En medio de la volatilidad cambiaria, el Gobierno comenzó a dar los primeros pasos hacia la implementación del Open Finance en Argentina. La semana pasada, el Banco Central (BCRA) mantuvo el primer encuentro con bancos y fintechs para debatir las bases del Sistema de Finanzas Abiertas (SFA), que busca que los datos financieros dejen de estar bajo control exclusivo de los bancos y pasen a ser administrados directamente por los usuarios.
Open Finance: BCRA, bancos y fintechs buscan un modelo común para ampliar el crédito
El organismo reunió a entidades financieras y fintechs para debatir un modelo local de finanzas abiertas, que está inspirado en experiencias internacionales. El objetivo es incluir a más personas en el sistema, en un marco de seguridad y confianza por parte de los clientes.
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Open Finance, una política pública a largo plazo.
De este modo, cada cliente podrá -de manera voluntaria y con consentimiento expreso- autorizar que su información sea compartida entre bancos, fintechs y aseguradoras, con el objetivo de acceder a mejores productos y condiciones de crédito.
El objetivo del BCRA y los riesgos a evitar
Hoy el BCRA apenas registra las deudas mediante la Central de Deudores, y algo similar ocurre con bases privadas. El SFA apunta a ir mucho más allá: permitir que bancos y fintechs accedan -siempre con autorización del cliente- a un panorama más completo que incluya consumos habituales, gastos con tarjeta, situación laboral, condiciones de vivienda o historial patrimonial.
Con esta información, el objetivo central es enriquecer el perfil crediticio de los argentinos. Quienes hoy están fuera del sistema formal podrían demostrar su capacidad de pago y acceder a préstamos que hasta ahora les estaban vedados. A su vez, quienes ya cuentan con créditos tendrían la posibilidad de mejorar su perfil y obtener financiamiento en condiciones más favorables de tasa, monto o plazo.
El beneficio no se limita a los usuarios. Para las entidades financieras, disponer de un historial más preciso reduce el riesgo al otorgar préstamos. En especial para las fintech -que hoy aplican tasas superiores al 100% para cubrirse ante eventuales incumplimientos- contar con información más rica abre la puerta a ofrecer productos más accesibles.
Un modelo internacional con sello local
La iniciativa tiene antecedentes globales. El Open Finance nació como política pública en la Unión Europea y luego fue replicado, con variantes, en distintas jurisdicciones. En la región, Brasil se convirtió en modelo de referencia con el Open Banking.
En Argentina, el desafío será diseñar un esquema propio que genere confianza en los usuarios a partir de estrictas medidas de protección de datos personales.
En la última presentación de la Cámara Fintech, titulada “El desafío del Open Finance”, se repasaron los principales riesgos que deberá atender el sistema argentino, varios de los cuales estuvieron presentes en la mesa con el BCRA:
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Prácticas abusivas: evitar que la mayor disponibilidad de datos derive en la venta de productos inadecuados, sobre todo a clientes con baja educación financiera.
Consentimiento real: garantizar que la cesión de datos sea siempre voluntaria, sin presiones ni penalizaciones encubiertas.
Reciprocidad: asegurar que tanto bancos como fintechs compartan información en igualdad de condiciones, para evitar concentración de clientes de mejor perfil en pocos actores.
Ciberseguridad y gobernanza: establecer estándares robustos de protección de datos, con respaldo legal y la participación de organismos públicos como la CNV, la Superintendencia de Seguros, la ANSES y la Agencia de Acceso a la Información Pública.
En diálogo con Ámbito, Eduardo Segovia Mattos, asesor legal de la Cámara Fintech para Open Finance, destacó los desafíos legales de la iniciativa y subrayó la importancia de estas primeras mesas de trabajo público-privadas.
“La experiencia en otras jurisdicciones mostró que, si el proyecto tiene errores de diseño en su concepción, luego es muy difícil de implementar, gestionar y evolucionar. Además, se incrementan los costos”, advirtió.
Mattos remarcó que la postura de todos los actores es que la implementación no sea coercitiva. “En otros países se pensó como una medida coactiva para corregir supuestas fallas de mercado vinculadas a la falta de competencia. En muchos casos la experiencia fue traumática, sobre todo a la hora de definir qué información se compartía y quién financiaba el costo del proyecto. En Argentina ya existe competencia entre bancos y fintechs, por eso el foco del BCRA está puesto en mejorar las evaluaciones crediticias y ampliar la oferta de servicios a los usuarios”, explicó.
Un camino de largo plazo
Las reuniones recién comienzan. El encuentro de la semana pasada fue apenas el puntapié inicial de un proceso que demandará múltiples rondas de debate entre reguladores, bancos y fintechs. El desafío es doble: incluir a más argentinos en el sistema financiero y, al mismo tiempo, generar un marco competitivo y transparente que mejore la calidad del crédito y reduzca los costos.
“Con el objetivo claro, debiera ser más fácil consensuar la infraestructura tecnológica necesaria para que los usuarios gestionen su información de forma sencilla. Es probable que ahí esté el mayor desafío. Tenemos experiencia como industria en trabajar codo a codo con el regulador para innovar”, concluyó Mattos.
Sin embargo, más allá del marco regulatorio, el contexto macroeconómico será determinante. Tasas más bajas y acceso a productos crediticios más competitivos solo serán posibles con una economía ordenada. Y ese, coinciden en el mercado, es el punto más débil de la iniciativa.
Por lo pronto, el Gobierno apuesta a que el Open Finance se convierta en una política pública de mediano y largo plazo. Los próximos encuentros entre el BCRA y el sistema financiero marcarán qué tan rápido -y con qué consenso- podrá avanzar el proyecto.
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