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“Hasta sus enemigos reconocían la gracia de García Lorca”

Fabián Vena: «El tema de la sexualidad de Lorca no tiene mucho peso en esta obra, que intenta una comprensión mucho más global».
P.: Ni a consecuencia de un «revuelo callejero» como sostuvo el franquismo...
F.V.: Exacto. Fue asesinado por un régimen que primero lo secuestró y después de fusilarlo clandestinamente hizo desaparecer el cuerpo. En cierto sentido es muy parecido a la tragedia que hemos vivido aquí durante la dictadura militar.
P.: Supongo que se está refiriendo al libro «El hombre que detuvo a García Lorca», allí Gibson insiste en el carácter homófobo del crimen.
F.V.: El tema de su homosexualidad no tiene demasiado peso dentro de la obra. Se alude a ella a través del siniestro personaje que lo denunció, Ramón Ruiz Alonso, que también participó de su arresto. Era un tipógrafo y político ultraderechista de Granada. Como artista, Lorca estaba comprometido con miles de cosas pero no adhería claramente ni a un bando ni a otro. Estaba en la vereda de enfrente de todos y eso justamente lo ponía en serio peligro.
P.: Gibson logró entrevistar a Ruiz Alonso en 1967 y lo define como «un fascista católico» que en todo momento hacía alarde de su virilidad.
F.V.: Su interés en eliminar a Lorca no sólo tenía que ver con la homosexualidad del poeta, sino con la envidia que despertaba su prestigio y talento, sobre todo en su pueblo. La gente que más lo conoce a uno puede ser la más dañina.
P.: Dicen que Lorca seducía a todo el mundo con su ingenio y simpatía. Incluso Buñuel, que detestaba sus piezas teatrales, llegó a decir que la obra maestra era él.
F.V.: La gracia de Federico era reconocida incluso por sus enemigos y para corporizar el espíritu de este artista multifacético se incluyeron registros de sus amigos, además de sus conferencias y entrevistas. En este caso, percibimos la extrema sensibilidad e intimidad poética con que vivía a través de situaciones que, obviamente, no son las mejores de su vida. No es una tertulia entre amigos, ni aparece tocando el piano. Por mi parte, trato de generar una fuerte empatía con el público. Ya el hecho de estar en un escenario como éste me obliga a ponerle un poco de brillo a mi actuación, si no, estoy perdido. Es un protagónico muy importante. Salvo en los dos minutos que Graciela Dufau recita «Oda a Roma», estoy todo el tiempo en escena.
P.: ¿Cómo será el programa de teatro que va a conducir por «Canal a»?
F.V.: Se va a llamar «Obra en construcción», saldrá al aire en 15 ó 20 días. La idea es mostrar cómo se monta una obra de teatro. Cada programa va a estar dedicado a un autor: Calderón de la Barca, Shakespeare, Brecht... y se van mostrar fragmentos de piezas muy importantes. Yo me encargo de contar quién es el autor y cómo es la obra, pero también grabé una escena de «La gaviota» con dirección de Laura Yusem. Ahí nomás me abalancé y les dije: «Al menos, déjenme hacer a Treplev, sino los mato».
P.: El teatro sigue siendo una de sus prioridades.
F.V.: Siempre lo fue. Me obsesiona la técnica actoral y trato de ser un actor versátil. Ahora estoy leyendo material de teatro para mantener la continuidad y no estancarme en ningún género. En «La sombra de Federico» hay emoción y lloro sin parar, así que el otro día dije: «basta, lo próximo es una comedia».
Entrevista de Patricia Espinosa
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