3 de noviembre 2025 - 00:00

Vapeo responsable: una demanda ciudadana por la libertad de elegir

Argentina tiene hoy la oportunidad de romper con una década de políticas fracasadas y convertirse en un ejemplo de libertad y modernización en América Latina.

Desde 2011, la ANMAT prohíbe la venta, importación y publicidad de productos de vapeo. 

Desde 2011, la ANMAT prohíbe la venta, importación y publicidad de productos de vapeo. 

La próxima semana, la campaña Vapeo Responsable hará llegar a todos los legisladores nacionales una petición respaldada por más de 15.000 argentinos que reclaman el fin de la prohibición del vapeo y la creación de una regulación moderna que respete la libertad de los adultos para elegir alternativas menos dañinas al cigarrillo.

Desde la World Vapers’ Alliance (WVA), impulsora de la iniciativa, señalan que la demanda social por una regulación inteligente del vapeo va en línea con el nuevo clima político del país: una Argentina que exige más libertad, menos prohibiciones y políticas públicas basadas en evidencia científica, no en ideología ni miedo.

“Durante más de una década, el Estado argentino mantuvo una política fallida que no logró reducir el tabaquismo ni proteger a los menores. Hoy, la gente pide libertad para elegir”, señala Alberto Gómez Hernández, Policy Manager de la WVA y coordinador de la campaña Vapeo Responsable.

Una política que fracasó

Desde 2011, la ANMAT prohíbe la venta, importación y publicidad de productos de vapeo. Sin embargo, los resultados hablan por sí solos: millones de personas vapean en el país con productos del mercado negro, sin controles ni trazabilidad y a los que los menores de edad acceden con facilidad. El crecimiento del consumo y la expansión del comercio informal son la prueba más clara de que la prohibición fracasó.

Mientras tanto, en países como Reino Unido, Suecia o Nueva Zelanda, el vapeo se ha integrado en las estrategias de salud pública, contribuyendo a reducir las tasas de tabaquismo a mínimos históricos.

Una agenda por la libertad

La iniciativa ciudadana que esta semana llegará al Congreso no es un reclamo aislado. Refleja el nuevo espíritu que los argentinos expresaron en las urnas: menos paternalismo y más libertad individual. En este sentido, la regulación del vapeo no solo es una cuestión de salud pública, sino también de coherencia con el principio de libertad de elección que hoy guía el rumbo del país.

“Regular el vapeo significa confiar en los adultos, reconocer la ciencia y poner fin a una política que trata a los consumidores como delincuentes en lugar de ciudadanos responsables”, remarca Gómez Hernández.

Un debate global sin consumidores

La discusión sobre el futuro del vapeo no se limita a la Argentina. En apenas unas semanas, se celebrará en Suiza la 11ª Conferencia de las Partes (COP11) del Convenio Marco para el Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Una reunión que, una vez más, se desarrollará a puertas cerradas, sin periodistas, sin transparencia y, sobre todo, sin la voz de los consumidores.

Durante años, estas conferencias han promovido políticas prohibicionistas que criminalizan a quienes usan productos de nicotina alternativos, sin distinguir entre fumar y vapear. Sin embargo, Argentina, acertadamente, nunca ratificó este convenio y en febrero el presidente Javier Milei decidió retirar al país de la OMS, en línea con su visión de soberanía nacional y libertad individual.

Desde la World Vapers’ Alliance, la respuesta fue clara: si los consumidores no son escuchados dentro, harán que su voz se vea afuera. Durante la COP11, la WVA proyectó sobre la fachada del edificio del evento su campaña internacional “Voices Unheard — Consumers Matter”, con un mensaje contundente: “No se puede hablar de salud pública mientras se ignora a quienes dejan de fumar gracias al vapeo.”

Argentina tiene hoy la oportunidad de romper con una década de políticas fracasadas y convertirse en un ejemplo de libertad y modernización en América Latina. El Congreso puede elegir entre seguir sosteniendo una prohibición que nadie respeta o escuchar la voz de miles de ciudadanos que piden algo tan simple como poder elegir cómo dejar de fumar.

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