30 de diciembre 2013 - 00:16

Charlas de quincho

El calor disparó la actividad política que parecía llamada al descanso hasta el nuevo año. El peronismo en todas sus ramas quincheó para resolver facturas impagas. Ajustes en La Matanza en el oficialismo y también en el kirchnerismo disidente convocado por Massa. Anoche en Rosario el arco opositor buscó el compromiso por adelantado de unas PASO 2015 entre radicales, socialistas y aristas. En Mar del Plata, Moria y Carmencita en sarao cultural con nuevo museo sciolista y el gobernador que fue, cuando nadie lo esperaba, a enfrentar a los uniformados en cena en la Vucetich. También algo de frivolidad con el comienzo de las fiestas en José Ignacio, cabecera del veraneo de los argentinos en el Uruguay. Todo esto en quinchos más calientes que nunca. Veamos.

Daniel Scioli apareció por sorpresa la noche del viernes en la cena de los policías bonaerenses para dictar una reconciliación con los buenos que no se amotinaron. En la foto, Hugo Matzkin y Alejandro Granados.
Daniel Scioli apareció por sorpresa la noche del viernes en la cena de los policías bonaerenses para dictar una reconciliación con los buenos que no se amotinaron. En la foto, Hugo Matzkin y Alejandro Granados.
Entre que la temperatura calienta los ánimos y que la colectividad de los políticos se quedó sin agenda por las dos crisis encadenadas (los motines policiales con saqueos y la crisis energética), este tiempo entre Navidad y el Año Nuevo que parecía llamado a la molicie se llenó de actividad. Como pocos momentos de vacaciones extendidas, entre feriados y asuetos forzados por la canícula en la región metropolitana, los dirigentes se entregaron a armados que prometen efectos en el futuro inmediato y que sirven como un nuevo reparto de la baraja. El resultado de las elecciones sigue moviendo a todos, peronistas que perdieron y que ganaron, radicales que se subieron al podio en más distritos de los que esperaban, y el fin de semana estalló con reuniones, conspiraciones y otros enredos que obligaron a los "drones" quinchescos a sobrevolar todos los territorios. El Gobierno, absorbido por la respuesta a la demanda por los cortes, no dio respiro a ningún funcionario y se los vio moverse en sábado y domingo como si estuvieran en la temporada alta de trabajo. Otros suspendieron las vacaciones y regresaron a despachos que los reclamaban so pena de ajusticiamiento en la opinión. Fue el caso de Mauricio Macri, que estaba en La Angostura y apuró el regreso el sábado para atender a los vecinos enojados con todos los niveles de la administración y pareció encontrar otro punto de acuerdo con la administración nacional. Logró que se reunieran funcionarios de las dos gestiones y acordasen en el diagnóstico de "si no hacemos algo, acá perdemos todos, porque el público cuando se enoja no distingue en fueros de responsabilidad". Echó una mirada de furia hacia las empresas eléctricas por no ordenar los cortes de energía en la Capital. Le respondieron que anunciar esos programas era de otra época y evocaba las desgracias alfonsinistas de los años 80, pero presionó para que lo hagan con el fin de que el público por lo menos se ordene y sepa cuándo se va a quedar sin luz y pueda elegir dónde pasar esa desgracia. Hizo venir de lejos al mejor contacto que tiene con la Nación, el ministro de Seguridad, Guillermo Montenegro, que habla más de lo que se reconoce en público con el kirchnerista Sergio Berni. El funcionario macrista estaba en Panamá (preferido hoy por muchos por las playas que ofrece y las facilidades para jugar al golf), el mismo lugar donde sorprendió la crisis policial de hace 20 días a José Manuel de la Sota. ¿Mala suerte de ese lugar? Tampoco ofrece más el sur, de donde volvió de apuro Macri para ordenar a sus funcionarios, se fue ayer de nuevo a recoger a su familia y viaja de regreso a esperar el Año Nuevo en casa -no era el plan- con los piolines mejor atados.



Capitanich, que no apaga la luz de su despacho ni en sábado ni en domingo, hizo gestos como visitar las obras de Atucha 2, obra que se inició hace 33 años y que el Gobierno ha decidido terminar cuando antes -reactivó para eso el viejo contrato con la Siemens- y recorrió con helicópteros la ciudad. Uno de los frutos de ese entendimiento en la emergencia con la administración macrista fue ordenar ayer los dos que hoy habrá asueto en las oficinas públicas para gastar menos luz, darles un respiro a los empleados y fomentar lo que todos creen aliviará el enojo, aunque no lo confiesen en público, que quienes tienen planeadas vacaciones en enero las comiencen ya mismo y desalojen la región metropolitana hacia otras costas menos castigadas. Por ejemplo, las de la provincia de Buenos Aires, distrito donde hay menos cortes que en la Capital, salvo en el conurbano, y donde el Gobierno provincial se concentró en mitigar la ola de calor más que la falta de energía. Eso motivó la suspensión de todas las algaradas usuales en La Ñata por parte de Daniel Scioli, quien se entregó el sábado y ayer a organizar con sus funcionarios los sitios de auxilio a la gente que necesita agua y condiciones saludables para superar la alta temperatura. Tampoco el clima estaba para fútbol, práctica imposible de realizar con los calores que sufre el conurbano, que es donde está La Ñata.



Esas preocupaciones sciolistas no estuvieron desenganchadas de las tribulaciones de la gestión, que alivió el viernes con la firma junto los demás gobernadores de una prórroga de las deudas con la Nación que la dispensa del pago en los próximos meses de nada menos que $ 4.500 millones. Indispensable para enfrentar las paritarias con estatales que se suman al compromiso de aumentos a los policías. Para esto el gobernador ensayó un ademán de audacia el viernes por la noche, cuando se apareció por sorpresa en la sede de la escuela de policía Juan Vucetich (partido de Berazategui), donde cerca de dos mil policías celebraban una cena de fin de año que no preveía su presencia. Cuando ya terminaba el condumio apareció con un pequeño grupo de acompañantes, entre ellos la cantante Nacha Guevara, se sentó en la cabecera junto al anfitrión Alejandro Granados y la plana mayor policial, y algún otro funcionario como Gustavo Marangoni (mandamás del Banco Provincia), tomó el micrófono y les propinó un discurso a los mismos uniformados a quienes había fustigado durante los motines de comienzos de diciembre por haber abandonado sus funciones, y les agradeció que no hubieran seguido al pequeño grupo de retirados que había promovido los incidentes especialmente en La Plata y en Mar del Plata. Fue una reconciliación desde arriba, algo que funciona mucho en los cuerpos sujetos a disciplina y a reglamentos, que hizo sonreír a los uniformados que al verlo al gobernador pensaron que podía venir un reto. Este Scioli que en aquella oportunidad había dicho que "sé enojarme cuando tengo que enojarme", recibió el aplauso y se fue a cenar a La Ñata, adonde llegó cerca de la medianoche. La severidad de esa madrugada y la urgencia de los calores le impidió estar ayer en un acto en Gualeguay, Entre Ríos, que se pareció mucho a un desembarco político; lo representó su esposa Karina Rabolini y ese emblema sciolista que vale más que cien banderas, el dúo Pimpinela. Este rubro del sciolismo de escenario se reactiva el viernes próximo con la reinauguración del polideportivo que se reivindica en La Feliz como un monumento peronista, con la pelea de Víctor Ramírez, "El Tyson del Abasto", excampeón mundial crucero de la OMB, que buscará el título latino de esa entidad y otra de Daniela "La Bonita" Bermúdez quien disputará título mundial vacante supermosca de la OMB ante la peruana Linda "La Princesa Inca" Lecca.



Scioli venía ese viernes de la inauguración de lo que considera puede ser la obra pública emblemática de su gestión, el museo de arte que se construyó en una manzana de la costanera norte de Mar del Plata, adonde arrastró a un buen número de artistas y funcionarios que celebraron esa tarde, una excepción para el resto del país que sufría el calor, al sciolismo cultural. Esa casa la conduce, como extensión de sus tareas como director del Instituto Cultural de Buenos Aires -una virtual Secretaría de Cultura-, Jorge Telerman, y ha pasado a ser el museo más grande del país. Con sus 7.000 metros, el MAR es 100 metros más grande que el Museo de la Casa Rosada, y supera por 200 metros la inmensa superficie de la Colección Amalia Fortabat en Puerto Madero. Esta vez se cumplieron protocolos que otras administraciones no respetan, como concursar también la dirección. El MAR no tiene una pintura de Turner ni el célebre mural del mexicano David Alfaro Siqueiros, ni siquiera tiene patrimonio, pero el edificio de hormigón al descubierto es estupendo y la muestra inaugural, la "Ola pop en el mar", resulta brillante y divertida, óptima para la "ciudad feliz", como enfatiza el curador Rodrigo Alonso. Con la ayuda de los artistas Marta Minujín y Edgardo Giménez, el MAR arrastró hasta Camet a varias de las estrellas del Instituto Di Tella, como la eterna Nacha Guevara y la propia Minujín, que estrenó mameluco blanco y negro y levantó un lobo marino de alfajores en la puerta del edificio.



El mayor protagonismo lo acaparó el retrato de Moria Casán, una silueta de casi 15 metros que se balanceaba en el lobby de doble altura del MAR. Y como si esto fuera poco, llegó la versión carne y hueso. Cuando Moria se asomó para saludar a sus fans, todos se agarraron la cabeza, creían que sus bamboleos se les caerían encima. Telerman contó que se cruzó con Gabriela Michetti y que ella exclamó: "Esto tendríamos que haberlo hecho nosotros". Las dudas quedaron flotando. Si bien todos festejaban la movida, algunos consideraron excesivo el frenesí por el espectáculo y la concesión populista. "Pero el Pop es justamente el tema de la muestra", observó Giménez con su camisa estampada con el rostro de Marilyn Monroe. Daba gusto internarse entre los centenares de obras acompañados por las estrellas que surgieron en el estimulante contexto de la década del 60. Se dijo que quien consume a Palito Ortega puede acceder y comprender a los artistas del Pop. Gran parte de los invitados que llegaron a las cinco de la tarde se quedaron a comer pizzetas y a brindar con cerveza, como Delia Cancela, Soledad Silveyra, Fabián Burgos, Fernando Brizuela, Eduardo Costa, Amparo Díscoli, Juan Leyrado, Luis Wells, Adriana Rosenberg, Juan Cruz Bordeu, Orly Benzacar, Álvaro Rufiner, Mora Bacal, Cecilia Perkins, Susana López Merino, Carmen Barbieri y Fernando Caputo. Desde los ventanales del MAR se divisaba el público, una muchedumbre, esperando visitar el Museo. Para algunos, parecía Cannes en una noche de fiesta. Se perdió esto Scioli, que en cuanto terminó la inauguración viajó con Nacha y alguno más a enfrentar a las fieras en la Vucetich.



Este aparte que se permitió el sciolismo fue una de las pocas excepciones a la circunspección de los quinchos del fin de semana, dominados por los dirigentes que aprovecharon la pausa en la agenda para imaginar armados y despachar también cuentas pendientes. Algo de eso se vio el sábado en el asado al que convocó Sergio Massa en un local de Rincón de Mildberg, Tigre, para mostrar aliados de todo el país que buscan en ese kirchnerismo disidente una segunda oportunidad sobre la tierra, convencidos de que no hay nada para ellos en el kirchnerismo que gobierna. Como fue más una "photo opportunity" del peronismo que fue y que quiere volver a ser bajo otros cielos, los protagonistas no contaron mucho de lo que pasó en esas cuatro horas en torno a una mesa de reuniones que se quincheó en un momento cuando les sirvieron a los invitados -algunos exgobernadores como Carlos Reutemann, Juan Carlos Romero, Jorge Busti, Mario Das Neves, algunos diputados salientes y entrantes, intendentes y el elenco habitual de ex que acompañan al tigrense como Roberto Lavagna y Martín Redrado- un plato con un chorizo, una morcilla y una porción de molleja. Muy profesional esta entrada, a la que siguió un lomo algo seco y después, antes de la bocha de helado, una costilla que fue lo mejor de la sesión. Ese menú produjo lo principal del encuentro, que fue escuchar hablar a Reutemann, hombre de silencios más que de palabras, quien dio una definición al decir que en el Senado tiene que sufrir lo que los demás opositores: que el kirchnerismo imponga proyectos y consignas sin dar ningún debate. No se le había escuchado algo tan jugado al "Lole", que se considera opositor, pero lo más importante fue que habló algo más de cuatro minutos, casi un récord para este político que seguramente es lo más gravitante que ha logrado sumar Massa. También fue locuaz Romero, quien intervino como pocos con críticas al Gobierno por el caso Milani, la crisis del federalismo y el auge del narcotráfico en el norte del país. Esa expresividad medio que tapó a los otros exgobernadores como Busti, quien miró y escuchó más que habló, y a un más que callado Das Neves, que parecía estar tomando examen sobre si le convenía volver a este tipo de reuniones.



El entusiasmo de los anfitriones dejó a los invitados del interior pensando en qué futuro ofrece esta formación. Para algunos, tiene un pesado aire bonaerense que evoca los armados viejos del duhaldismo en su relación con las provincias. ¿Era necesario que Massa recibiera en ese predio que además tenía el nombre de Santa María de las Conchas, a exgobernadores que son jefes de banda en sus distritos rodeado de Felipe Solá, Carlos Brown o Graciela Camaño como si estuvieran al nivel de sus antecedentes? Ese retablo, comentaba alguno de los ex- mandatarios presentes, repetía otros escenarios en donde el peronismo de Buenos Aires, creyéndose el dueño de la pelota, miraba desde arriba al interior y ponía a un legítimo barón del conurbano a la altura de un caudillo de provincia. Era mejor, ironizó, que los hubiera recibido con un grupo personal, su mesa chica, que integran Juanjo Álvarez, el "Cabezón" Raúl Pérez, el "Vasco" Amondarain y "Cacho" Álvarez, uno con dirigentes con mirada apatronada sobre el interior. Quizás, agregaba, ni debió hacerlo en Tigre sino en la Capital Federal. Igual la reunión permitió que hubiera un diálogo amable entre gente que no se puede ver, como Lavagna con Romero, que tienen una vieja inquina desde la era Duhalde, o de Alberto Fernández con el exgobernador de Salta.



Con Lavagna la historia merece ser recordada porque sus posiciones se enfrentaron en 2002 cuando renunció Jorge Remes Lenicov al Ministerio de Economía y Eduardo Duhalde llamó a una reunión de dirigentes para resolver la sucesión. El candidato que tenía el lomense era Alieto Guadagni y Romero lo patrocinaba a Carlos Melconian, quien hubiera sido su ministro si hubieran ganado la presidencia con Carlos Menem en 2003. A Guadagni lo vetaron varios gobernadores porque decían que se había enfrentado con él cuando era funcionario de Menem. Duhalde resolvió en entuerto cuando lo llamó Raúl Alfonsín y le sugirió el nombre de Lavagna que en ese tiempo era embajador en Bruselas, cargo en donde lo sucedió Remes. Ese enfrentamiento de candidaturas nunca lo olvidó ninguno de los dos, como tampoco se olvidó el salteño de los tiempos cuando Alberto Fernández patrocinaba al adversario que le disputó con éxito el poder en Salta, el actual gobernador Juan Manuel Urtubey. A tanto llega esa inquina que en un momento del almuerzo Romero se levantó para ir al baño. Fernández pidió la palabra y dijo que quería recordar expresiones del salteño sobre federalismo porque él se había criado en un país donde la letra constitucional hablaba de sistema federal pero que la realidad era el unitarismo. Mientras hablaba se dio cuenta de la ausencia de Romero, que apareció, y un allegado le advirtió: "Alberto está hablando de vos". Romero, que es fácil para la rabieta, empezó a responder: "Siempre he entendido que vos me atacás..." "- ¿Nooo... -gritaron algunos- está hablando bien de vos!". Terminaron a las risas y no se sabe si servirá para recomponer una mala relación de muchos años, como tampoco si se olvidará otra de las estrellas de ese grupo, Gustavo Posse, de la caída que sufrió porque la silla no aguantó su peso, otro motivo para las pocas risas que se escucharon en Santa María de las Conchas. En la despedida no hubo promesas de reencuentro. Algunos recibieron una señal para estar en General Madariaga el 11 de enero para una reunión de la mesa de los ex con gente del campo, pero reservada para bonaerenses. Otro, por lo bajo, escucharon la invitación para acercarse el 31 de diciembre a la carpa del balneario CR, de Pinamar, adonde Massa promete lugar para sus amigos en la despedida de año (se habló de una carpa de 30 mt cuadrados, que tampoco es tanto si el proyecto es nacional y presidencial).



Hubo sobremesa sobre hechos del peronismo del otro lado, que el viernes se había peleado por la conducción del Congreso provincial del PJ en la Universidad de La Matanza, pelea que terminó con la renovación del mandato de José María Díaz Bancalari, hombre de San Nicolás que flota desde el duhaldismo hasta ahora como si fuera una necesidad de su partido tenerlo en algún cargo importante. También hubo disquisiciones sobre si persistir en el acercamiento a los sindicalistas después de que Hugo Moyano le prometiera a Francisco de Narváez un armado de fiscales que fue un fracaso, tanto que hay distritos en donde la izquierda sacó más votos que las listas del "Colorado". En este peronismo massista, acosado por la familia Moyano, abundan quienes creen que el peso de las formaciones sindicales es una leyenda que encubre pretensiones más que realidades. Uno que tiene memoria reflotó una vieja anécdota de Herminio Iglesias de 1983, cuando se armaban las candidaturas del PJ con el dirigente como candidato a gobernador. Herminio contó años después que recibió la visita de Lorenzo Miguel, quien le confirmó el apoyo del sindicalismo a su postulación y le pidió "el tercio sindical" en candidaturas a diputados. "¿El tercio?", le preguntó Herminio. "Mirá, ¿vos me das el tercio de la UOM? Porque si vos me das el tercio de la UOM yo le saco un tercio a lo que tiene Federico Russo, un tercio a lo que tiene Angel Abasto, un tercio a lo que tiene Manolo Quindimil, y yo con todo eso les compenso el tercio que te doy a vos". El "Loro" se retiró furioso porque Herminio no sólo le negó los cargos sino que dio a entender que eso del tercio era un mito peronista que se había terminado. Esta anécdota la ha contado en el Congreso nacional quien la escuchó de boca de Herminio, el apoderado Jorge Landau, y siempre provoca el enojo de los sindicalistas como Moyano. Entre los peronistas el padrón sindical aparece devaluado también por su dependencia final del Gobierno que les controla fondos e iniciativas como la que los desvela hoy para que Cristina de Kirchner firme un decreto que blinde sus intereses para conservar el unicato de las organizaciones. Un par de fallos de la Corte Suprema de Justicia han avalado ya la igualdad de los sindicatos con personería -los que tienen plenos derechos a la representación por actividad y al descuento a afiliados y no afiliados- frente a los que tienen sólo inscripción. En esas sobremesas se entiende que el Gobierno va a mitigar los efectos de esos fallos en el decreto pero que los va a entretener a los sindicatos con esa zanahoria hasta después de junio, cuando estén terminadas las paritarias. Con socios así no se puede hacer mucha política, especulan.



Sobre el congreso del PJ y la victoria de Julián Domínguez (se cuenta en otra sección de este diario) en no darle la presidencia del cuerpo al diputado Martín Insaurralde, se habló bastante. Por ejemplo, que Domínguez lleva adelante un armado discreto a través de varias redes. Una de ellas es el llamado grupo San Martín que sesiona desde hace un año en la Universidad de San Martín bajo sus auspicios para desarrollar documentos que son en realidad un programa de gobierno, ya volcado en ocho fascículos. Esos documentos cubren todas las acciones posibles y han colaborado dirigentes de todos los sectores del oficialismo que trabajan hoy bajo otras observancias y que nadie identificaría a primera vista con el "julianismo", como el economista Carlos Leyba; el diputado kirchnerista Eric Calcagno; el abogado comunista Eduardo Barcesat; el sanitarista ministro de Salud de Scioli, Alejandro Collia. Todo muy calladamente pero en busca de afirmar territorios y voluntades pero con una justificación encomiable, aportar proyectos para el Bicentenario de la Independencia patria de 2016, que ocurrirá después de las decisivas elecciones de 2015.



Hablando de sindicalistas se registró el pase del grupo porteño Cabildo Abierto, que animan Guillermo Oliveri, Raúl Garré, Carlos Montero y Julio Vitobello, detrás de las pretensiones del gremialista Víctor Santa María para presidir el PJ porteño, seguramente en una lista única. Este grupo festejó con una cena (de menú casi radical, pollo con arroz) los cuatro años de existencia desde que se entrevistó en 2009 con Néstor Kirchner. Fue el jueves en el Histórico, el restorán que funciona en el edificio de la calle México que fue antes Biblioteca Nacional y ahora sede de la sociedad de escritores. Allí se sinceró ese apoyo, algo que hay que anotar porque implica el distanciamiento del grupo respecto de Carlos Tomada, quien hasta ahora había manifestado interés en presidir el partido en la Capital. En esa cena se comentó otra pretensión de Santa María, que es ser candidato a presidir Boca Juniors y recuperar para al kirchnerismo la silla que tuvo Jorge Amor Ameal. Para eso, comentó alguno, tendrá antes que aclarar qué hace con la presidencia que ejerce de otro club de fútbol, Sportivo Barracas (compite en categorías de ascenso, la "D" más precisamente).



Aunque parezca todo dominado por los peronistas, la oposición se movió el fin de semana en otra iniciativa que dará que hablar. Fue anoche, en Rosario, en una cena a la que invitó Hermes Binner en su casa y a la que concurrieron el presidente de la UCR, Ernesto Sanz; el senador Gerardo Morales; el diputado Mario Negri; el senador Luis Juez; la diputada Margarita Stolbizer; Humberto Tumini y, entre otros, una figura clave para completar ese arco, el diputado Pablo Javkin, que es el presidente del ARI nacional y que es de Rosario y fue a esa mesa con la venia expresa de Elisa Carrió. En síntesis, un intento de recomponer la Coalición Cívica de 2009, ahora ampliada, superando peleas de método, como que la UCR es un partido nacional y el socialismo es de un par de distritos y que eso descompensa cualquier alianza. El resultado de esa cena, que se extendió hasta la madrugada de hoy, se tejió en conversaciones previas en Buenos Aires entre Sanz y Binner cuando se vieron al firmar el documento de los obispos contra los narcos, y en un café del socialista con Negri, cuando asistió a un brindis de fin de año del FAP. No puede ser otro que avanzar en el método del UNEN porteño, extravagante armado de Carrió y Pino Solanas que funcionó en las urnas. Hablando en plata, que acepten todas esas formaciones ir a unas PASO en 2015 bajo el mismo lema y resolver allí, a suerte o verdad, una fórmula presidencial.



Cortamos tanta espesura política con una viñeta del verano frívolo, porque se inició la temporada de fiestas en José Ignacio con la noche de La Huella dedicada a la firma Lacoste, que esta vez no contó con su organizador habitual, el empresario Juan Navarro. Pese a esa anunciada ausencia, se lucieron esa noche Gabriel Martino presidente del HSBC; el banquero Jorge Brito (h), el empresario eléctrico Alejandro Macfarlane; Rodolfo Smith Estrada, "Joe" Miranda con su novia Mecha Sarrabayrouse (hija de Susana Giménez), "Georgie" Neuss, el oculista Roger Salivar (hijo de Roberto), Teddy García Mansilla, "Tato" Lanusse, Gianfranco Macri, el sobreviviente de los Andes "Nando" Parrado, Alejandro Roemmers, Luis Ribaya director del Banco Galicia, el tenista Gastón Gaudio, estrellas de ayer de hoy, de siempre como Marcela Tinayre, Karina Jelinek, Cecilia Zuberbühler, Flavia Palmiero, el empresario "Nacho" Viale, y el infaltable scrum de modelos en busca de su destino.



Vamos a terminar con un chiste inocentón y breve. Karina Jelinek naufraga en una isla aparentemente desierta, pero de pronto aparecen dos caníbales, padre e hijo, entre los arbustos. El pequeño antropófago, ansioso porque hace mucho tiempo no tienen qué comer, exclama entusiasmado: «Papá, papá, por fin tenemos algo que llevar a la mesa». El padre mira a la modelo, luego a su hijo, y dice. «Sí querido, al fin. Ahora la atrapamos, la amordazamos, la llevamos a la aldea y nos comemos a mamá».

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