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Bajo la sombra de Chávez, regresa reforma de bancos

Amado Boudou, Néstor Kirchner, Paolo Rocca
El cooperativista, que dirige el banco Credicoop -entidad que se convirtió en terminal de operaciones que antes recalaban inevitablemente en el banco Macro de Jorge Brito- también conversó el tema con Cristina de Kirchner en el viaje que compartieron a Cuba.
Es más: Heller ocupó a un equipo de colaboradores a redactar, a modo de Biblia, los «tips» sobre los que debería -a su criterio- incluir una reforma de la Ley de Entidades Financieras. Dato: Heller fue, en estas horas, una de las pocas voces que respaldó la estatización chavista.
Las recurrentes críticas de Kirchner a los bancos, el aterrizaje de Amado Boudou en el directorio del Hipotecario, y el lanzamiento de una línea de crédito a través de esa entidad otorgan solidez al modo, brutal, con que lo expresó Parrilli: ir «por los bancos», dijo.
Todas las terminales, se sabe, remiten a Boudou a quien se supone, luego de la elección de junio, como «superministro» de Economía: no sólo en reemplazo de Carlos Fernández sino, además, preservando el manejo de la ANSES. Ni Domingo Cavallo, en su cenit, lo logró.
«El oasis de la ANSES no es inagotable», dicen en el Gobierno sobre escenarios posibles para un futuro mediato donde los fondos de los jubilados ya no serían suficientes para mantener activa -es decir financiada- la maquinaria estatal.
Desmentida
Ayer, Florencio Randazzo, puso la voz para desmentir la eventualidad de contagios vernáculos a las repetidas avanzadas de Chávez sobre empresas privadas en Venezuela, mientras Julio De Vido inició contactos y se programa un primer mano a mano diplomático.
No bastó, sin embargo, para apagar los temores ni las críticas, ni mucho menos las demandas para que Cristina de Kirchner interceda ante Caracas. No contribuye lo que circula en reserva en otras usinas K y sugiere poner el foco sobre Repsol. El fantasma del contagio.
Otras visiones, más moderadas, se esfuerzan por encontrar en este capítulo de la novela negra Chávez vs. Techint un resquicio para entrever beneficios: que el impacto de la medida chavista en la política interna, sirva para que el matrimonio deba despegarse del venezolano. Puro entusiasmo.
Lo mismo le ocurre a Hugo Moyano, que se resiste a ver a Chávez como un peronista en versión tropical como se autoproclama, y lo refuta con la doctrina partidaria en la mano que, leyó, no contempla las estatizaciones unilaterales. Intriga demasiado su entusiasmo por la propiedad privada.
Mensajero curioso el camionero: detrás de su sonrisa esconde quejas por el trato que le depara Kirchner -no olvida el día que le ordenó callarse cuando propuso negociar con el campo- pero opera, en paralelo, como vocero de las pretensiones continuistas del patagónico.
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