14 de mayo 2009 - 00:00

Conjuras disparatadas pero entretenidas

Tom Hanks y Ayelet Zurer, en lucha contra los Illuminati, investigan crímenes y confabulaciones en el Vaticano.
Tom Hanks y Ayelet Zurer, en lucha contra los Illuminati, investigan crímenes y confabulaciones en el Vaticano.
«Ángeles y demonios» («Angels And Demons», EE.UU., 2009, habl. en inglés). Dir.: Ron Howard. Int.: Tom Hanks, Ewan McGregor, Ayelet Zurer, Armin Mueller Stahl, Stelan Skarsgard, Pierfrancesco Favino.

El Papa ha muerto, una multitud de fieles se reúne en la plaza de San Pedro esperando el humo blanco que señala la elección de un nuevo Pontífice, y un ojo arrancado en el suelo de un laboratorio científico romano indica que alguien se ha robado un cilindro lleno de antimateria con el que podría evaporar todo el Vaticano y buena parte de la ciudad de Roma. El comienzo de «Ángeles y demonios» no deja duda: los delirios de Dan Brown son los mismos que los del «Código Da Vinci», y si bien esta historia, basada en una novela anterior del autor, es tan poco seria como la otra, en su favor aunque sea puede decirse que es menos pretenciosa y un poco más entretenida.

Tintin o Indiana Jones parecen personajes para adultos al lado de los picos de absurdo a los que llega esta nueva aventura del profesor experto en símbolos antiguos que interpreta Tom Hanks, convocado de urgencia ante la crisis vaticana, ya que aparentemente el ataque contra la Santa Sede es obra de unos viejos enemigos del clero, la secta de los Iluminati.

Estos fanáticos de la ciencia en oposición a la religión han raptado a cuatro de los «preferiti» (es decir, cardenales que podrían ser elegidos Papa) y amenazan con matar a cada uno de ellos antes de hacer desaparecer el Vaticano. Por lo tanto, toda la acción del film transcurre en un solo día, con el personaje de Hanks y el cuerpo de seguridad de la Guardia Suiza (más una científica, Ayelet Zurer, encargada de los protones que se agrega al equipo com para que haya una chica en medio de tanto cura) intentando rescatar a cada cardenal sentenciado guiándose por las crípticas pistas que dan estos Illuminati.

Todo muy previsible, salvo el personaje de Ewan McGregor, el «camerlengo», es decir autoridad central hasta que se elija un nuevo Papa, que entre otras cosas puede convertirse en héroe de superacción y pilotear un helicóptero o tirarse en paracaídas en la plaza de San Pedro.

Hablando de superacción, lo cierto es que al menos Ron Howard se divirtió filmando infinidad de tiroteos y escenas violentas en los escenarios más alocados (todos construidos en estudios, ya que no se le permitió filmar en las locaciones elegidas) y hay que reconocer que a falta de mínimo sentido común, al menos en la película nunca dejan de pasar cosas, dándole un ritmo razonable a los irrazonables 140 minutos de proyeccion.

La fotografía tiene momentos excelentes, y la música de Hans Zimmer es muy buena, lástima que copie tan desvergonzadamente algunos de los mejores temas de films de peliculas de terror de Dario Argento.

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