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Pese a la crisis, crece el negocio de los cementerios
• CADA VEZ MÁS ARGENTINOS ADQUIEREN PARCELAS QUE CUESTAN HASTA $ 150.000
«Tenemos una estructura de ventas para parcelas de 220 agentes que hacen llamadas a personas que integran bases de datos obtenidas principalmente a través de los 'referidos', gente cuyos datos conseguimos a través de familiares o amigos que ya son nuestros clientes», explica Daniel Veltri, gerente comercial del grupo Jardín del Pilar, dueño de siete cementerios privados -Jardín de Paz Pilar, Jardín de Paz Oeste, Memorial, Campana, Gloriam y Parque del Reencuentro y Parque del Recuerdo en Montevideo-, y además diez casas funerarias. Pero no es la única técnica que usan los cementerios: también hay «premios» por comprar ciertos productos o gastar determinados montos y hasta stands promocionales en eventos como Casa FOA o Estilo Pilar. De nuevo, los sepulcros apelan a las mismas técnicas de marketing que el resto de los sectores minoristas del mercado. Sin embargo, los psicólogos consultados no creen que se trate de un producto igual a otros. «Es curioso que este tipo de servicio se venda como cualquier otro porque la gente compra lo que usa y, en realidad, no piensa en la muerte como propia», asegura Juana Lichtenstein, psicoanalista de la institución Azoi.
Asimismo, Daniel Carunchio, gerente general del Grupo Funarg -que tiene 3 cementerios, Parque Ceremonial, Parque las Praderas y Parque Eternidad, además de 23 cocherías con oficinas y velatorios- cree que todo pasa por una cuestión de estatus. «Quien compra por previsión elige el tipo de servicio sobre todo por una cuestión de imagen. Piensan en la opinión que tendrá su núcleo cercano de donde será enterrado y con qué servicio de sepelio. Por eso se fijan en qué salas de velatorios contratan, si ofrecen servicios de cóctel, misas, o lacayos», dijo.
Ajenas a preocupaciones freudianas, las empresas varían sus estrategias de venta en función de si el posible cliente es un miembro del núcleo cercano de un recién fallecido o si se trata de uno que proyecta a futuro, lo que en la jerga mortuoria se denomina «venta previsión» y que representa el 60% del volumen total de ventas.
«Por lo general, estos clientes tienen cerca de 50 años, edad en la que generalmente la gente comienza a plantearse la idea de que la muerte forma parte de la realidad, porque sus padres enferman», dice el ejecutivo.
El caso extremo -y atípico- de marketing mortuorio lo protagoniza Boca Juniors, cuyos dirigentes vieron buenas posibilidades comerciales allí. Así, desde setiembre de 2006, los hinchas que siguen a su club a todos lados y lo defienden «a muerte», pueden descansar en paz en un sector exclusivamente «bostero» que se encuentra en el cementerio privado Parque Iraola.
«Usamos la base de datos de socios del club para ofrecer por teléfono las parcelas de Boca y recibimos muchas consultas de hinchas interesados desde otros países. Ya llevamos 20 personas inhumadas y 100 parcelas vendidas», aseguró Gustavo Prieto, gerente del cementerio. Para los fanáticos que desean adquirir una parcela los precios van desde los $ 5.000 a los $ 22.000, en función a la cercanía de los diferentes íconos y escudos del club que se encuentran ubicados en el camposanto.
Toda una contradicción sea quizás esto de pagar por la muerte; sin embargo la mayor paradoja es que las parcelas que albergan la muerte se compran «de por vida».
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