23 de diciembre 2013 - 00:00

Charlas de Quincho

Ganan en clima festivo los quinchos a medida que se acerca el fin de año. Antes de entrar en ellos, le damos un panorama al lector de lo que se tratará en la cumbre presidencial de Caracas (y que es del mayor interés para el país). Ya en saraos, estuvimos en un animado combate de box en La Ñata de Daniel Scioli; en la estancia Santa Isabel de Chapadmalal, donde se casó la hija de un empresario cinematográfico (allí también se analizaron las chances de los candidatos radicales a la presidencia y se debatió el “enigma Cobos”), en el cumpleaños de Rafael Pascual en un club vasco, en el aglutinador quincho del exjefe de asesores de la Cancillería Eduardo Valdés y en un sarao boquense que vinculó temas terrenales con otros filosóficos. Veamos.

Debuta el box en La Ñata con un campeón del mundo, Omar Narváez, y un anfitrión como Daniel Scioli, que le pone función política al más mínimo acto. Ahora arma un grupo de “los 12 apóstoles” para sus planes.
Debuta el box en La Ñata con un campeón del mundo, Omar Narváez, y un anfitrión como Daniel Scioli, que le pone función política al más mínimo acto. Ahora arma un grupo de “los 12 apóstoles” para sus planes.
Pese a que quedan todos los cabos sueltos, el planeta quinchesco gana en frivolidad y efusión fiestera a medida que acerca el final del año. Los dirigentes, funcionarios, mandatarios, punteros y voyeurs de la política se adaptan al clima general de preocupación por lo que viene, que se mezcla con el ánimo ganador que pueden presumir todos los actores que jugaron algo durante el año. No debe sorprender ese cóctel de sonrisas y tribulaciones porque, después de todo, se trata de política, un arte y ciencia (diría Menem) en el cual mandan la incertidumbre y el error, y donde se mezclan los deseos, las restricciones y la buena o mala fortuna que construyen los espejismos que dan de vivir. La salida del escenario de Cristina de Kirchner, en estas horas en las bambalinas de El Calafate, parece prolongarse hasta la primera actividad pesada del año que comienza, que es la cumbre de presidentes del Mercosur en Caracas, donde se va a terminar de anudar el tejido de ese sistema con el nuevo socio que es Venezuela. Para esa fecha se espera el final de la vacación cristinista, que se emprendió con todas las prevenciones para asegurar la recuperación de la salud. Entre ellas figura, en alguna fecha no precisada aún, la visita de un equipo de médicos de la Fundación Favaloro, al que le han pedido viaje a Santa Cruz para hacer el seguimiento día a día de ese trámite. En ese equipo aparece, y eso da la dimensión del interés que tiene para la Presidente el tema, uno de los cirujanos que le hicieron la operación de cerebro para liberar el coágulo que la afectó. Algunos ministros esperan a Cristina unos días antes en Buenos Aires; apostaban este fin de semana al lunes 13 para prepararse a la cumbre que se inicia el viernes 17 en Caracas. En esa preparación figura adentrarse en uno de los temas de gestión al cual el Gobierno le da importancia principal, que es un plan para recuperar puertos de la Argentina para la salida de exportaciones y dejar atrás el largo capítulo de las relaciones con Uruguay como punto de salida de exportaciones al resto del mundo y que se enredaron por la discusión del contrato de dragado del puerto de Montevideo (obra que, por el tratado binacional, deben pagar los dos países), al cual ya se le han sacado facilidades que usaban exportadores argentinos que enviaban productos a Montevideo para después reexportar al resto del mundo).



Ese plan lo tiene en gruesas carpetas Jorge Capitanich -hombre de Chaco, que tiene dos puertos fluviales-, y el control lo ejerce la Cancillería a través de varias secretarías. El proyecto es lograr que todas las exportaciones argentinas salgan de puertos del país, mejorando especialmente los fluviales pero también el calado de los tradicionales puertos atlánticos. Antes de viajar al sur, Cristina recibió a los responsables del nuevo puerto de La Plata, que Daniel Scioli dice será el más importante de la región, un grupo de filipinos a los que acercó, entre otros, el empresario Oscar Ghezzi, dirigente del sector hotelero gastronómico. En esa reunión se habló de ampliar a otras terminales la inversión ya hecha en La Plata, que es de u$s 400 millones. El plan que tiene en carpeta el Gobierno es mejorar las condiciones de los puertos fluviales del litoral para sacar además la totalidad de las exportaciones de Bolivia y Paraguay a terceros países. La inversión es descomunal, en especial para mejorar el calado de otros puertos como el de Quequén, cuna del "Momo" Venegas, porque es uno de los más importantes para la exportación de granos, especialmente trigo. Para que eso avance no es necesario sólo dinero sino además política, para que no naufraguen en entuertos que necesitan muñeca y consenso de los locales. Esto vale para Quequén, cuyo puerto convive con una de las villas playeras más coquetas de la costa atlántica. Los veraneantes que tienen casa allí temen que el crecimiento del puerto termine ahogando la actividad turística, especialmente por las emanaciones contaminantes del polvillo que emite el trabajo de estibaje del trigo, que puede afectar a quien lo respire. La obra principal de mejora para permitir que entren barcos grandes incluye la extensión de una escollera que separa el fondeadero de la playa principal que en verano usan miles de turistas. Para impedir que haya daños a esa actividad los veraneantes llevan una pelea casi secreta que ha producido varias audiencias públicas en donde han confrontado puertistas con veraneantes en defensa de sus posiciones. Se han planteado varios recursos de amparo, y uno de ellos ha paralizado en estas horas las obras porque un grupo de surfers, con sello localizado en la vecina Mar del Plata, argumentaron con éxito que la extensión de esa escollera perjudicaría la actividad del surf, que en esa zona tiene ya relieve internacional. Curiosa pelea en donde el lado más débil parece haber ganado un round, algo que ya ocurrió durante la construcción de la represa de Yacyretá, cuyas obras fueron paralizadas por amparos de vecinos que se quejaban de haber perdido la posibilidad de mirar el paisaje o los pescadores que se indignaban porque se había perdido el pique de algunas variedades. Hace muchos años, cuando cayó un avión estadounidense con armamento nuclear cerca de la playa de Palomares, en Almería, los turistas iniciaron querellas por contaminación atómica. El Gobierno de Francisco Franco negó esa posibilidad y no tuvo mejor idea que mandar a su ministro de Turismo, Manuel Fraga Iribarne, a que se bañara junto a otros miembros de su gabinete en esas aguas. No sea que ahora veamos a miembros del gabinete, como Héctor Timerman -que dirige el proyecto "puerto nuevo" en la Cancillería- brincando en las juguetonas olas de Quequén para demostrar que la playa puede convivir con el puerto. El canciller ha sido habitué de otras playas -su familia tuvo una mítica residencia en Punta del Este que fue sede de peñas de artistas y escritores- y la modestia de Quequén cuadra con su austeridad de vegetariano y la parquedad de sus expresiones, tanto que cumplió años hace unos días y no lo festejó, con lo cual agredió el interés de los lectores de esta sección, que curiosean en esas incidencias personales de los perfomers de la política criolla.



También es austero Scioli -hombre que almuerza y cena en su casa, aunque aparezca en fotos y titulares en comilonas en las que pica un poco y se retira para honrar el menú personal que le preparan en La Ñata-, pese a que porta una leyenda de celebrity que lo acerca a los personajes que construyen su perfil en la nostalgia de realeza. Su cercanía transmite algo de grandeur frívolo que convive con el rigor de quien piensa las 24 horas del día en el poder y la política. El apunte personal vale porque siempre es necesario actualizar la ficha de Scioli, el hombre que gana cuando parece perder y que siempre parece estar pasando por su peor momento, pero que se sostiene y crece como pocos, como le ha ocurrido en los 15 años que lleva en la política. Quienes leen sus labios y entrelíneas aportan pinceladas. Por ejemplo, ya no pregunta a sus entornistas y asesores qué piensan de lo que hace, o qué opinan de lo que habría que hacer. Ahora le escuchan directivas sobre lo que hay que hacer, cómo y con quién, como si hubiera llegado a un escalón de certeza cuyos detalles no le revela a nadie, y eso que vive rodeado de los suyos, que lo ven actuar hora a hora. Lo ven ahora en el reclutamiento de un equipo político desenganchado de la gestión provincial con el que avanzar en 2014: está, dice, armando sus "12 apóstoles", delegados y negociadores que espera desplegar por todo el país y hacia todos los sectores -gremios, partidos, empresas, otras administraciones-. Nadie cree que encuentros que se exhiben como casuales, su almuerzo con Hugo Moyano, por ejemplo, estén desentendidos de ese proyecto de armado de una candidatura. Este armado anima a los suyos, que esperan figurar en ese grupo de "los 12", o beneficiarse de las vacantes que dejarán los elegidos. Los aplaca con frases como "no esperen cambios sorpresivos, no es mi estilo. Cada cambio se va a anunciar con 15 días de anticipación y en los cargos en que haya cambios habrá períodos de transición de un funcionario a otro". Los que dejan cargos saben que no pueden resistir si llega la orden de salida, y algunos hasta ofrecen la silla, agradecidos de haber sido funcionarios. Uno de ellos es Eduardo Camaño, que será uno de los apóstoles y deja la Secretaría General de Gobernación, que ocupará Martín Ferré, cuya silla en Desarrollo Social disputan muchos que hasta festejan por adelantado, como el postulante Eduardo Aparicio, quien despidió el año el jueves con una fiesta inolvidable en una quinta del parque Pereyra en la que se brindó por el nuevo cargo si deja la Secretaría de Espacio Público.



Scioli, que el sábado se subió a un escenario junto con Jorge Capitanich en un acto con el campo, quebró la austeridad de sus horarios y extendió las actividades en La Ñata hasta la madrugada de ayer, porque la pelea inaugural de las actividades de box en el miniestadio de su residencia terminó a la 1:30 de ayer. Fue el acontecimiento más importante del fin de año para el sciolismo explícito porque fue la primera vez que autorizaron a ese predio para un show de box que contó además con una pelea de fondo con el campeón mundial Omar Narváez, en una defensa de su título mundial supermosca frente a David Carmona. Antes había reaparecido, después de varios años de inactividad, el excampeón categoría crucero Víctor Ramírez, que es una estrella del sciolismo porque surgió de La Rosadita del Abasto -sede de actividades barriales del gobernador cuando vivía en ese barrio porteño-. Este Ramírez llegó a ser recordman en cantidad de títulos entre 1999 y 2009 y lo bautizaron como "el Tyson del Abasto". En esa pelea de semifondo vapuleó a un sudafricano y lo noqueó en el primer round, para entusiasmo de una platea con un completo de artistas y otros invitados, desde Karina Rabolini a Matías Garfunkel (acompañado por su mujer Victoria Vanucci), pasando por el presidente de Boca Daniel Angelici, Nacha Guevara, Alberto Samid, José Scioli, el médico Alfredo Cahe, el neosciolista Gustavo Ferrari (que dejó la banca por el denarvaísmo y es ahora asesor general en la gobernación), los músicos Fabián von Quintiero (de la banda de Charly García y excuñado de Mauricio Macri), Roberto Rimoldi Fraga (cantó el Himno antes de la pelea principal) y las excampeonas mundiales "Tigresa" Acuña, Anabela Farías y Yesica Bopp. En los intervalos hubo música con los Danger Four que hicieron covers de The Beatles y lograron, por un instante, acallar los bombos. Para evitar desbordes, los asistentes debían comprar las entradas con anticipación y aun así hubo casi 2 mil personas en un predio hecho para el fútbol 5 pero que se adaptó para el box con toda la bijouterie que podría tener un escenario de Las Vegas. Hubo, como siempre, humo de hamburguesas y choripanes (a precio administrado, $ 15 la unidad) y en algunos stands algo mejor (pizzetas, sánguches más complejos para exigentes). Si algo necesita un político, es histrionismo y eso lo mostró el dueño de casa, que apareció con la casaca clásica de los "segundos" del box, de color naranja y la leyenda en la espalda "Daniel-La Ñata" y una gorra del mismo color. Cuando el "Tyson del Abasto" terminó con el sudafricano, se hizo sacar los guantes y se los dio a Scioli, quien los enlazó con el mismo cordón y se los colgó del cuello. Los tuvo ahí durante toda la pelea de fondo de Narváez, quien también, obviamente, le dedicó el triunfo. Al final, y pasadas las 2 de la mañana, cena para los vip en el comedor de la residencia-museo en donde se forjan todas las quimeras del sciolismo. Podrá ser redundante tanto detalle de esta fiesta del box -una especialidad que algunos ni consideran, por su violencia, un deporte-, pero siempre hay que actualizar la ficha de Scioli porque ningún detalle deja de tener función en un plan político.



Aunque sean arrollados por el clima fiestero del fin de año, ningún quincho, por social que parezca, deja de tener sentido. Se vio en la noche del sábado en la estancia Santa Isabel de Chapadmalal, en donde se festejó el casamiento de Carolina Estrada -productora de cine, rubro finanzas- con el empresario de la construcción Ariel Frankenberg, que mezcló a un centenar de jóvenes con otro centenar de seniors, amigos del padre de la novia, el petrolero y productor de cine Jorge Estrada Mora, quien no se apartó del celular ni un minuto porque seguía a la distancia la suerte en la taquilla del último producto de su empresa, el animado en 3 D de Juan José Campanella "Metegol", que se había estrenado ese día en las salas de España, el segundo mercado de la lengua en tamaño para ese producto sobre una historia de Roberto Fontanarrosa. Había pocos políticos, raro en las reuniones de este empresario que tiene amigos en todas las veredas, y fueron mayoría los empresarios como Natale Antonio Rigano, presidente de Iveco, Francisco Mezzadri, el financista Carlos García, el abogado Guillermo Lipera, hombres del cine como Ricardo Freixá y Roberto Schroeder, la psicóloga Nancy O'Toole, madre de la novia que dirige la fundación Vida sin Violencia que protege a mujeres golpeadas, o el petrolero Marcelo Güiscardo. En la única mesa de políticos hubo una junta que podría referenciarse en el UNEN, ese ensayo de alianza entre radicales, aristas y solanistas, porque convivieron bajo la misma carpa Enrique Nosiglia, el excandidato presidencial Ricardo López Murphy y el exlegislador y abogado del cine Julio Raffo, uno de los principales lugartenientes de Pino Solanas y que en la primera semana de enero asumirá como miembro del directorio del ente de control de los servicios público de la Capital Federal. Raffo, que es profesor de Filosofía del Derecho, sorprendió en la audiencia previa de su designación con una exposición sobre un ángulo inusual del control de los servicios públicos, al considerar que son una forma de defender los derechos humanos de tercera generación. Raffo, que despliega ingenio en varios rubros -viene de presentar un libro con poemas políticos, otra rareza de su pluma- es también un recitador repentista y memorioso y halagó a algunos de los invitados con algunas piezas de Rubén Darío. Estaba también el empresario Marcelo Güiscardo, quien fue ingeniero jefe de YPF en la era Estenssoro y que hoy tiene una planta productora de equipos para producción de petróleo en Mar del Plata que vuela por la demanda que hay de ese tipo de unidades aquí y en todo el mundo. Güiscardo es también pianista, pero esta vez una concertación entre los músicos contratados le impidió acercarse al teclado. Habrá represalia.



En esa mesa del trío político les sacaron punta a las chances de los candidatos radicales de llegar a la presidencial de 2015. Eso implica una pregunta sobre Julio Cobos y si lo tolerará la UCR como primero en la fórmula porque aparece como el que más votos tiene, pero le cuesta al partido sostenerlo. En esa mesa había un conocedor de ese terreno, el abogado mendocino Alfredo Zavala Jurado, quien consintió la hipótesis de que Cobos piensa más en volver a la gobernación de su provincia, lo cual, visto a hoy, puede ganar con más facilidad que una presidencia. En ninguna mesa tampoco hay respuesta al misterio Cobos: antes de las elecciones de 2011 caminaba por la calle con la banda presidencial puesta porque lideraba todas las encuestas. En cuanto comenzó la competencia, se evaporó y desapareció como candidato. Un caso, quizás, de popularidad que no se transfiere a los votos. Estas presunciones se formulaban a media voz porque cada cual tiene su querencia, por más UNEN que haya; también porque el asado era apabullante, especialmente el costillar al asador que era una manteca, casi en el nivel del vino que el dueño de casa produce en esa estancia de Chapadmalal que fue parte de la gran heredad de los Martínez de Hoz, un riesling y un savignon blanc que ya ha ganado varias medallas en competencias internacionales pese a que todavía no salió al mercado y que se llamará "Silos".



Siempre en el rubro fiestero, un grupo de amigos fue el sábado al restorán vasco Gure-Etchea a festejarle el cumpleaños al exdiputado Rafael Pascual, que había cumplido durante la semana. En realidad, fue una sesión especial de la mesa que se junta todos los sábados en ese comedor, que esta vez se amplió a una veintena de amigos. Pascual juega con todos y bien pudo estar el lunes anterior en La Stampa con los peronistas Julio Bárbaro y Ricardo Branda o un par de días después en otro almuerzo con el kirchnerista disidente Miguel Peirano, que fue ministro de Cristina de Kirchner y que hoy milita en el massismo. Pascual mantiene una estructura de poder político, pero juega, siendo un hombre joven, con la facilidad de quien no pretende dignidades. "He sido de todo: concejal, diputado, presidente de la cámara", dice cuando le preguntan sus aspiraciones. Por eso pudo juntar el sábado a correligionarios como Roberto Ábalos, el rionegrino Jorge Ocampos o Patricio Carreras, con peronistas de paladar indiscutible como Luis Uriondo, a un directivo de River como Juan Navarro con otro de Boca como el escribano Humberto Dato, con el productor de TV Mario Cella, para festejar la amistad, escucharle alguna canción a Uriondo (exdiputado y hombre de guitarra en mano) y cruzar algunas anécdotas del palo. Por ejemplo, la que lo tiene como protagonista al legislador Gustavo Vera, que entró por UNEN de la mano de Mario Cafiero y con una señal tácita de Jorge Bergoglio. Los miembros de la lista de candidatos decidieron, antes de la elección, aportar algún dinero a la campaña con el compromiso de que sacaban entre todos los postulantes a cargos un crédito en el banco Credicoop que pagarían sólo los que resultasen electos. No fue mucho, cerca de $ 90 mil. Cuando le pidieron a Vera que firmase diría que haría un aporte personal y que no firmaba. Salió electo y le fueron a pedir la contribución sin suerte hasta ahora. Le atribuyen la excusa de que "no hicieron mucho carteles míos" en la campaña.



Quien aportó un arco amplio, aunque dentro del peronismo, fue el exjefe de asesores de la Cancillería Eduardo Valdés, quien abrió el jueves su quincho del barrio de Almagro, que es una especie de museo a lo Scioli de memorabilia personal, política y literaria. Valdés está ahora a cargo del Instituto de Estudios Juan Perón que manejó hasta hace poco el exsenador Antonio Cafiero y quiso despedir el año con señales hacia todos los lados. Primero acondicionó su quincho personal bajo el rótulo de "Café las Palabras" (título de un programa que tuvo antes por la TV cable). Después encargó unas empanadas al estilo tucumano y horneó él mismo un delicioso pernil de cerdo siguiendo una receta secreta que dice tiene como única clave usar un horno de barro. Invitó además a la estrella emergente del peronismo bonaerense, Julián Domínguez, quien desarrolla una gira de nacionalización de su perfil y que tiene más de un amigo en la Capital, distrito en donde comenzó su militancia peronista. También estaba el exgobernador de Santa Fe Jorge Obeid, quien fue a agradecer que el Instituto hubiera hecho la primera sesión fuera de la Capital en su provincia; el presidente de la Pastoral Social porteña, Padre Carlos Accaputo, y una de las almohadas de Jorge Bergoglio (por e-mail trafican mensajes desde acá hacia el Santo Padre, que los responde de inmediato), otro personaje de estricta observancia bergoglista como la ex defensora Alicia Olveira; la sucesora, que ya cumplió mandato en esa oficina Alicia Pierini, musa de todos los peronismos; intendentes como Francisco Durañona (San Antonio de Areco), y Ricardo Casi (Colón, Pcia. de Buenos Aires); la directora de Integración Social y Participación Ciudadana, Marcela Bordenave; el coordinador del Instituto, Guillermo Piuma, y varios representantes de ese sello en el resto del país, como Francisco Cafiero (San Isidro), Mariano Miranda (Santa Fe), Juan Abdo (La Pampa), Hugo Vallejos, Dolores Gandulfo, Gerardo Girón, entre otros. Obeid, a la hora del brindis, lo miró a Accaputo y reivindicó el pensamiento del Papa en materia económico-social que, imaginó, es una continuidad de la filosofía de Juan Perón, dijo. El sacerdote respondió que "hay que apostar a un sueño colectivo con el pueblo como protagonista de un proyecto y liderazgos compartidos; Perón hubo uno solo". Se va a enterar el Pontífice.



Un singular quincho se desarrolló en las entrañas de la Ribera, más precisamente en la confitería del Club Boca Juniors convocado también para despedir el año por la Fundación X La Boca, que preside el empresario Oscar Andreani y que busca, como tantos, sanear la cuenca del Riachuelo-Matanza. La Fundación cumplió 10 años de vida y lleva adelante interesantes proyectos como la recuperación de la navegabilidad del Riachuelo, a través de remadas como la que en noviembre pasado convocó a 300 remeros que recorrieron desde Puerto Madero hasta El Club de Regatas Avellaneda. Ahora, en vísperas de cumplirse 100 años de su inauguración, se anunció que Vialidad Nacional concretará la restauración del Viejo Puente Transbordador Nicolás Avellaneda, que une La Boca con la Isla Maciel y que fue estratégica vía de comunicación y tránsito durante décadas. La intención es convertir esa mole de hierro (hay menos de doce en su tipo en todo el mundo),una vez recuperada y puesta en valor, en una suerte de Torre Eiffel porteña, y que junto a la recuperación de la traza de la avenida Pedro de Mendoza y su conexión con Puerto Madero recobrará valor. La figura más requerida de la tenida fue el presidente del club xeneize, Daniel Angelici, que en esa romería de ansiosos simpatizantes de la escuadra auriazul debió soportar estoico todo tipo de inquisiciones, recomendaciones y sugerencias (todo argentino es un DT en potencia) tras los magros resultados futbolísticos logrados desde que asumió la conducción boquense. También estuvieron representantes del ente público encargado del saneamiento del Riachuelo, la ACUMAR, a través de su vicepresidente, Antolin Magallanes, hombre del kirchnerismo de sólidos vínculos boquenses; Carlos Aguas, secretario general del CABJ y tesorero de la Fundación; Carlos Pirovano, subsecretario de Inversiones del Ministerio de Desarrollo Económico de la Ciudad, que tiene a su cargo todo lo relativo al Distrito de las Artes concentrado en el sur porteño y del que La Boca es epicentro natural con su tradición cultural y artística; el curador del Museo Quinquela Martín, el artista plástico Víctor Fernández; la directora ejecutiva de la Fundación anfitriona, arquitecta María Rosa Martínez; Diego Barovero, secretario de la Agrupación Impulso de Arte y Letras que en 1940 fundó Fortunato Lacámera; Lito Discioscia, directivo de los comerciantes del barrio de La Boca; los hermanos Pascual y Alberto Santoro, propietarios de la imponente Arenera ubicada sobre la avenida Pedro de Mendoza; el oriental Adhemar Bianchi, director del mítico Grupo de Teatro Catalinas Sur, que cumplió, como la democracia, 30 años de trayectoria; el secretario del Club de Regatas Brown, Roberto Naone; el arquitecto Gustavo Cañaveral; Andrea Salvemini por la Unión X el Riachuelo; Lucía Demarco, directora del Departamento de Cultura del CABJ; y Augusto Randazzo, propietario del Bar Notable Roma.



Estuvimos también en La Rioja, en el acto del Concejo Deliberante por la designación del cardiólogo de los políticos, Luis de la Fuente, como Ciudadano Ilustre de La Rioja capital. Se conocen sus aportes a la angioplastia con stent con medicamento, neoarteria, células madre, quinta cavidad cardíaca, etc. y por eso recibió la distinción de manos del viceintendente, el peronista Armando Molina, con la rareza de que en realidad se estaba cumpliendo lo mandado por un decreto del año 2003. Lo festejaron los concejales de la UCR (fuerza en ascenso, casi ganan las legislativas el 27 de octubre) porque su tío Héctor de la Fuente fue gobernador y senador nacional radical dos veces, además de ser un íntimo de Arturo Illia, y alguna vez se lo presentó como precandidato a presidente en la década del 40. De la Fuente fue el único riojano que nunca ocupó un cargo público con Menem, y eso que le ofrecieron por dos veces ser ministro de Salud. El intendente local, Ricardo Quintela, lo halagó a De la Fuente con un almuerzo que tiene, además, interés político porque este funcionario (también angioplastiado por el médico premiado) se postula ya a candidato a gobernador en 2015 para enfrentar a ese pretendiente sorpresa a ese cargo que es el exsenador Eduardo Menem.



Más que con un chiste, vamos a terminar con una tenida de ingenio entre dos personalidades del siglo pasado.

En ocasión de estrenar una de sus obras, George Bernard Shaw le envió a Winston Churchill dos entradas con el siguiente mensaje:

"Le envío estas entradas, venga con un amigo (si tiene alguno)".

Churchill le respondió:

"Le agradezco la invitación, pero a la función de estreno no podré asistir. Por favor, resérveme para la segunda (si hay una segunda)."

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