A cinco meses de aplicarse en la Capital Federal la primera fase de la Ley Antitabaco, que en este caso, sólo prohíbe fumar en los edificios públicos de la Capital Federal, la mayoría de las instituciones ha dado el visto bueno a la norma y la han respetado.
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La norma fue sancionada el pasado 29 de setiembre y prevé su implementación por etapas. Desde el 1 de mayo comprende al sector público de la Ciudad, mientras que a partir del 1 de octubre -la fase más difícil de la ley- regirá para establecimientos privados, y a partir de enero de 2007 fijará la prohibición de publicitar cigarrillos en el distrito porteño.
La Ley Antitabaco empezó a cumplirse en hospitales, escuelas, oficinas de rentas, centros de gestión y participación, registros civiles y toda dependencia del Gobierno porteño: «Las actividades del centro acaban de comenzar, y debo reconocer que a veces es difícil hacerles entender a las personas que no fumen, pero al final lo entienden. En cuanto a la aplicación de la ley con los empleados, ellos saben que no pueden fumar. Por ahora, lo cumplen», afirmó Carlos Inzillo, jefe de Prensa del Centro Cultural Gral. San Martín.
El director general de la Dirección de Redes de Tabaco y Salud, Héctor Berzel, habló con este diario y trató de explicar cómo funciona la nueva ley antitabáquica: «Es una ley, pero se trata de que no sea prohibitiva. En principio, se está cumpliendo, aunque eso es responsabilidad de cada sector público». En relación con los controles, Berzel afirmó que se harán inspecciones en sectores públicos, pero de todos modos se trabaja mucho con la gente, con el no fumador y sus quejas: «La denuncia de la gente cumple un rol muy importante en esta nueva ley. Cada vez que vean a alguien con un cigarrillo prendido en los lugares en donde no se puede fumar, llamen al 0800 333-7258, que es el centro de orientación telefónica, denuncias y consultas para poder quejarse».
En las oficinas de Rentas trabajan más de mil empleados. Marité Ovejero explicó que al edificio le han puesto carteles que señalan que no se puede fumar, «para que los empleados estén informados y sepan los riesgos para la salud que produce el cigarrillo». «Es un edificio lo más parecido a un shopping, lleno de carteles, explicando que no se puede fumar y el daño que eso produce tanto para los fumadores como para los no fumadores. Por ahora, se cumple», agregó Ovejero.
A partir del 1 de octubre, con la implementación de la segunda fase de esta ley, los dueños de comercios cuyos locales privados superen los 100 metros cuadrados, podrán optar por afectar, como máximo, 30% de las superficies de su local para las personas que fuman.
Sin embargo, a pesar de esta ley, la venta de cigarrillos no ha disminuido en los quioscos porteños. Jonatan Díaz es encargado de un maxiquiosco y, al hacer un balance de la situación, no encuentra diferencia alguna en las ventas, aunque espera cambios para más adelante: «Hasta ahora, no nos afectó demasiado, ya que la ley es para los sectores públicos.Tendremos que ver qué pasa el 1 de octubre, cuando no se pueda fumar en bares ni en shopping. Ahí seguro que cambia todo».
Misma opinión
En general, todos los dueños de puestos de cigarrillos tienen la misma opinión al respecto y no encuentran una diferencia con la nueva norma. «Fumar, van a seguir fumando.
Afuera o adentro. El año que viene no se va a publicitar en la vía publica y eso va a traer bastantes cambios al fumador,ya que no hay nada que lo invite a fumar constantemente», afirmó José Bareiro, dueño de un maxiquiosco en pleno centro porteño.
El proyecto busca proteger a los fumadores pasivos, ya que, de acuerdo con estadísticas del ministerio, de 40.000 personas que en la Argentina mueren al año a causa del cigarrillo, 6.000 son fumadores pasivos. «Al argentino es difícil hacerle entender esto; es un tema polémico, pero está bastante concientizado», explicó Inzillo, del Centro Cultural San Martín.
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