3 de agosto 2017 - 22:17

La costumbre de la excelencia

• EL FESTIVAL BARENBOIM 2017 TUVO SUS GLORIOSAS PRIMERAS JORNADAS

Saludo final. Martha Argerich, Daniel Barenboim y la West-Eastern Divan Orchestra en el concierto del martes en el Teatro Colón
Saludo final. Martha Argerich, Daniel Barenboim y la West-Eastern Divan Orchestra en el concierto del martes en el Teatro Colón
Lo que en su momento fue un acontecimiento extraordinario ya es casi una costumbre. Sin embargo, la conjunción en el escenario del Colón de Daniel Barenboim y Martha Argerich mostró, en su cuarta edición, que el conocimiento y la confianza artística entre ambos parece haberse afianzado, y continúa dando frutos extraordinarios.

El Festival comenzó el sábado al mediodía en la Plaza del Vaticano con una suerte de aperitivo musical. En contraste con esa primera presentación multitudinaria, el concierto del domingo tuvo un clima igualmente fervoroso, pero (lógicamente) un ambiente más propicio. Ante un Colón lleno, aunque no desbordante, los pianistas ofrecieron un programa íntegramente debussyiano -tanto en obras originales para dos pianos como en arreglo de piezas propias y de Wagner-, como preámbulo a la conmemoración, el año que viene, del centenario de la muerte del compositor.

Luego de la obertura de "El holandés errante", los "Seis epígrafes antiguos", con ambos compartiendo el teclado, fueron el momento de mayor conexión y comunión de estos dos pianistas tan diferentes en su enfoque pero tan profundamente compenetrados. "En blanc et noir", que interpretaron en 2015, se sintió esta vez más pulida en sus juegos rítmicos y más profunda en su vuelo. En el "Preludio a la siesta de un fauno" los intérpretes sortearon el doble desafío de evocar los colores que Debussy evocó y los que plasmó, y en el final del programa, "El mar" los mostró nuevamente unidos en impulso y expresión. Sin embargo, las diferencias de sonido y de enfoque de Argerich, la "pianista total", y Barenboim, el "músico total", siguen existiendo, y la transparencia debussyana pareció dejarlas aún más en evidencia.

El martes, en cambio, la presencia de Argerich en el piano y Barenboim en el podio, al frente de la West-Eastern Divan Orchestra, confirmó por qué es la instancia más esperada del Festival. De buen humor y con aspecto relajado, Martha acometió el Concierto para piano, trompeta y orquesta de cuerdas de Shostakovich en compañía del extraordinario Bassam Mussad, en una de las mejores performances que la pianista ha brindado aquí en los últimos años, y en la que combinó precisión, dinámica, colores, cohesión con el conjunto y brillo individual. En lugar de ofrecer el bis en solitario que muchos esperaban, Argerich se despidió tocando con Barenboim "El jardín feérico", de "Mi madre la oca", y tendiendo un puente hacia la segunda parte del concierto.

Barenboim pensó a Ravel como punto de equilibrio entre los lenguajes de Shostakovich y Alban Berg. Sus interpretaciones de "Le tombeau de Couperin" y la suite de "Mi madre la oca" revelaron por parte del director una gestualidad cada vez más minimalista; como el escultor, Barenboim sabe que la esencia está dentro, y que aquí se trata sobre todo de contener y modelar el sonido de una orquesta perfectamente entrenada, y en la que el espíritu de cámara es omnipresente. Esa marcación se hizo, por razones obvias, más técnica y precisa en las Tres piezas para orquesta opus 6 de Berg, que se escucharon en una versión que subrayó su aspecto más voluptuoso.

Mañana, con tríos de Beethoven por Barenboim padre e hijo más Kian Soltani, y el sábado, domingo y lunes, con "Don Quijote" de Strauss y la quinta sinfonía de Chaikovski, continúa esta travesía anual que nunca deja de deparar sorpresas apasionantes.



=Martha Argerich y Daniel Barenboim, pianos. Obras de R. Wagner y C. Debussy. (Festival Barenboim, Teatro Colón, 30 de julio). / West Eastern Divan Orchestra. Marta Argerich (piano). Director: Daniel Barenboim. Obras de M. Ravel, D. Shostakovich y A. Berg (Festival Barenboim, Teatro Colón, 1 de agosto).

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