6 de mayo 2009 - 19:12

Música en espera

Diego Peretti, Norma Aleandro y Natalia Oreiro lideran el buen elenco de una comedia que viene con garantía: director, libretistas y actor se conocieron en la factoría Szifrón
Diego Peretti, Norma Aleandro y Natalia Oreiro lideran el buen elenco de una comedia que viene con garantía: director, libretistas y actor se conocieron en la factoría Szifrón
Como son las promociones, más o menos ya todos saben que ésta es una comedia romántica, con algunas dosis de enredo y suspenso, acerca de un músico que no encuentra inspiración para entregar un trabajo en fecha, y encima debe renegociar con el banco el vencimiento de la hipoteca, y una subgerente del departamento de créditos de ese mismo banco, que se encuentra embarazada, casi en fecha, y encima debe enfrentar la imprevista llegada de la madre, que quiere conocer a su yerno.

Más o menos ya todos se imaginan cómo puede seguir este asunto, y cómo va a terminar (¡dichoso Diego Peretti!), y varios saben también que el director de esta comedia, Hernán Goldfrid, y sus libretistas Patricio Vega y Julieta Steinberg vienen de la serie «Hermanos y detectives», y que Goldfrid fue además asistente de dirección de «Tiempo de valientes» y condujo algunos capítulos de «Los simuladores». Y bien, la fábrica Szifrón es una escuela, y una garantía.

«Música de espera» está debidamente hecha y se disfruta a todo lo largo, con algunos picos de ingenio en los diálogos y los chistes visuales y sonoros (recuérdese la profesión del persona-je), también algunas ocasionales bajas de potencia, que no interrumpen la corriente de simpatía, y un elenco que regocija, en especial las madres que componen Elena Villarino, de breve pero muy graciosa aparición, y Norma Aleandro, metereta y agallegada, porque hace de argentina fascinada por la Europa en que vive.

Natalia Oreiro, muy buena comediante, está encantadora como siempre aunque haga de ejecutiva formal, tan formal que hasta camina muy ligerito y sin arquearse pese a su avanzada gravidez (muy natural la prótesis, dicho sea de paso). Y Diego Peretti, galán inesperado pero no zonzo, parece reunir las miradas cómplices que el Chaplin de la primera etapa lanzaba a las mujeres, acompañadas por el rápido lanzamiento de la mano en busca del tesoro, y las salidas inefables de Carlitos Balá para caerle simpático a la suegra. Una buena mezcla, y una buena comedia.

Un riesgo, eso sí, el tono apastelado que se eligió, en vez de los colores firmes habituales del género. Un dato, por si acaso: la chica desnuda del comienzo es Luz Cipriota. Y una advertencia: se disfruta mejor en salas con buen sonido.

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