Encontrar zapatos artesanales, hechos a medida y de calidad, hoy es todo un desafío, pero en el corazón de la Capital la empresa familiar Correa, desde los años 50, trabaja en el rubro, manteniendo una destacada y elegante cartera de clientes.
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Aquellos amantes del buen vestir y de la elegancia, al arribar al local ubicado en Mario Bravo al 700, no dejan de sorprenderse al descubrir el tratamiento y la confección íntegramente manual y personalizada en el calzado. Con los mejores cueros vacunos hacen zapatos sofisticados, se destacan los materiales exóticos, como los cueros provenientes del elefante, el yacaré, la avestruz africana, donde el principal protagonista es el de la manta raya, que logra un zapato clásico, pero a la vez moderno y hasta extravagante, los cuales se venden en un precio de alrededor u$s 1.600, que varía según el modelo.
Entre sus exclusivos clientes se encuentran políticos, poderosos empresarios y figuras del espectáculo.
Además, los zapatos refinados y con un público más que exclusivo han llegado a la realeza en el antiguo continente. «Fueron obsequiados al príncipe de Asturias, Felipe de Borbón», comentó orgulloso Félix Correa, dueño de la firma. También agregó que llegaron al primer mandatario del país vecino, Luiz Inácio Lula da Silva, y a su familia, mientras que forman parte del vestidor del ex presidente de los Estados Unidos George W. Bush.
A pesar de la crisis financiera y los inconvenientes del campo, en el último año las ventas fueron buenas, pero en la empresa aseguran que «ya no se viven épocas dulces como hace dos años». Es que los principales clientes son del exterior y aunque se ven beneficiados por la diferencia de cambio entre la moneda local y el dólar, han ajustado sus gastos. «Nuestros clientes internacionales siguen comprando los productos, pero se ve una reducción, antes llevaban de a dos pares, ahora sólo llevan uno», indicó Félix Correa.
La diferencia en las ventas está bien marcada. «Los clientes nacionales diseñan sus zapatos con cuero vacuno, mientras que los extranjeros suelen hacerlo, además, con cueros exóticos», comentó Héctor Pelizoli, socio de la firma. A nivel internacional, la zapatería está posicionada, sobre todo en el Viejo Continente. Aunque gran parte de sus compradores es también de Estados Unidos, Canadá, Chile, entre una innumerable lista. «Para nosotros tener esta cartera de clientes es todo un honor, ya son como amigos de la familia», comentó Félix.
En la fábrica trabajan alrededor de 15 operarios, gran parte de ellos tiene años en la empresa. Se respira un buen clima y devoción por el trabajo: «Amamos esto, es toda una vida acá», aseguró uno de los empleados mientras moldea una suela. Hoy se confeccionan entre 30 y 40 pares de zapatos por día, aunque recuerdan que en las buenas épocas ese número ascendía a más de 100 diarios.
Los zapatos básicos y más económicos rondan los $ 700, lo que hace que se manejen con un público exquisito. Desde la firma aseguran que no hay competencia semejante en el país, aunque destacan que hay muy buenos boteros y zapateros femeninos. «El mercado está dividido, aquellos que realizan calzado para mujer no lo hacen para hombres, es como el sastre y la modista», aseguró Correa.
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