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Habilita, con show, guerra fría por vice
La presentación, en el Luna Park, de la Corriente Agropecuaria Nacional y Popular (CANPO), el más pretencioso de los armados chacareros K, tomará un relieve desvinculado de su espíritu original y explicitará una guerra fría interperonista.
La Presidente será la oradora top luego del discurso de Julián Domínguez, ministro de Agricultura y aspirante a vicegobernador de Daniel Scioli. Cuidaron, a priori, las formas para que el temario sea puramente agrario, pero el componente electoral estará presente, quizá demasiado.
Tres semanas atrás, de hecho, el ministro de Agricultura empapeló los paredones de la Capital y del conurbano con un afiche que lo mostraba junto a la Presidente bajo el lema: Cristina a la Nación; Julián Domínguez a la provincia. Simple: un lanzamiento. Aquella irrupción, que desafió la regla no escrita del kirchnerismo de no autopostularse -que hasta entonces sólo había roto Baldomero «Cacho» Álvarez-, generó una revolución porque sembró la expectativa de que, en persona, la Presidente había jugado esa carta.
La presencia, esta tarde, de Cristina en el acto de Domínguez en el Luna Park, más allá del componente temático agropecuario, tiene un inocultable condimento político. Es, de hecho, el segundo acto no institucional, luego del que encabezó en el estadio de Huracán, tras la muerte de Kirchner.
Domínguez, hasta hace un mes enfrascado en la cuestión ministerial, en lo que se dedicó a fracturar la Mesa de Enlace, se zambulló en la carrera por la vice, sponsoreado -se afirma- por, entre otros, Julio De Vido.
Se instaló, en las variables del oficialismo, en el renglón que corresponde a los dirigentes formados en el PJ bonaerense (fue, incluso, en 2005 jefe de la campaña a senadora de Hilda Chiche Duhalde contra la actual presidente), pero que se convirtió en un leal a los Kirchner.
Lo rescató el patagónico, pero lo designó, en persona, la Presidente, que creó, incluso, un ministerio agrario, con presupuesto profuso y herramientas múltiples para seducir a los pequeños y medianos chacareros.
La teórica adhesión de esos sectores al «proyecto nacional y popular» se expresará, entonces, a través de ese acrónimo de sonido confuso, pero que será, además, la plataforma desde la cual Domínguez buscará colgarse la medalla de candidato que aporta la adhesión de un sector esquivo al kirchnerismo.
Pero en su pretensión se topa con otros actores que buscan el mismo sillón. Uno de ellos, Florencio Randazzo, es desde hace años su rival territorial. Compiten en un mismo segmento: son ministros K, del PJ, del interior bonaerense y están bien vistos por Daniel Scioli.
En la guerra fría bonaerense intervienen, también, otros jugadores: Baldomero «Cacho» Álvarez, que ata alianzas territoriales, y Gabriel Mariotto, al frente del ex COMFER, que aparece como la expresión más purista del cristinismo.
Hay más: Mario Oporto, Cristina Álvarez Rodríguez, Julio Pereyra y hasta Juan Manuel Abal Medina completan una lista larga donde se mezclan autopostulados con indicados por terceros.
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