6 de mayo 2009 - 19:17

El luchador

Mickey Rourke brinda una muy buena actuación en un raro film del habitualmente oscuro y tortuoso Darren Aronofsky.
Mickey Rourke brinda una muy buena actuación en un raro film del habitualmente oscuro y tortuoso Darren Aronofsky.
El cine negro clásico está lleno de ex boxeadores que la pasan más o menos mal. En este clima se cuenta la historia de un veterano del catch que se niega a dejar el ring, ya que es lo único que le queda en la vida.

«El luchador» también marca el regreso de Mickey Rourke a un protagónico, y es irónico que un actor con películas tan buenas como «La ley de la calle» logre volver por la puerta grande a Hollywood -y obtenga una nominación al Oscar-, con un film de bajo presupuesto coproducido con capitales franceses y filmado en super 16 mm.

El tono marca un gran cambio para un director oscuro y tortuoso como Darren Aronofsky (el del thriller cabalístico paranoico «Pi»). Este melodrama semideportivo está contado con un estilo clásico, bastante simple y espontáneo, diseñado para el lucimiento de su protagonista, algo que sin duda logra.

Rourke es un ex superastro de los titanes del catch al estilo Karadagian, pero en su versión norteamericana. El era siempre el bueno, salía a escena acompañado por la música de grupos heavies ochentistas y se enfrentaba a ogros odiados por el público, con nombres como El Ayatollah. Pero la época de los grandes estadios pasó hace mucho, y la película encuentra a Randy «The Ram» Robinson peleando en gimnasios de colegios ante un público casi inexistente, y desalojado de su miserable hogar por no pagar el alquiler. Su única familia es una hija que no quiere saber nada de él, y su único amor es una bailarina de cabaret (Marisa Tomei, sexy como nunca) que se niega a tener contactos sentimentales con sus clientes fuera del boliche. Una pelea especialmente cruda contra un villa-no que utiliza una engrampadora como arma -esta escena por sí sola justifica el precio de la entrada-, combinada con un cóctel de drogas como para levantar un elefante se llevan las últimas energías del campeón, que se desmaya en el vestuario y despierta en un sanatorio con un by pass. Obviamente la lucha libre se ha terminado para «The Ram», pero aún arriesgando su vida, un cabeza dura como este luchador no va a dejar tan facilmente el ring.

La película está muy bien filmada, tiene una muy buena actuación de un desfigurado Rourke, y tiene una mitad inicial muy divertida e intensa en su tragicómica decadencia. Luego aflora el melodrama con algunos toques sensibleros, aunque, quizá sean esos breves minutos melosos los que abren la puerta de los Oscar. En todo caso, el final equilibra bien los climas y resulta lo bastante contundente como para redimir los puntos débiles anteriores.Y la banda sonora, llena de temas de rock duro de Slaughter, Scorpions o Quiet Riot, tampoco permiten que las cosas se endulcen demasiado.

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