26 de septiembre 2008 - 00:00
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Daniela Pal
aporta encanto
y comicidad a
un personaje
ninguneado por
todos y la
excelente Ana
Garibaldi es su
contrafigura en
«Tercer
cuerpo», nuevo
relato de
incomunicación
del director de
«La omisión de
la familia
Coleman».
Moni, la típica huérfana de afectos que en tren de ayudar a sus compañeros sólo logra inmiscuirse en los conflictos ajenos de manera torpe e invasiva. La actuación de Daniela Pal le aporta un gran encanto y comicidad a este personaje «ninguneado» por todos.
Sandra, su contrafigura (papel a cargo de Ana Garibaldi, una de las actrices más brillantes del circuito independiente), es una mujer algo hosca, que emana autoridad y decisión. Se trata, sin embargo, de una gran negadora siempre a la espera de que se revierta una antigua ruptura amorosa que la dejó devastada. Por último, Héctor (José María Marcos), un tierno solterón de atormentada vida sexual, sigue rindiéndole pleitesía a su madre, aún después de muerta.
Las escenas que comparte este trío de desamparados son lo mejor de la obra. Aunque también hay otros cuadros, montados en paralelo, que permiten deschavar las facetas más ocultas de estos personajes (sin cambiar de lugar ni de escenografía, se los ve transitar por bares, consultorios médicos y boliches con sus penas a cuestas).
En cambio, el conflicto de la parejita joven (Hernán Grinstein y Magdalena Grondona) no llega a fundirse con el resto del material, pese a tener una fuerte incidencia en otra de las historias. Ya sea porque el nivel de actuación es menos eficiente o porque la trama en sí se excede en clichés, este tramo argumental carece de interés. Aún así no afecta el atractivo de una pieza que se disfruta por la gracia natural de sus diálogos y por su sobria aproximación al mal de esta época: la soledad en compañía.
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