13 de mayo 2025 - 12:20

Facundo Ramírez y su versión de Pinter: "El autor nos engaña con palabras melancólicas y abrumadoras"

El multifafecetico músico, pianista, compositor y actor presenta "Paisaje" de Harold Pinter, en la que actúa junto a Marcela Ferradás y dirige. Se presenta en el Centro Cultural de la Cooperación.

Marcela Ferradás y Facundo Ramírez en Paisaje, que se presenta en el Centro Cultural de la Cooperación. 

Marcela Ferradás y Facundo Ramírez en "Paisaje", que se presenta en el Centro Cultural de la Cooperación. 

“Un hombre y una mujer sentados a una mesa contraponen largos monólogos como en los sueños. Por motivos diferentes y con fines diferentes, construyen a través de las palabras una realidad nueva. En este punto la obra es demoledora”, dice Facundo Ramírez, director de “Paisaje”, de Harold Pinter, con actuaciones de Marcela Ferradás y el propio Ramírez, quien además se ocupo de la escenografía y luces. Las funciones son los domingos a las 19.30 en el Centro Cultural de la Cooperación. Conversamos con Ramírez.

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Facundo Ramírez estrenó su versión de Pinter.

Facundo Ramírez estrenó su versión de Pinter.

Periodista: ¿Qué te atrajo de esta obra de Harold Pinter? ¿Qué podes decir de la dramaturgia de este autor colosal?

Facundo Ramírez: El universo de Harold Pinter tiene una atmósfera propia, como el de Jean Genet o el de Samuel Beckett. Comprenderla, excede la explicación intelectual a través de las palabras. Hay algo que tiene que hacer eco en uno desde un lugar visceral, intuitivo, para poder volcarla al lenguaje teatral y que esté presente sobre el escenario. En Pinter, esa atmósfera está ligada a la idea de cómo el transcurrir aparentemente normal de lo cotidiano comienza a verse amenazado. En el caso puntual de esta obra, por aquello que no se dice, por recuerdos distorsionados, por formas de violencia contenida. Entonces se produce un extrañamiento. Y la realidad, de manera imperceptible, es perturbada, se torna cada vez más angustiante. Lo cotidiano ya no es lo que se supone que era. Ese punto de partida siempre me resultó fascinante en este autor.

P.: Un hombre y una mujer sentados a una mesa contraponen largos monólogos como en los sueños. ¿Cómo es este discurrir en una vigilia que tiene tanto de ese fluir del inconsciente y surrealismo propio de lo onírico?

F.R.: Pinter nos engaña: nos enfrenta a un matrimonio que aparentemente está conversando en una mesa de cocina. Pero a medida que la obra avanza, uno se da cuenta que en realidad esa mujer y ese hombre no están conversando, o casi no lo hacen, sino que arrojan sus palabras al vacío. Por lo tanto el discurrir de esas palabras es melancólico y abrumador. Y en este punto Pinter vuelve a engañarnos. ¿Realmente esas palabras no tienen destinatario más que el vacío? Desde luego que sí.

P.: Con aparente calma, como si estuvieran dialogando, dejan aflorar recuerdos, deseos ocultos, reproches, fantasías y violencia amordazada, qué temas se abordan?

F.R.: “Paisaje” es una obra atravesada por la soledad, la frustración, la incomunicación, y por el esfuerzo de crear un pasado forzado, que no existe. Ambos personajes, por motivos diferentes y con fines diferentes, construyen a través de las palabras una realidad nueva. En este punto la obra es demoledora.

P.: En las obras de Pinter se descubre el precipicio bajo la irrelevancia de lo cotidiano. ¿En que consiste ese abismo? Aparecen el derrumbe, la degradación del amor, la incomunicación, la corrosión por el paso del tiempo. ¿Qué más podés decir?

F.R.: Pinter nos habla del derrumbe, del final. Todo el derrumbe de una vida comprimido en 45 minutos. Sin embargo, ese final es solo el comienzo. Porque pareciera que para los personajes de la obra, el abismo en el que se encuentran atrapados y del que no hay escapatoria, es un presente perpetuo.

P.: ¿Cómo trabajaste la puesta?

F.R.: La puesta es ascética: dos sillas separadas por una mesa. Luz y sombras. Solo que esa mesa es un mundo: el mundo que une a los personajes, como si fuese un vaso comunicante. Pero es también, simbólica y gráficamente, lo que los separa. Por eso es enorme, ya que acentúa la soledad e incomunicación de los personajes. Mandé a realizar una mesa de tres metros, y por cuestiones prácticas, no la hice más larga todavía. De todas maneras, el resultado aleja visualmente al espectáculo del realismo, algo que a mí siempre me interesó como director.

P.: ¿Cómo ves el teatro y la cultura?

F.R.: Vivimos tiempos muy difíciles. Ante la adversidad, los hacedores de la cultura de nuestro país siempre nos volvimos más creativos, siempre nos ingeniamos para encontrar el modo de no detenernos. Y nuestro teatro es una muestra clara de eso. Pero no alcanza. Es preocupante que se tenga la ilusión de que alguna vez vamos a poder ser un país serio sin un verdadero proyecto cultural. Los países más desarrollados del mundo que decimos admirar lo tuvieron claro desde siempre. Deberíamos aprender de ellos de una buena vez, y no hacer todo lo contrario.

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