Cuando el Dow se anota una seguidilla de diez ruedas de subas consecutivas (algo que no veíamos desde noviembre de 1996) y lo que es aún más relevante: la mayoría de ellas marcando nuevos máximos históricos en términos nominales (al S&P500 le faltan dos puntos para romper el máximo marcado en octubre de 2007), las explicaciones de la suba huelgan (que Hewlett-Packard e IBM -ésta marcó un máximo histórico mientras Apple que ayer ganó el 1% ha caído casi el 40% desde su récord de septiembre último- hayan sido las estrellas de la jornada o que los pedidos de seguro por desempleo se redujeran de manea inesperada, en realidad poco y nada importan). Tal vez lo mejor que podemos decir es que los precios de las acciones trepan (ayer el Dow sumó el 0,58%, cerrando en 14.539,14 puntos) porque los inversores estiman que seguirán trepando (el índice VIX -del temor- cerró en 11 puntos, el mínimo en seis años). Esto último sería en tanto y en cuanto la Reserva Federal continúe inyectando u$s 85.000 millones mensuales en el mercado financiero, y mientras estos fondos no tengan un mejor lugar para que los inversores canalicen este dinero. A pesar de esto es notable que la actual suba no ha sido capaz de generar la euforia típica de procesos similares al actual, algo que se reflejó en el volumen negociado ayer (en todos los mercados accionarios), que resultó un 7% inferior al promedio del año pasado. Si bien la falta de entusiasmo pone nerviosos a algunos que vienen definiendo la suba como una "burbuja", otros ven en ello la promesa de un futuro vuelco masivo de los inversores al mercado. Es posible, sin embargo, que ninguna de estas dos partes tengan razón. Lo importante es que usted piense y no "compre" por comprar.
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