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La mano militar sujetó el voto
Las pasiones están en su punto álgido: los observadores electorales y los activistas de los dos candidatos durmieron el fin de semana ante los locales electorales, para evitar que los opositores políticos robaran las urnas.
En Mahalla al Kubra, centro de la industria textil en el delta del Nilo con una gran tradición revolucionaria, desconocidos intentaron asaltar el local durante la noche. Pero activistas del campo del islamista Mohamed Mursi lo impidieron, informó el portal Al Balad.
Pero la mayoría de los egipcios mostró esta vez poco interés en los comicios. El primer día se registró una participación del 15 por ciento, según el sindicato de abogados egipcio. Y es que la elección entre Mursi, un político de la Hermandad Musulmana con el carisma de un clérigo de mezquita de pueblo, y Ahmed Shafiq, exgeneral y último primer ministro del derrocado expresidente Hosni Mubarak, fue de todo menos atractiva.
Ante los locales electorales en la calle Nasiriya en un barrio de trabajadores del centro de El Cairo, la afluencia no fue muy numerosa. «Todos saben que las elecciones están arregladas a favor de Shafiq. ¿Hicimos la revolución para que Mubarak vuelva?, afirma un hombre sentado ante su tienda cerrada que no quiere dar su nombre.
Al poco atractivo de la segunda vuelta electoral contribuyó también la falta de un candidato moderado o vinculado a la revolución popular contra Mubarak, ya que los representantes de esos sectores fueron eliminados en la primera rueda el 23 y el 24 de mayo, al quedar divididos los votos entre los distintos aspirantes.
Mursi y Shafiq lograron, con el 25 y el 24 por ciento de los votos, respectivamente, pasar a la segunda vuelta. Si el llamado campo revolucionario se hubiera unido en torno a un único candidato, habría tenido buenas opciones de alcanzar la segunda vuelta en lugar de Shafiq. El que más cerca estuvo fue el nacionalista de izquierda Hamdín Sabahi, que quedó en tercer lugar.
Pero los generales, que llevan las riendas del país desde la expulsión de Mubarak en febrero de 2011, parecen no querer ceder el poder.
Dos días antes de la segunda vuelta de las elecciones, el Tribunal Constitucional, integrado por jueces de la era Mubarak, disolvió sorpresivamente el Parlamento, elegido a comienzos de año y dominado por las fuerzas islámicas. «El próximo presidente llegará al poder sin que haya instituciones estatales», afirma Saad Hagras, editor del diario Al Alam al Youm. «No hay Parlamento ni Constitución. Las únicas instituciones estatales que existen son los militares, la Policía y la Justicia.
Agencia DPA
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