20 de diciembre 2013 - 00:09
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No por nada se unió con Sergio Pablos, el español que pelechó supervisando los pelos del elefante de Tarzán en la Disney Features Animation y entre otras cosas terminó creando el argumento y la figura de "Mi villano favorito" para la Universal, y ahora quiere hacer en su país lo mismo que Campanella en el nuestro: aprovechar el equipamiento y la experiencia adquiridos para hacer escuela en beneficio de todos.
Liliana Mazure alentó esa idea con becas para los primeros aprendices. Esa es una de las muchas cosas buenas que hizo la ex presidente del Incaa: expandir las posibilidades de conocimiento a todos los interesados, sea en este aspecto de exigencia máxima, en el inicial de seminarios y cursos para diversos sectores como extensión de la propia escuela del Instituto (que también mejoró), o en el más cordial de los Talleres Exprés, que recorren el país brindando a la gente común de pueblos, villas, clubes, etc. la posibilidad de tomar una cámara por primera (y acaso única) vez en su vida, hacer un corto y percibir, de ese modo, lo que es el trabajo del cine.
Divulgación de conocimientos, popularización de oficios, ampliación de posibilidades para soñadores del interior, lo que se llama federalización, a través de concursos, cursos y asesorías son méritos de su gestión. Otros tienen que ver con el plan de digitalización de salas de todo el país, el crecimiento del espacio televisivo a partir de IncaaTV y de decenas de producciones orientadas directamente hacia la pantalla chica, la incorporación del videojuego a la lista de espacios laborales y comerciales de la actualidad, y, sin agotar la lista, la creación de Ventana Sur en 2009, espacio cada vez más fuerte de comunicación y comercio con diversos mercados, asociado con el Mercado del Film de Cannes y el Foro de Coproducción Europa-América Latina de San Sebastián.
De su mano, el Incaa supo impulsar la venta de películas argentinas al exterior. Una lástima, que no haya podido acompañar mejor la exhibición en el propio país. Las salas oficiales distribuidas a lo largo del país, las Km. Incaa, no lucen demasiado eficientes, y la principal, la Gaumont, ha sido notablemente mejorada pero la proyección todavía deja que desear. Lástima, también, la expansión burocrática de su gestión, que acrecentó el número de gerencias y oficinas en alquiler, ya que, según denuncias, en diez años el Incaa pasó de 75 a 643 empleados, amén de 200 contratados, lo que absorbe buena parte del presupuesto anual. Eso, otras denuncias no comprobadas sobre irregularidad de algunos concursos, y la abierta participación del organismo estatal en campañas políticas son reproches que empañan su gestión.
Sobre esto último, cabe entender que a veces Mazure es una militante demasiado entusiasta. Pero también es una persona muy abierta. No cualquier kirchnerista acepta tan sincera y amablemente como ella el homenaje que el Festival de Mar del Plata, conducido por José Martínez Suárez, le brindó a Héctor Olivera por el 30° aniversario de "No habrá más penas ni olvido", "esa película gorila" según la califican todavía con odio los de la nacional y popular.
Y finalmente, las mejorcitas del año:
Ficción. "Tesis sobre un homicidio", Hernán Goldfrid. "La reconstrucción", Juan Taratuto. "Pensé que iba a haber fiesta", Victoria Galardi. "Metegol", Juan José Campanella. "Corazón de León", Marcos Carnevale. "Wakolda", Lucía Puenzo. "De martes a martes", Gustavo Triviño. "Abril en Nueva York", Martín Piroyanski. "María y el Araña", María Victoria Menis. "Sola contigo", Alberto Lecchi.
Documentales. "La chica del sur", José Luis García. "El árbol de la muralla", Tomás Lipgot. "Beirut-Buenos Aires-Beirut, Hernán Belón. "El gran simulador", Nicolás Frenkel. "Lunas cautivas", Marcia Paradiso.
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