6 de mayo 2009 - 19:21

Gomorra

Ver Nápoles y después morir: el valor de la vida humana cotiza en cero en «Gomorra», duro registro sobre la mafia napolitana.
Ver Nápoles y después morir: el valor de la vida humana cotiza en cero en «Gomorra», duro registro sobre la mafia napolitana.
«Gomorra», legendaria ciudad del pecado que en el italiano dialectal del sur puede sonar muy parecido a «Camorra», es un retrato sórdido y verosímil de los procedimientos mafiosos actuales de la temible organización criminal en la periferia napolitana. La región de Scania ocupa el centro de las investigaciones del film de Matteo Garrone, inspirado en la novela del escritor y periodista Roberto Saviano --como mucho se ha difundido en los medios, su destino se asimila hoy al de Salman Rushdie, aunque la «fatwa» que pesa sobre él tiene forma de dedo ín-dice contraído y mordido, y la hizo un jefe camorrista desde la prisión luego de que apareciera el libro.

El film tiene el soporte de un elenco sólido y no menos convicente, que parece haber surgido de sus escenarios naturales (excepción hecha del estupendo Toni Servillo, el Santiago Gómez Cou napolitano que también sobresale en las aún no estrenadas «La muchacha del lago» y «El divo»).

El denso registro cuasi documental que elige Garrone, el ritmo áspero y crudo y la virtual ausencia de personajes redimibles, hacen de «Gomorra» algo así como la versión neorrealista del género de gángsters. A su lado, la estética de Martin Scorsese es fancy, y la recordada ética de Don Corleone cuando se negaba a entrar en el negocio de la droga parece el remilgo de una adolescente caprichosa.

Esta completa falta de redención, esta sordidez extrema que impide al espectador elegir uno solo de los personajes, ya no para identificarse sino para compadecerse, es, posiblemente una de las razones que llevaron al conservador voto de la Academia a excluir a «Gomorra» de su selección para el rubro de mejor film extranjero, pese a su calidad, su premio del jurado en Cannes, o la cantidad de entradas vendidas en Europa (además de la amenaza al autor, otro rasgo apreciado en Hollywood).

La otra razón podría obedecer, también, a que esta es una película sobre los intestinos de la mafia y sus métodos despiadados, y no sobre su cerebro o sus clientes más inconfesables.

No hay referencias, por ejemplo, a los dueños de las marcas de prestigio y charme que se benefician con la explotación de los talleres de costura ilegales en Nápoles, y que podrían haber producido interesantes villanos de guante blanco. Lo que se examina, en cambio, es el enfrentamiento interno entre esa mafia que controla a la industria textil clandestina con la rival producción clandestina de los chinos a través de un ingenuo tránsfuga, contratado por éstos, para dar lecciones en sus talleres a razón de 10.000 euros la clase.

El libro, además de esta historia, enhebra otras cuatro que son narradas de manera inter-calada, y en donde sobresale, sobre todo por ser una de las primeras veces que se toca este tema en un film sobre mafiosos, el negocio de los desechos de basura química, terrorífica actividad que no sólo descompone a los militantes de Green Peace. Protagonizada esta parte por Servilo, el film da cuenta de los siniestros pormenores de la especialidad mafiosa apoyándose en la relación que establece el boss con un inexperto asistente.

Los otros temas, aunque más tratados por el cine (la guerra de bandas por el dominio del territorio, el tráfico de drogas, la vida de los recaudadores del dinero negro) están ensamblados en ese mismo discurso crudo y fuerte, en el cual despuntan las subtramas de los dos inocentes energúmenos que pasan su vida citando el «Scarface» de De Palma («vamos a matar a todos los colombianos» es su leitmotiv), que creen que serán capaces de trabajar sin un boss, o el del chico que no tiene problemas en entregar a la muerte a una mujer.

Los letreros finales recopilan escalofriantes datos del libro de Saviano, como que los casos de cáncer en la región aumentaron 20% después de la instalación de esos gigantescos basureros químicos, o que la Camorra fue la prime-ra institución que reaccionó luego de la caída de las Torres Gemelas: no en el sentido solidario desde ya, sino que será inversora en su reconstrucción.

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