8 de mayo 2009 - 00:00

Caduca hechizo: vuelve el Kirchner vulnerable

Por necesidad, Néstor Kirchner se encerró en el PJ y la CGT, con lo que pierde el predominio exclusivo del oficialismo.
Por necesidad, Néstor Kirchner se encerró en el PJ y la CGT, con lo que pierde el predominio exclusivo del oficialismo.
A la medianoche del sábado se romperá el hechizo: a las cero, como en una fábula cruel, Néstor Kirchner bajará del Olimpo de los todopoderosos a transitar la tierra de los falibles. A desgano, claro, con la expectativa de regresar pronto a la morada de los elegidos.

El sábado, al poner su firma en la ficha de candidato y bendecir las boletas del PJ -o aquellas que, aisladas, enfrentarán al peronismo, como ocurre en Córdoba- el patagónico inaugura un ciclo que dinamita la matriz central de su propio modelo.

Factores destacados

La transformación, indeseada para el patagónico, se visualizó en el armado de las listas oficialistas de la provincia de Buenos Aires. En ese proceso se destacan, como relevantes y reveladores, cinco factores esenciales:

1. De condicionante, Kirchner se convirtió en condicionado por la CGT y el PJ, con los que tuvo que negociar mano a mano. El dibujo electoral muestra a los gremios y a los caciques peronistas con un protagonismo inédito en las últimas dos décadas. Unos y otros, que desconocen los grises, dejaron de ver a Kirchner como una amenaza para verlo como una potencial víctima. El PJ se apropió de las boletas -salvo la de diputados nacionales de Buenos Aires, en la que se quedará con más del 30%, mientras que los gremios tendrán dos candidatos entre los diez primeros- y el sindicalismo regresó, como no ocurre desde 1987, a la mesa chica. Al punto que Kirchner se quedó sin argumentos y sin fuerza para resistir la incorporación del adjetivo «justicialista» en el nombre del Frente para la Victoria. Con eso, sepulta la Concertación, la dualidad sindical -la CTA se apartó definitivamente- y la transversalidad a la que relega a espacios simbólicos, apenas para la supervivencia y quizá a través de una sola figura: Edgardo Depetri como diputado nacional.

2. De traccionador, el ex presidente mutó a traccionado: hasta 2007, la marca Kirchner era exitosa y abajo se disputaban la portación de la K. Ahora tuvo que recurrir a Daniel Scioli y a los intendentes. Con eso, comparte riesgos -si pierde el PJ pierden todos-, pero también coparticipa eventuales ganancias. Si triunfa el PJ, no será «el» ganador del 28 de junio: Scioli, cómo mínimo, compartirá el podio. Algunos, en el peronismo, se tientan con darle al gobernador más rédito: lo sindican como el garante de un potencial triunfo -¿también de una hipotética derrota?-, y argumentan con que se encargó de sumar intendentes (prometen más de 50, ayer se sumó Alberto Descalzo en Ituzaingó) y legisladores (van, entre otros, Alberto Balestrini, Horacio González y Julián Domínguez por citar tres casos testigos) como candidatos testimoniales, en sus distritos, encabezando o secundando la listas de concejales. Ayerhubo un avance más: Cristina Alvarez Rodríguez, ministra de Infraestructura de Scioli, encabezará la boleta de la Primera Sección. ¿Testimonial? Se afirma que sí.

3. Kirchner se resignó a compartir con otros actores lo que, hasta hace un año, apenas si consultaba con su esposa y con Carlos Zannini y/o Alberto Fernández. Vuelve, de hecho, el Kirchner de 2003: por entonces, para ser candidato con chances, tuvo que recostarse en Eduardo Duhalde, los cinco gobernadores que «ata» Juan Carlos Mazzón, y el PJ bonaerense que le dio el plus imprescindible para entrar al balotaje. Luego, en el quinquenio K, fragmentó al peronismo para dominarlo. Ahora unir esa fragmentación tiene un costo inconmensurable y le resulta imposible evitar que, la noche del 28 de junio, hoy un desfile de derrotados o surgirá, con o a pesar de Scioli, una jefatura ordenadora.

4. Lo indecible comenzó a ocurrir: Kirchner activó, o dejó que prosperen vías de negociación con el PJ disidente. Hay línea abierta, secretísima, entre la Casa Rosada y dos operadores top de Francisco de Narváez y se exploró una línea de diálogo, fuera de protocolo, con Felipe Solá, a quien ven relegado en el esquema anti-K, al punto que no le dejaron designar un apoderado. El patagónico está convencido que eso es un puente para que, el 29 de junio, comenzar a recolectar a disidentes. Pero, debería saberlo, un puente sirve tanto para cruzar el río en las dos direcciones.

5. El PJ impuso, además, el fin de las colectoras en el conurbano: sólo habría una, en San Miguel, donde aparece como un mecanismo para que la boleta nacional no quede demasiado abajo de Aldo Rico. Las colectoras fueron la máxima provocación del patagónico a los poderes territoriales. Así mismo, las boletas provinciales serán costura exclusiva de los armados locales, con lo que se termina la intervención directa de Kirchner. Por eso, el mapa del 10 de diciembre ya no tendrá el sello indeleble del patagónico.

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