13 de agosto 2012 - 00:00

Máximo desafío de Mursi en Egipto: descabezó la cúpula militar

El presidente islamista de Egipto, Mohamed Mursi (centro), en una foto reciente junto al número uno y al número dos de las FF.AA., mariscal Husein Tantaui y Sami Anan, ayer defenestrados (arriba). Dos cuerpos carbonizados de presuntos terroristas son exhibidos por militares en el Sinaí, donde se realiza un despliegue de seguridad sin precedente (abajo).
El presidente islamista de Egipto, Mohamed Mursi (centro), en una foto reciente junto al número uno y al número dos de las FF.AA., mariscal Husein Tantaui y Sami Anan, ayer defenestrados (arriba). Dos cuerpos carbonizados de presuntos terroristas son exhibidos por militares en el Sinaí, donde se realiza un despliegue de seguridad sin precedente (abajo).
El Cairo - En un movimiento sorpresa de consecuencias impredecibles, el presidente egipcio, Mohamed Mursi, remodeló ayer la cúpula de las poderosas Fuerzas Armadas y arrebató a los militares las prerrogativas legislativas que se habían reservado.

Sin previo aviso, el portavoz presidencial, Yaser Ali, leyó la orden del islamista Mursi de pasar al retiro al mariscal Husein Tantaui, ministro de Defensa y jefe del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, que dirigió Egipto desde la caída de Hosni Mubarak en febrero de 2011 y hasta la elección del nuevo mandatario en junio.

En el cargo desde 1991, Tantaui fue relevado por Abdelfatah al Sisi, mientras que el «número dos» de la cúpula militar, Sami Anan, también fue jubilado y reemplazado por Sedqi Sobhi.

Tantaui, de 77 años y cuya jubilación se rumoreaba desde hace tiempo, y Anan, de 64, fueron nombrados asesores de la Presidencia y recibieron altas condecoraciones del Estado.

También pasaran al retiro los jefes de la Armada, Mohab Mimesh, y del Aire, Reda Hafez, ambos recompensados con altos cargos en el Gobierno y la administración civil.

Sin embargo, la decisión más controvertida de las anunciadas ayer fue una nueva declaración constitucional que anula la aprobada por la Junta Militar en junio, sólo horas después de que se cerrasen las urnas de las elecciones.

De esta forma, Mursi despoja a la cúpula militar de su poder legislativo y coloca un jalón en el camino de Egipto hacia un Estado civil
.

En su día, los críticos con la Junta Militar hablaron de un «golpe de Estado blando» cuando las Fuerzas Armadas aprobaron las enmiendas constitucionales de forma unilateral.

Ahora queda por comprobarse la reacción del Ejército y de la sociedad egipcia ante una maniobra que otorga a Mursi, el poco carismático «apparatchik» de los Hermanos Musulmanes, un poder prácticamente omnímodo.

Mursi pasa a «gozar de todas las prerrogativas estipuladas en la cláusula 56» de la Constitución provisional, entre las cuales está la autoridad legislativa.

El Parlamento se halla en la actualidad disuelto por un fallo del Tribunal Constitucional, que encontró irregularidades en su formación, por lo que Mursi arrebata así a los generales la capacidad de generar leyes que éstos habían conservado al transferir el poder ejecutivo.

Además, el presidente también se reserva el poder para designar una nueva asamblea constituyente -encargada de elaborar la nueva Constitución- «si hay algo que impida a la actual completar su trabajo».

Esta hipotética asamblea constituyente, que será designada por el presidente si es necesario, tendría tres meses para completar el borrador de la carta magna, que sería sometido en treinta días a un referendo popular, tras lo cual, en menos de dos meses, deberían celebrarse elecciones legislativas.

Pero los profundos cambios anunciados por Mursi no acabaron ahí.

En otra vuelta de tuerca inesperada y después de muchos rumores, Mursi nombró como vicepresidente al juez Mahmud Meki, hermano del ministro de Justicia, Ahmed Meki.

Meki, vicepresidente del Tribunal de Casación, fue uno de los magistrados que se caracterizó por su defensa de la independencia judicial frente al régimen de Mubarak, junto a Hisham Bastawisi, excandidato presidencial en los últimos comicios.

El cargo de vicepresidente apenas tiene precedentes en las últimas décadas en Egipto, ya que Mubarak sólo designó en ese puesto a su «número dos», Omar Suleimán, en los últimos días de sus treinta años de dictadura, poco antes de ser obligado a dimitir. El sismo en las estructuras de poder en Egipto vino precedido por otro temblor de menor calado, hace sólo cuatro días, cuando Mursi reemplazó al poderoso jefe de los servicios secretos, Murad Muafi. Además, los cambios coinciden con la mayor operación militar de Egipto en la península del Sinaí desde la guerra contra Israel en 1973.

El Ejército y la Policía egipcios se desplegaron en ese territorio para «vengar» la muerte de 16 de sus efectivos hace una semana a manos de supuestos terroristas.

Precisamente ayer, el Ministerio del Interior anunció que al menos cinco presuntos terroristas murieron y otros cuatro fueron capturados en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad en una zona del norte del Sinaí.

Agencias EFE, ANSA, Reuters, AFP y DPA

Dejá tu comentario