existió y se lo niega. Es más creíble la última opción. Los directivos argentinos de la marca que estaban participando del Salon del Automovil en esa ciudad alemana se preocuparon para que la desmentida se conociera en el país ante el impacto que había provocado. El problema es que otro alto directivo del grupo, Frank Welsch, director de Desarrollo de Producto de la automotriz alemana, hizo declaraciones que volvían a asociar un SUV como el Tharu con la Argentina. Muchas coincidencias. Esta comedia de enredos esconde el problema que tiene el país para definir inversiones por la falta de competitividad. Hay mucho recelo y las decisiones toman más tiempo que en otros países. Ámbito Financiero adelantó este proyecto el 24 de junio de 2016 y lo ratificó un par de semanas después. Di Si confirmó que estaban tras la inversión en octubre de ese año, volvió a hablar entusiasmado porque ya tenía elegido el modelo a producir en febrero pasado y hubo otras confirmaciones en distintos momentos. La más reciente, al sitio argentino Autoblog, desde Frankfurt. Pero, inexplicablemente, después de tantas referencias, aún no se logra hacer el anuncio oficial. La última información confiable que pudo obtener este diario de una importante fuente de la empresa, hace poco más de un mes, es que la firma necesaria de Alemania para autorizar el proyecto no se había estampado. No es poca cosa. Aún con tanta dilación, todo hace pensar que finalmente habrá luz verde y la automotriz disparará su "bala de plata" (y, Ámbito tendrá la confirmación definitiva y esperada de la primicia). Lo contrario sería catastrófico. No para Ámbito. No se recuerda un caso como este, en el que desde junio del año pasado se habla de esta inversión, cada periodista que tiene la suerte de entrevistar al presidente de VW lo consulta sobre el tema y, todavía, reina la incertidumbre. Por eso, el diálogo por WhatsApp con el ejecutivo, preocupado por las palabras de Galperín y el costo argentino, terminó con una pregunta lógica.

- ¿Entonces, las dos automotrices que tienen dificultades para que les aprueben nuevas inversiones, están empezando a sufrir las consecuencias?

- Sí.

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