25 de mayo 2010 - 00:00

Golijov, la figura de la otra gala

Osvaldo Golijov: su primera ópera, «Ainadamar», estrenada en 2003 en EE.UU., se verá mañana en La Plata. Compuso también la música de los dos últimos films de Francis Coppola.
Osvaldo Golijov: su primera ópera, «Ainadamar», estrenada en 2003 en EE.UU., se verá mañana en La Plata. Compuso también la música de los dos últimos films de Francis Coppola.
Con 50 años aún no cumplidos, el compositor platense Osvaldo Golijov goza de un lugar reservado a muy pocos. No sólo se ha convertido, desde hace unos años, en el músico elegido por Francis Ford Coppola para sus bandas originales de sonido (compuso las últimas dos, «Juventud sin juventud» y la aún no estrenada «Tetro», rodada en la Argentina), sino que mañana será su primera ópera, «Ainadamar», la que ocupe el escenario del teatro Argentino de La Plata en la gala del Bicentenario.

Formado en nuestro país, Israel y los Estados Unidos, Golijov compuso música de cámara, sinfónica, coral y una «Pasión según San Marcos» por comisión de la Academia Bach de Stuttgart. «Ainadamar», palabra árabe que significa «fuente de las lágrimas», está basada en un libro de David Henry Hwang y cuenta la relación que tuvieron, a lo largo de cuatro décadas, Federico García Lorca y Margarita Xirgu, estructurada fundamentalmente en la ejecución del poeta por los franquistas y el personaje de Mariana Pineda, heroína de una de las obras más importantes de Lorca.

La ópera fue estrenada en el Festival de Tanglewood, en el 2003, y poco después llevada al disco por la famosa soprano Dawn Upshaw, en el papel de Margarita Xirgu, y Kelly OConnor como Lorca. En la función de mañana, «Ainadamar» será cantada por Franco Fagioli (García Lorca), Graciela Oddone (Margarita Xirgu), Patricia González (Nuria) y Jesús Montoya (Ruiz Alonso). La régie y el vestuario es de Claudia Billourou, la escenografía e iluminación de Juan Carlos Greco, y Rodolfo Fischer dirigirá a la Orquesta Estable del Argentino. Dialogamos con Golijov:

Periodista: El estreno de su ópera en el país no podía tener mejor marco. ¿Cuándo fue convenido?

Osvaldo Golijov: Pocas cosas pueden darse de esta manera, es cierto. Presentar «Ainadamar» en el teatro de mi ciudad natal y para el Bicentenario de la República. Fue una generosa oferta de Marcelo Lombardero, director artístico del Argentino, que venimos conversando desde hace poco más de un año.

P.: ¿En qué otras ciudades se representó?

O.G.: En Londres, Chicago, algunas de Australia. En realidad, la ópera tuvo una profunda revisión en 2005, cuando la presenté en el teatro de Santa Fe de los EE.UU., en versión de Peter Sellars. Esa es la versión que quedó como definitiva y es la que se va a ver acá.

P.: ¿En España no se representó?

O.G.: Aún no. Se estrenará el próximo verano en Granada, Oviedo, y luego en Madrid.

P.: Entonces, la función de mañana es la primera con público hispanohablante, y que conoce más directamente a los protagonistas.

O.G.: No sólo eso. Durante los ensayos me ocurrió una cosa imprevista: se apareció una chica que no tendrá más de 20 años, y que me dijo que se llamaba Mariana Pineda. Yo no podía creerlo, es descendiente directa de la Mariana de Lorca, su bisnieta o tataranieta. Fue realmente muy emocionante.

P.: ¿Cómo es la música de la obra?

O.G.: El lenguaje musical de «Ainadamar» es muy eclético, ajustado a los estados narrativos y afectivos por los que va transitando la historia. Tiene, por ejemplo, un trío final que es bastante straussiano, hay momentos de cante jondo puro, hay otros muy a lo Brecht-Weil. La orquesta es reducida y hay, por supuesto, mucho de electrónico y percusión. Me gusta trabajar de este modo. También debo decir que he tenido una hermosa sorpresa al conocer al contratenor Franco Faggiani, que es el que va a hacer el papel de Lorca. Hasta ahora, ese era un personaje cantado por una mujer, como Kelly OConnor que fue la que lo grabó.

P.: ¿Qué diferencias hay entre las puestas anteriores y la actual?

O.G.: Yo diría que la arquitectura y el espacio. En el Argentino está mucho mejor aprovechado el espacio. Recuerdo, por ejemplo, una puesta en un teatro alemán, donde los elementos en escena estaban demasiado recargados y eso no favoreció nada. En La Plata, los elementos realzan tanto el drama como la música.

P.: Cambiando de tema, ¿cómo es trabajar con Coppola?

O.G.: Un placer. Coppola es uno de los grandes, sin vueltas. Siempre sabe exactamente lo que quiere. Así como Hemingway decía que cada una de sus páginas era sólo una punta del iceberg del trabajo que existía detrás de ella, y que por supuesto lo ideal era que esa trabajo no fuera percibido por el lector, en los planos cinematográficos de Coppola ocurre lo mismo. Yo estoy seguro de que él sabe hasta qué tipo de desodorante usan sus personajes, inclusive los secundarios.

P.: ¿Cómo es el método de trabajo?

O.G.: Después de las consignas iniciales, nunca te deja solo. Habla por teléfono todo el tiempo, manda cartas, se interesa en cómo vas y de qué forma. Lo mismo ocurrió en las dos películas en las que trabajé con él, y fueron partituras completamente diferentes.

Entrevista de Marcelo Zapata

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