El debate sobre las importaciones es acerca de algo muy concreto: si le damos trabajo a argentinos o importamos trabajo desde otros lugares.
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El oficialismo plantea la discusión como si fuera ideológica, de alta política: ser aperturista y amante de la libertad o supuesto proteccionista. No es así. Desde que el mundo es mundo -y sobre todo desde que el capitalismo es capitalismo- las naciones disputan por dar a sus pueblos bienestar a través de la actividad económica y el empleo bien pago. Esa disputa es cada vez más notoria en estos tiempos de incertidumbre económica mundial, en los que hay grandes excedentes de producción buscando ubicarse a precios viles.
No se trata de no importar o de cerrar nuestra economía, sino de ser inteligentes en la forma en la que nos abrimos. Ser inteligentes significa ante todo cuidar el empleo argentino, porque cada empleo que se pierde hoy es muy difícil de recuperar mañana.
Quienes queremos que Argentina avance en un proceso de desarrollo que pueda incluir a todos los argentinos vemos en cada foto de hoy la película de lo que nos espera. En 2016 las importaciones crecieron en cantidades un 5%, pero las importaciones de bienes de consumo se dispararon un 17%. Estamos viendo números similares en el comienzo de este año. Esto quiere decir que la tendencia no es importar insumos para producir más y ser más competitivos, sino importar productos terminados para dejar de producir.
Los resultados concretos se ven en los sectores de la economía real que son dejados a merced de la competencia desleal y que, en el mejor de los casos, son invitados a una difusa "reconversión" sin plan concreto que significa lisa y llanamente su desaparición en un muy corto plazo. Desde la Comisión de Industria que presido en la Cámara de Diputados estamos convocando a empresarios y trabajadores de esos sectores, siguiendo con lo que hicimos el año pasado, para monitorear la tormenta perfecta que están atravesando estos sectores: caída de la actividad, aumento de costos, apertura de importaciones y competencia desleal por parte de países que venden a precios de dumping. De seguir esta tendencia, muchos sectores entrarán en emergencia.
Albert Einstein decía que la mejor definición de locura es intentar lograr resultados diferentes haciendo siempre lo mismo. Argentina ya ha vivido experiencias como estás en el pasado, y los resultados han sido siempre los mismos: la destrucción de la incipiente producción nacional y una crisis de proporciones dramáticas para la mayoría de los argentinos. También nos enseña que importar barato no garantiza precios baratos, pero sí asegura desocupación y miseria. Que no vuelva a pasar.
(*) Presidente de la Comisión de Industria de la HCDN - Dirigente de la UIA
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