30 de julio 2025 - 14:23

La era del riesgo geopolítico

El mundo corporativo debe adaptarse a un nuevo tiempo signado por múltiples riesgos e incertidumbre.

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En enero de 2023, en la fría y hermosa ciudad de Davos, el Chairman del fondo de inversión Warburg Pincus, Charles Kaye señaló: “La geopolítica que había estado en los bordes de la globalización, está ahora al frente y en el centro de las decisiones de inversión”. Esa frase resumía el espíritu del mundo corporativo multinacional atravesado por las tensiones comerciales entre EEUU y China desde 2018, y luego -durante todo el 2022- por los impactos económicos de la invasión de Rusia a Ucrania.

Con el fin de la guerra fría y el auge de la hiper-globalización, el “riesgo político” para el mundo empresarial era un problema circunscripto para capitales y firmas que operaban en mercados emergentes, cuyos gobiernos decían cambiar súbitamente las reglas de juegos, la denominada seguridad jurídica. La incertidumbre provenía de nacionalizaciones y expropiaciones, control de capitales, inestabilidad política, golpes de estado o guerra civiles que afectaban el clima de negocios de quienes buscaban rentabilidades en economías en desarrollo.

Sin embargo, en la última década, el riesgo político y la incertidumbre se movieron de la periferia (los bordes) al centro y el corazón del sistema. El mundo vive el regreso de la geopolítica, es decir el regreso de la competencia entre grandes potencias en búsqueda de la influencia, el poder, y en última instancia, nada menos que la propia supervivencia estatal -esa es la percepción de muchas elites gobernantes-, La gran particularidad del actual momento histórico es que la pugnacidad y rivalidad entre Estados se da en un inédito nivel de interdependencia económica entre los países (el comercio de bienes globales representa 60% del PBI mundial) y de grandes corporaciones cuyos principales profits dependen de los flujos transfronterizos.

Un conflicto geopolítico es, en el mejor de los casos, un juego de suma cero: las ganancias de una parte son pérdidas para la otra. En cambio, el comercio y la producción en el marco de la globalización -las cadenas globales y la fragmentación de la producción- han sido entendidas como un juego de suma variables: la idea que todos los participantes (países y empresas) ganan, inclusive siendo ganancias desiguales.

Rusia buscó un juego de suma cero cuando decidió dejar sin energía a Europa. EEUU decide un juego de suma cero cuando prohíbe exportaciones de tecnología a China, y Beijing decide el mismo juego cuando busca paralizar el mercado de tierras raras. En ese contexto no solo se ven afectado los países sino empresas que operan en distintas cadenas de suministros y fondos de inversión que invierten en distintos sectores de la economía real.

En la era del riesgo geopolítico los cambios de reglas de juego no provienen de un extravagante líder de América Latina, emanan de aquellos países que le dieron forma material y normativa a la globalización. Para los mercados la incertidumbre significa la aparición de eventos que no pueden ser previstos. La magnitud de los anuncios de Trump del 2 de abril en el Liberation Day no estaba en el pricing de ningún actor. Tal fue el impacto que el World Uncertainty Index (WUI) creado por el FMI alcanzo un récord absoluto en mayo de 2025.

Las grandes potencias comienzan a utilizar un conjunto de herramientas e instrumentos económicos desde aranceles, sanciones, licencias/prohibición de exportación y subsidios para promover objetivos geopolíticos y de seguridad nacional. Mientras la lógica geopolítica busca asegurar el control, la idea de secure trade (ejemplo sobre una cadena de suministro) los mercados siguen buscando maximizar eficiencia, algo cada vez más difícil en el mundo actual.

Ante esta realidad, el mundo empresarial/corporativo comienza a incluir el análisis y el seguimiento de la geopolítica en sus procesos decisorios. Por ejemplo, JP Morgan Chase creó en abril el “Center for Geopolitics” un espacio de análisis dedicado a ayudar a sus clientes a navegar los desafíos globales.

Por su parte, multinacionales de sectores atravesadas fuertemente por las tensiones geopolíticas, como es la tecnología, han comenzado a incorporar divisiones que tienen el objetivo principal de vigilar el panorama geopolítico, ayudar a elaborar previsiones, planificar diversos escenarios y mantener informados a los altos directivos para que puedan responder con rapidez y resiliencia ante distintos shocks geopolíticos. Algunas empresas comienzan a incorporar un responsable de geopolítica (Chief Geopolitical Officer) que trabaje para garantizar que la misma esté preparada para reducir las amenazas y maximizar las oportunidades de los cambios geopolíticos mundiales ya sean coyunturales (ej. acelerar una línea de producción o stockear un insumo) como de largo plazo (dónde mover una fábrica). Por ejemplo, Mikko Hautala (ex diplomático finlandés) se convirtió en octubre de 2024 en el Chief Geopolitical and Government Relations Officer de Nokia. Por su parte, Sebastian Reyn (ex Ministro de Defensa de Países Bajos) fue nombrado como Head of Geopolitics and Global Advocacy de la compañía ASML, firma que tiene el monopolio de la máquina que permite diseñar los semiconductores de vanguardia.

En definitiva, el mundo corporativo debe adaptarse a un nuevo tiempo signado por múltiples riesgos e incertidumbre. Mirando el mundo hoy, y el que se viene, la “Era del Riesgo Geopolítico” llegó para quedarse.

Esteban Actis. Doctor en Relaciones Internacionales. Profesor de la UNR. Asociado de Insight LAC.

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