9 de septiembre 2016 - 00:00

El virtuosismo de Djavan cautivó a sus seguidores

Djavan. Un recital a sala llena en el que paseó por todos sus estilos.
Djavan. Un recital a sala llena en el que paseó por todos sus estilos.
El brasileño Djavan, que acaba de dar en el Gran Rex un concierto a sala llena en el Día de la Independencia de su país, es capaz de hacer muchas cosas en poco tiempo: lo folklórico/regional de su nordeste originario (nació en Maceió, Alagoas, hace 67 años), el pop internacionalizado, las baladas románticas, el sonido expansivo, lo reconcentrado de los arreglos acústicos o semiacústicos, la reflexión y la fiesta, la canción más convencional y la más elaborada.

Llegó esta vez a Buenos Aires, previamente a su concierto en Chile, para presentar "Vidas pra contar", su último disco con canciones nuevas y eclécticas. De allí seleccionó algunas y tuvo muy buenos momentos con la bella "Vidas nordestinas", "Dona do horizonte" que dedicó a su madre, o la que da nombre al disco, con un arreglo fuera de las convenciones. Más pop en el arranque y en el final, en ambos casos con el sexteto completo, armó una sección intermedia más camarística, con sólo un trío acompañante, o con una o dos guitarras, o con su guitarra y los teclados. Y fue maravilloso en "Açaí, "A rota do indivíduo (Ferrugem)" o "Pétala". Pero para placer de sus seguidores hubo mucho material antiguo, inclusive muy viejo, como "Flor de lis" o "Fato consumado", dos temas de su primer álbum, "A Voz, O Violão, A Música de Djavan", publicado en 1976. Y se escucharon también "Miragem", "Eu te devoro", la balada "Outono" en una muy buena versión, "Linha do Equador" que escribió con Caetano Veloso, y unos cuantos más.

Djavan se mostró fresco, vital, con una garganta en perfecta forma. Y tuvo el respaldo de un grupo de grandes solistas al que se nota aceitado con la gira en marcha. En ese sentido, merecen una mención el trompetista/fliscornista Jesse Sadoc, el saxofonista Marcelo Martins y el guitarrista João Castilho.

Dejá tu comentario