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Bello mural de Berni volvió a cobrar vida en el Malba
La presidenta de la Asociación Amigos de Malba, Silvia Braier lo descubrió en San Miguel y consultó sobre su autenticidad y relevancia con Marcelo Pacheco, entonces curador del Museo. Lo cierto es, que, pintado alrededor del año 1940, luego de un viaje a Bolivia, el "Mercado colla" supera en atractivos otros murales de Berni que sobreviven en el tiempo. Como señala la curadora Victoria Giraudo, la obra pertenece al período del Nuevo Realismo, "por el carácter indigenista, la visión de la realidad social norteña y la manera de componer el espacio, de narrar una historia que está aconteciendo, con primeros planos a la manera del cine, donde diferentes acciones se suceden al mismo tiempo en una perspectiva combinada".
Es indudable la filiación del mural del Malba con el que en el año 1932 David Alfaro Siqueiros pintó en Los Ángeles, en la casa del cineasta Dudley Murphy, autor del "Ballet mécanique".
En 1933, junto a Juan Carlos Castagnino, Lino Enea Spilimbergo y el uruguayo Lázaro, Berni había colaborado en la ejecución de "Ejercicio plástico", el célebre mural que Siqueiros realizó en Don Torcuato. En 1944, el rosarino, Spilimbergo, Castagnino y Demetrio Urruchúa, fundaron el Taller de Arte Mural que con afán ornamental pintó la cúpula de las Galerías Pacífico, obra que se tiende a valorar como la expresión máxima del muralismo argentino. De hecho, es el legado más visible de los herederos de Siqueiros, pero la verdadera influencia del mexicano, en obras con contenido social y político, debe rastrearse en Rosario. Gran parte de esta producción se ha malogrado o perdido y sólo quedan algunas fotos, pero la aparición de "Mercado colla" brinda un estímulo a la investigación.
Siqueiros dictó en 1933 tres conferencias en Rosario, habló de su obra "con absoluta sencillez y de una manera cálida y fervorosa", señalaron los diarios. Expulsado de la Argentina, Siqueiros le había escrito al "Camarada Berni": "Temo mucho que con mi partida aparezca un período de inactividad absoluta. Vos sos en mi concepto el único camarada que puede activar aquí el desarrollo de los equipos de plásticos adictos al partido". Para que cumplieran su cometido, el mexicano dejó dos brochas de aire, imprentas y algunos moldes. En 1934, Berni fundó el Nuevo Realismo, un movimiento comprometido con la realidad latinoamericana en lo estético y en lo ideológico, y pintó "Desocupados", su primer cuadro de gran formato. Ese mismo año, influenciado por los sindicatos de artistas mexicanos, creó en Rosario la Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas Plásticos.
En este contexto, Juan Grela documentó fotográficamente la huelga del frigorífico Swift, mientras Berni, que entonces trabajaba en el Jockey Club, pintó con un grupo de artistas, un mural en el hipódromo. El mural, temático, nunca se concluyó por falta de pinturas y uno de los caballos resultó verde. Spilimbergo viajó a Rosario y la Mutualidad se tornó muy activa, aunque la receptividad del público resultaba escasa. Juan Grela relataba en una entrevista: "La obra nuestra, que queríamos fuesen murales para los lugares públicos, pensábamos que podía estar en las canchas de fútbol, en los sindicatos, en las comisiones vecinales, e incluso en la calle, porque eran lugares estratégicos donde la podía ver todo el mundo. Tuvimos una sola oportunidad de exponerla ante el público en general, en el salón de 1935".
¿Son estas obras perdidas del equipo de la Mutualidad las que inauguraron el muralismo argentino? Muchos testimonios visuales han desaparecido, pero las expresiones más cercanas al arte mural mexicano, hunden sus raíces en Rosario. El historiador Pablo Montini, observa: "El Salón del 35 fue muy importante para la Mutualidad. Hacía mucho tiempo que no se hacía, y además fue libre, esto permitió que los artistas se pusieran de acuerdo y participaran con temas que un jurado no hubiese permitido. Hubo muchas obras relacionadas con la guerra del Chaco, antecedentes a la reacción, un año después, contra la guerra civil española. [...] Los trabajos que se acercaron al formato heroico tuvieron status público, y ésta era la intención de los artistas".
Berni, en colaboración con Anselmo Piccoli, presentó el "Hombre herido. Documentos fotográficos", un enorme panel de 3,20 x 2 metros pintado con reglas de celuloide, soplete de aire y piroxilina. Es la pintura más cercana al muralismo mexicano y, bien puede considerarse un homenaje a Siqueiros o, por lo menos, una confrontación. La pintura se inspira en un episodio comentado por la prensa: el caso de un albañil caído de una obra en construcción. El pie del albañil en primer plano y los rasgos de los hombres que lo sostienen, recuerdan la película "¡Que viva México!" de Eisenstein, es una cita de "El entierro del obrero sacrificado", un mural que pintó Siqueiros en 1923 inspirado en el "Cristo muerto" de Mantenga.
En ese Salón de Otoño, Berni y Pícoli denunciaron las tristes condiciones laborales de la clase obrera, mientras Pedro Hermenegildo Gianzone presentó "Mitin", una pintura emparentada también con el muralismo. Un violento escorzo dramatiza, desde un punto de vista de altura, la figura del orador. Juan Grela, pintó "Manifestación", un alegato contra el fascismo, y observó que el Salón suscitó una reacción adversa: "Se dijo que eso no tenía nada que ver con la pintura argentina y que era el resultado de influencias provenientes de México". El investigador Rafael Sendra, registra los dichos de Grela: Guillermo Paino expuso "Proletario" y "La marcha de la libertad", Pantoja y otros tres, una pintura de la hinchada de Newell's Old Boys tratando de colgar al árbitro, y Domingo Garrone, "¡Chaco!". Finalmente, Grela, concluye: "Después [del Salón del 35], las obras quedaban siempre archivadas en la Mutualidad porque no teníamos la posibilidad de exponerlas en ninguna otra parte. Las galerías de ninguna manera nos llevaban el apunte, al único que atendían era a Berni porque para ellos tenía algunas témperas que eran paisajes de Saladillo, algunos cuadros de flores, retratos de la mujer y la hija, pero las cosas características definidas dentro de lo político tampoco a él se las admitían".
Berni, obligado a la connivencia con los dueños de los muros en Don Torcuato, defendería al cuadro frente al mural, "los beneficios del formato del cuadro autoportante que libera al artista, ya que no dependerá de hacerse amigo del dueño para ingresar a una propiedad privada a pintar en las paredes", como destaca la crítica rosarina Beatriz Vignoli. En suma: la influencia de Rosario en la genealogía del muralismo argentino es todavía difusa.
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