5 de enero 2022 - 00:01

Delgado: “La comedia musical local debe cambiar con urgencia”

Diálogo con el coautor, junto con Mariano Condoluci, de “La desgracia”, obra en clave satírica sobre la transmisión de una enfermedad sexual, que estuvo cuatro temporadas en el off y ahora va a La Plaza.

La Desgracia. Los autores no dejan de asombrarse con la idea de una “pandemia” ficticia, y ahora profética.

La Desgracia. Los autores no dejan de asombrarse con la idea de una “pandemia” ficticia, y ahora profética.

¨La comedia musical local tiene que cambiar de manera obligada. Ya no se pueden traer los musicales enlatados porque cuestan mucho y además hay que darle un aire más local¨, dice Juan Martín Delgado, creador junto a Mariano Condoluci de ¨La desgracia¨, que luego de cuatro temporadas a sala llena en el circuito independiente pasa el comercial con debut el 14 de enero en la sala Neruda del Paseo La Plaza. A poco de cumplir 100 funciones, llevaron 15 mil espectadores y apuntan a seguir creciendo a nivel público con la obra sobre una enfermedad de trasmisión sexual como eje (la desgracia del título), pero también historias de amor y un asesinato.Dialogamos con Delgado.

Periodista: Este musical en clave satírica con una enfermedad como eje recuerda a tantas, desde ¨All that jazz¨ a ¨Casi normales¨ o ¨El incidente del perro a medianoche¨.

Juan Delgado: Es un cocktail de musicales clásicos de Broadway. Junto con Mariano Condoluci en 2013 empezamos a escribirlo como tesis y cada escena y canción remiten a clásicos como ¨La tiendita del horror¨, ¨Urine town¨, ¨Wicked¨, ¨Rent¨, ¨Chicago¨ y tantas. Por ejemplo, cuando la intendente del pueblo habla desde las alturas a todos los habitantes, genera un momento solemne que está en ¨Wicked¨ y otros. Hay pequeños trucos sobre como pasar del texto a la canción. En ¨Rent¨ hay una escena en donde se desmaya uno de los personajes, entra en un sueño y aparece la canción, aquí tenemos algo similar.

P.: ¿Tomaron la idea de la enfermedad de aquellas?

J.M.D.: Este musical surge como tesis de la Fundación Julio Bocca y teníamos que cumplir con ciertas pautas. A la hora de pensar dónde la situábamos, como lugar arbitrario elegimos un hospital, y se nos ocurrió una enfermedad que se transformaba en una pandemia que hacía rebalsar todo el sistema. Nunca imaginamos que años después llegaría la pandemia real.

P.: ¿Cómo se resignificó la obra cuando la retomaron después de la cuarentena y todavía en pandemia?

J.M.D.: Cuando volvimos a ensayar después de un año y medio parados, volver a escuchar esos textos fue fuerte. No tuvimos que modificar ni agregar chistes, todo resonaba: el poder político, el negocio de la salud, la ignorancia del pueblo sin herramientas para afrontar la situación. No tomamos una posición tampoco, por ejemplo, los antivacunas. Lejos de querer aleccionar o dejar mensaje, la obra es reflejo de todas las miserias que salen a la luz. Cada uno trata de salvarse a si mismo.

P.: Y no falta la historia de amor...

J.M.D.: Hay conflictos amorosos que se enredan con la cuestión política. La intendente está enamorada del doctor, quien a su vez le da la mediación psiquiátrica y eso le da un status más alto, él termina siendo quien maneja su estado anímico. A su vez la hija de la intendenta, también enamorada del doctor, se agarra la enfermedad, lo que sobreviene en enredos amorosos y de poder. Un tira y afloje.

P.: ¿Qué diferencias encontraron entre el recorrido por el teatro independiente y este desembarco en el comercial?

J.M.D.: Lo vivimos de la misma manera, creo que la principal diferencia será que la sala Neruda traerá más afluencia de público. En el Galpón de Guevara estuvimos llenos durante 4 años los lunes, con 150 localidades, ahora son 500. Nuestras ganas de hacer la obra es la misma, la forma en que trabajamos entre nosotros y con la gente de la sala también. Esperamos seguir con el mismo espíritu. Seguimos siendo una cooperativa, en términos económicos es lo mismo, 70 para nosotros y 30 para la sala, salvo que si viene más gente cobraremos más. Y eso es bueno porque tenemos mucha inversión técnica, 12 actores microfonados y 7 músicos en escena.

P.: ¿Cómo ve la escena del musical a nivel local?

J.M.D.: Ya no funciona ese sistema en que venían los norteamericanos a chequear que la adaptación local estuviera perfecta, la escena musical local tiene que virar hacia un lado más propio, con aire más argentino, que refleje nuestra realidad y que genere identificación en el público. Estuve haciendo ¨A chorus line¨ con el permiso de argentinizarla un poco, de acercarla, y gracias a eso funcionó. Estuvimos tres años y pudimos volver pospandemia.

P.: Sin embargo muchas veces la argentinización de un clásico de Broadway lo empobrece y hasta lo vuelve más lejano.

J. M.D.: Depende de cómo se haga. Si se mete argentinismo sin demasiada justificación queda descolgado. La obra que viene de otra época y cultura puede acercarse pero hay que evitar meter el chiste fácil, hay que hacer un trabajo más profundo.

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