8 de agosto 2013 - 00:00

Bella y apacible inmersión en el mundo de Renoir

Con una fotografía digna de sus cuadros, “Renoir” retrata al artista en el ocaso de su vida pintando y disfrutando la belleza de una nueva modelo, y la fugaz visita de los hijos mayores.
Con una fotografía digna de sus cuadros, “Renoir” retrata al artista en el ocaso de su vida pintando y disfrutando la belleza de una nueva modelo, y la fugaz visita de los hijos mayores.
"Renoir" (id, Fr., 2012, habl. en fr.); Dir.: G. Bourdos; Guión: G. Bourdos, J. Tonnerre, M. Spinosa; Int.: M. Bouquet, C. Teret, V. Rottiers, T. Doret, R. Bohringer, M. Gleizer, L. Poitrenaux, A. Heimburger, S. Goudal, S. Rigot.

Provenza, 1915. En su casona de campo cerca del Mediterráneo, el viejo artista sigue pintando pese a una severa artritis. Rodeado de mujeres que lo cuidan, disfruta la belleza de una nueva modelo que acaba de llegarle, y la fugaz visita de los hijos mayores, heridos de guerra. El más chico es, por el momento, un salvajito resentido. Todos, cada uno a su modo, extrañan a la finada señora Renoir. Pero frente al paisaje bien cabe la reflexión del artista: el dolor pasa, la belleza perdura.

Esa es, en parte, la filosofía del personaje y de la película. Una tranquila y hermosa inmersión en su mundo, con una fotografía digna de sus cuadros. Un deleite, el tratamiento de la luz, las composiciones y los colores de Mark Ping Bing Lee, el mismo que años atrás hizo la fotografía de esa joyita llamada "Con ánimo de amar". Su trabajo evoca perfectamente al Renoir postimpresionista de aquellos años, y se equipara al de Bruno de Keyser para "Un domingo en el campo", de Bertrand Tavernier, también sobre un viejo pintor de la Belle Epoque (en ese caso, ficticio) que recibe a su joven y moderna hija.

La modelo de este caso no será tratada precisamente como una hija. Es una viborita de piel fascinante, desparpajo y arranques de histeria que las demás mujeres (modelos cuando jóvenes) deberán controlar. Por su parte, ella querrá manejar al hijo del medio, Jean, para que sirva a sus ambiciones: quiere ser estrella de cine.

Gilles Bourdos, autor del film y natural de la zona, supo transmitirnos hermosamente el encanto y los tiempos de ese lugar al que llegaban solo los ecos del mundo en llamas que iba a cambiar casi todo. Lo ayudaron Jerome Tonnerre, veterano guionista, el venerable Michel Bouquet, que a los 87 años ha hecho su más hermosa actuación, Christa Theret, ella misma hija de pintor y modelo, y Vincent Rottiers, que compone a un Jean Renoir más bien parecido a Jean Gabin. Se entiende: Gabin fue en muchas películas el alter ego de Renoir, que era más gordito. El cine y cierta pintura embellecen a la gente.

Algunos datos sobre la familia. La modelo, que en la vida real apenas tenía 15 años, pasó al cine como Catherine Hessling, dirigida por Jean. Cuando se pelearon, ella fue decayendo y él se convirtió en un gran maestro. Su hermano menor, Claude, alias Coco, fue héroe de la II Guerra Mundial y artista de la cerámica, como el padre cuando joven. El mayor, Pierre, se hizo actor y productor de cine. El sobrino, hijo de Pierre, también se llamó Claude, debutó como director de fotografía junto a su tio en "Un día de campo" (delicia donde ambos evocan paisajes del pintor) y alcanzó la cumbre con "Los amantes de Teruel", cine-ballet de Raymond Rouleau con Ludmila Tcherina y música de Mikis Teodorakis. El hijo de este Claude, Jacques, también fotógrafo, es quien recopiló las memorias familiares que sirven de base al "Renoir" que ahora vemos.

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