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Cupones bursátiles
Más todavía que eso: resulta un indicativo de que se está haciendo más robusto el pesimismo. Si es por dudas sobre Europa, si es por desconfianza en cuanto a Estados Unidos, o se trata de un «batido» que tiene a todos los componentes juntos, queda a criterio de quienes puedan obtener respuestas de esos grandes vendedores, que están mutando sus carteras de riesgo por la de máxima seguridad.
Y está también Soros... el «buitre» principal ha resultado eje de novedades en días pasados, cuando se han revelado datos sobre su propio cambio de activos.
Vendiendo acciones, yendo al oro. Claro que con tal tipo de personaje siempre hay que andar con cuidado. Porque acaso ellos mismos se encargan de dar gran difusión a la jugada para después servir-se del plato que otros dejan regalado siguiendo su aparen-te ruta.
De ser solamente lo que rodea a Soros, la desconfianza tendría que ser mucho mayor. Pero es que se ha nombrado a otros varios nombres pesados en la misma tesitura, que en días pasados ya merecieron que les prestáramos atención. En tal sentido, es como para creer más en esa actualidad de trasvasamiento de activos. Y en la aparición de sombras preocupantes acerca de lo que se aguarda en el mundo por los sucesos en las economías y la siguiente fase de la crisis.
Los datos que adornan el marco de los mercados en el día por día, semana tras semana, no pasan de resultar simples referencias de superficie. Puntuales, de epidermis. Contra esto, se verifica tal corriente que traslada capital de un puerto al otro y que determina que existe una cuestión de fondo, de mayor profundidad, sobre la que hay que estar advertido (y aguardando a que emerja en tiempo venidero, no demasiado lejano).
No debe existir peor figura que el tal cambio de acciones empresariales por colocaciones en oro. Dos extremos muy nítidos. Muy clásicos. Y da temor.
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