17 de marzo 2006 - 00:00

El mejor "Potter" es también el más sombrío

«Harry Potter y el Cáliz de Fuego» («Harry Potter and the Globet of Fire», EE.UU., 2006; habl. en inglés y español; subt. en inglés y español). Dir.: M. Newell. Int.: D. Radcliffe, R. Grint, E. Watson. AVH.

El mejor Potter es también el más sombrío
Como se sabe sobradamente, la saga del joven aprendiz de mago tiene todos los ingredientes para ser un éxito pero, principalmente, cuenta con la popularidad de su contraparte literaria, cuyos lanzamientos son esperados por millones de aficionados en todo el mundo y causan un verdadero revuelo.

Hecho que pudo comprobarse por última vez en nuestro país el año pasado, cuando las librerías porteñas agotaron miles de copias, en inglés, del sexto libro de la historia escrita por J.K. Rowling, pese al idioma (y al precio).

Sin embargo, las adaptaciones cinematográficas de este tipo adolecen de algunos problemas. Por un lado, la necesaria elipsis que requiere llevar la letra escrita al celuloide se complica por la variedad de hechos que expone Rowling en sus libros y por las -muchas veces- injustificadas imposiciones del marketing de la industria del cine, que supone estrictas cantidades de minutos de atención en los espectadores. En este caso, además, debe sumarse la meticulosidad de la autora del texto.

Salvedades al margen, « Harry Potter y el cáliz de fuego» es la mejor entrega cinematográfica de la serie, tanto por el despliegue visual como por la posibilidad de explayarse que ha tenido su director, el británico Mike Newell (el de «Cuatro bodas y un funeral», entre otras). El argumento es sombrío porque el mal -y sus consecuencias- se hacen tangibles y porque los héroes antes infantiles ingresan en la poco firme tierra de la adolescencia, algo que se puede palpar a la perfeccción tanto en el film como en su base literaria. Este es, quizá, uno de los rasgos más interesantes de toda la historia de Rowling: su capacidad de acompañar a los personajes en su crecimiento y en su percepción del mundo.

H. M.

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