12 de diciembre 2013 - 00:00

Miami busca convertirse en un nuevo polo cultural

El PAMM (Pérez Art Museum de Miami), cuyo rasgo esencial es ser el primer asentamiento cultural sobre el agua, logró que finalmente el arte compitiera con el deporte encarnado en la vecina Miami Arena.
El PAMM (Pérez Art Museum de Miami), cuyo rasgo esencial es ser el primer asentamiento cultural sobre el agua, logró que finalmente el arte compitiera con el deporte encarnado en la vecina Miami Arena.
Miami (Especial) - Quienes aún insisten que Miami es el reino de la anticultura tendrán que cambiar su percepción porque la brújula lentamente cambia su curso y la ecuación resulta por demás interesante.

Esta ciudad balnearia con aspiraciones ya es puerta a Latinoamérica y nexo vital en todo renglón, incluso el artístico. Tampoco ha dejado de ser tradicional meca del shopping; con el aterrizaje Art Basel lo es del mercado de arte mundial. Este gigantesco supermercado de lujo genera ferias de arte satélites que atraen multitudes, este año mas de veinte, además de un centenar de galerías totalizando seis mil artistas mostrando sus trabajos. Desde los avatares del arte al horror del tránsito y la profusión de fiestas que la banalizan ad nauseam, es imposible escaparse. Miami no tendrá carnaval pero tiene Art Basel, buen motivo de atracción y celebración cuando el circo regresa cada año y los barrios son invadidos por carpas, estandartes y una fauna conformada por celebridades y donadies que justifican la passeggiata evocativa de la pasarela final de Ocho y medio.

Los habitantes de Miami conformamos una tribu dispar. Los nativos y adoptados tomamos cada acontecimiento cultural como triunfo propio. Sufrimos del síndrome de rechazo a toda crítica, algo provincial pero comprensible en vista del esfuerzo que implica asentar cada ladrillo ilustrado sobre este coral poroso amenazado por agua y vientos de todo tenor. Este año, la excusa de ArtBasel señaló la oportunidad dorada para un hito local de proyección internacional, la inauguración del Pérez Art Museum Miami, una joya arquitectonica que combina magistralmente la fusión de hombre, arte y naturaleza ejemplificada en Miami.

Al complejo Adrienne Arsht (Pelli), siguió la New World Symphony (Gehry); ahora es el PAMM (Herzog & de Meuron), cuyo rasgo esencial es ser el primer asentamiento cultural sobre el agua. Y entonces, podría decirse que si Buenos Aires era la ciudad de espaldas al rio, culturalmente Miami lo fue con ese mar que la rodea. El PAMM rompió el hechizo, finalmente el arte compite con el deporte encarnado en la vecina Miami Arena. La propuesta de los suizos es notable, como el teatro de Gehry, su virtud reside en optar ser receptáculo por sobre landmark. Inspirado por el curioso "Stiltsville" un grupo de casas sobre pilotes en los 40 hacia el confín de la bahía Biscayne conjuga una solidez y levedad que inspira e incluso atemoriza aunque sus cristales antihuracanes sean los mas grandes del planeta. En la radical combinación de piedra y madera dos elementos inusuales en Miami amén de una luz mágica provista por ventanales que dejan ver el mar y la ciudad a cada paso, se plasmó un ámbito que concita un punto de inflexión emblemático.

Si para los griegos, los delfines traían buena suerte, verlos retozar en la bahia desde las terrazas del museo resultó una imagen providencial, anecdótica, que superó cualquier Disney. Obviamente, no es Paris sino Miami y la inserción del PAMM ha desplazado al aluvión Art Basel en la consciencia colectiva de la ciudad. Toda una hazaña. Por ahora, mas continente que contenido, es una plataforma hacia una colección que tiene como desafío reflejar las convergencias de este enclave peculiar. La muestra inaugural reflejó varias tendencias aunque el vector fue el desarraigo y consecuente inmigración o viceversa. Desde la inmensa muestra del disidente Ai Weiwei al tributo a la modernista cubana Amelia Peláez pasando por el archivo visual y de poesía concreta Ruth & Marvin Sackner (tesoro del museo) y la colección temática "Americana" quizás los múltiples barcos de la instalación de Hew Locke que recibe al visitante sean los que mejor reflejen la problemática de todo exilio, sea material o espiritual.

Con 250 galerias de 35 países, la edición Art Basel Miami Beach reconfirmó la tendencia aún más conservadora que el pasado año con innegable protagonismo de la pintura, en especial la abstracción y el arte concreto, seguida por la fotografía por sobre instalaciones, video y escultura. De hecho, lo más tragresor se vió en los museos y colecciones de Miami -vale mencionar

las de Margulies, De la Cruz, CIFO y Rubell además del Bass Museum, el Wolfsonian, FIU y el MOCA con los vacuos neones de Tracey Emin sin contar con ferias como Untitled y Scope, instaladas en espectaculares carpas en medio de la playa, y Pulse en el Ice Palace donde primó la fotografía. En el recuperado espacio Bacardi hoy Young Arts Foundation, Marina Abramovic presentó su retrato en 3D por Matthu Placek, apenas uno de los innumerables eventos de una semana trajinada.

Cruzando la bahía, como pendant de Art Basel en Miami Beach, otra vez Art Miami y sendas ferias paralelas se instalaron en Wynwood-Design District, conformando un panorama rico, ecléctico pero desigual. Al igual que su hermana mayor, se registró fuerte presencia alemana y brasileña con importantes aportes del área latinoamericana donde galerías como Leon Tovar, Ascaso y Durban Segnini llevaron la delantera. No obstante, la edición 2013 se notó mas abigarrada y con la notable ausencia de galerías tradicionales en esta feria.

Vuelta a Art Basel se disfrutó de las afortunadamente habituales piezas de museo Ernst, Munch, Miró, Nolde, Magritte, Kandinsky, Freud, Schlemmer, Feininger, etc sin olvidar Louise Bourgeois, Kapoor, Brancusi, Gormley, Fontana, Duchamp, Baldessari, William Kentridge y Maya Lin. Imposible no mencionar a Georgia Russell y sus filigranas de papel, los mantos de El Anatsui, los nocturnos de Doug Aitken, el "alma" de Ugo Rondinone, la figuración de Tim Eitel, el ascetismo de Edda Renouf, los laberintos gráficos de Dean Byngton y la serenidad del sueco Paul FTMgerskiöld entre cientos de artistas memorables. En el ámbito latinoamericano, Henrique Farías desplegó cáustico humor, Sur de Montevideo sus Torres Garcia de rigor y Mary-Anne Martin un antológico Gunther Gerzso y excepcionales Wolfgang Paalen.

Con saldo positivo, esta vez empezando por el PAMM, el mayor mérito del huracán Art Basel pareció quedar en casa. Miami apuesta a un crecimiento tan necesario como inevitable. Está dejando de ser el patito feo. Enhorabuena.

Dejá tu comentario