22 de octubre 2015 - 00:00

Pumas respetan premisa de jugar

Los Pumas le ganaron a Irlanda. Sí. Es cierto y lo deportivo es importante, por supuesto. Pero igual de importante es que Los Pumas han regalado -nos y se han regalado- una actuación convincente, declamatoria de principios, firme y completamente transparente de cómo es que estos Pumas juegan no importa la instancia, no importa el rival.

Desde la llegada de este staff conducido por Daniel Hourcade y al que acompañan Raúl Pérez, Pablo Bouza, Emiliano Bergamaschi, Germán Fernández y Martín Gaitán, este equipo Puma ha tenido una premisa única y repetida hasta el cansancio y ahora, no sólo visible sino palpable.

Crecimiento

La materia prima siempre estuvo. Lo que había que hacer era incentivarla, mostrarle el camino, enseñarles las destrezas del hemisferio sur a los que no las tenían y dotárselas a los juveniles que, en masa, se fueron incorporando al sistema sin prisa y sin pausa desde 2013.

Es decir: dos años atrás, cuando Daniel Hourcade se hizo cargo de este equipo, Los Pumas no venían de tiempos felices y había quienes dudaban no sólo del ingreso al Rugby Championship como algo positivo, sino que se preguntaban de las capacidades del tucumano para estar al frente de un seleccionado.

Con trabajo serio, humildad, puertas abiertas, firmes principios que nunca se torcieron, una planificación adecuada y máxima confianza en los referentes positivos de Los Pumas, rodeándose y rodeando al equipo de un halo de confianza a veces hasta increíble, es que este equipo Puma fue creciendo en juego partido a partido, con avances y retrocesos, pero siempre dotándolos de una confianza ciega. "Jueguen, que ustedes pueden y tienen con qué, les dijo Hourcade. Y una frase que en círculos más íntimos repitió como un mantra: "Si juagan bien y ganan, la gloria es para ustedes. Si pierden jugando, la derrota es mi culpa. Jueguen".

Los jugadores jugaron. ¡Y cómo! Pero no ahora en este Mundial. Posiblemente, la gente que ve rugby sólo durante la competencia ecuménica se desayune y abra los ojos sorprendida al ver a estos Pumas hacer lo que han hecho hasta acá, pero atención: en el ciclo que lleva Hourcade y su staff (y con Agustín Creevy como capitán ejemplar, un detalle que es en absoluto menor) al frente del equipo se le ha ganado a Australia (en Mendoza), a Francia (en Francia), a Italia (en Italia), a Sudáfrica (en Sudáfrica) y curiosamente, había habido traspiés ante Irlanda y ante Escocia.

Pero la idea de juego estaba, estuvo y está. Prendió entre los más grandes y también, en los más chicos. Los Pumas tuvieron en el campo de juego en Cardiff, en uno de los estadios más lindos para vivir rugby (¿o el más lindo?... puede ser), a siete jugadores que, en el último Mundial de 2011, en Nueva Zelanda, todavía estaban estudiando en el colegio secundario.

Y aquí es donde entra la mano del capitán Agustín Creevy. Un jugador que le sacó el acartonamiento y el peso a la función del capitán, que humanizó la función, que la hizo más amena, que incluyó a las diferentes franjas etarias lejos de separarlas. Un jugador que con el ejemplo de jugar a mil, pero relajado, confiado, disfrutando se ganó la confianza de los que no lo conocían.

Y párrafo aparte también para los más veteranos. Para aquellos que con dos o tres mundiales encima siempre apoyaron la idea de jugar. Que entendieron para dónde iba esto y aportaron su capacidad de juego, su enorme experiencia y siempre en pos del equipo. Positivamente.

Los Pumas ya están entre los cuatro mejores del Mundial. Pero en el juego, en la propuesta, no hay ni primeros, ni segundos, ni terceros. Hay un futuro muy feliz por delante para el rugby argentino sin importar el peldaño que ocasionalmente ocupe.

Trabajo. Plan. Juego. Parece fácil. Lo es: sólo hay que llevarlo a cabo.

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