Atenas - El centro de Atenas volvió a ser ayer, por tercer día consecutivo, escenario de graves disturbios, con miles de jóvenes enfurecidos por la muerte el sábado de un joven de 16 años a manos de la Policía. Según imágenes de las emisoras de TV locales, cientos de encapuchados de agrupaciones anarquistas se enfrentaron con las fuerzas de seguridad, destruyendo lo que encontraban a su paso, saqueando comercios y volcando automóviles. Al cierre de esta edición los medios señalaron que la violencia estaba fuera de control y la policía no lograba dispersar a los manifestantes.
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La devastación llevada a cabo por unos 300 encapuchados se concentró en las proximidades de la céntrica Plaza Omonia de Atenas, al margen de dos manifestaciones de protesta convocadas por la izquierda contra el gobierno, que nuclearon a unas 6.000 personas. Los radicales destruyeron una tienda de municiones y saquearon armas, espadas y otros objetos. Hechos similares se registraron en las ciudades de Larisa, Patras, Salónica y Trikala, que fueron respondidos con dureza por la Policía.
Un vehículo de los bomberos estacionado fuera del Parlamento en Atenas fue atacado por los encapuchados.
Los bomberos tuvieron que rescatar a gente atrapada en los pisos superiores de edificios en los que las bombas incendiarias provocaron fuegos.
La secretaria general del Partido Comunista de Grecia (KKE), Aleka Papariga, declaró al inicio de la manifestación que «la muerte del joven Alexander Grigoropulos es un asesinato. No es ni un acontecimiento aislado, ni una casualidad».
Los periodistas de los canales de televisión enviados al centro de la capital hablaron de «un completo caos que reina en el centro de Atenas».
La sociedad griega en tanto, estaba conmocionada por los episodios y los fuertes desbandes. Ante esta crítica situación, el primer ministro, Costas Karamanlis prometió que habrá «tolerancia cero» tanto a los malos tratos de la policía como a los «elementos extremistas».
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