En pleno 2025, el experimento económico de Javier Milei genera tanta expectativa como temor. Mientras los mercados celebran ciertos equilibrios fiscales y el “ancla nominal” del tipo de cambio oficial, la economía real muestra signos de creciente asfixia. El aumento abrupto en la morosidad del sistema financiero, el récord de cheques rechazados y la parálisis en el crédito productivo empiezan a configurar un cuadro alarmante: una economía en distress financiero.
Argentina en la cornisa: señales de quiebra y fantasmas de 1981, 2001 y 2018 en el horizonte de Javier Milei
El aumento abrupto en la morosidad del sistema financiero, el récord de cheques rechazados y la parálisis en el crédito productivo empiezan a configurar un cuadro alarmante: una economía en distress financiero.
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El gobierno de Javier Milei se enfrenta a desafíos y fantasmas del pasado.
El fenómeno no es nuevo. Argentina ha vivido este proceso en 1981, en 2001 y en 2018, tres crisis diferentes en apariencia, pero con patrones comunes: endeudamiento, atraso cambiario, destrucción de márgenes empresariales y una fuga de capitales que, tarde o temprano, precipita la quiebra masiva de empresas y una disrupción sistémica. Este artículo propone un ejercicio comparativo y predictivo: ¿qué aprendimos de esas crisis y por qué corremos el riesgo de repetirlas en 2025?
Argentina 1981: La trampa de la tablita
Durante la última dictadura militar, el entonces ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz diseñó un plan de estabilización basado en una apreciación cambiaria programada, conocida como la “tablita”. El modelo, que supuestamente buscaba anclar expectativas, incentivó el endeudamiento privado en dólares mientras los ingresos seguían en pesos. Cuando el régimen colapsó, la devaluación fue brutal y muchas empresas no pudieron hacer frente a sus pasivos dolarizados.
Como describe Basualdo (2006), la crisis de 1981 derivó en una “socialización de la deuda privada”, donde el Estado absorbió las pérdidas del sector financiero. En el plano empresarial, la combinación de tasas de interés activas, reales positivas y tipo de cambio artificial llevó a una ola de quiebras. La morosidad bancaria se disparó y el crédito productivo quedó paralizado por años.
Argentina 2001: Default, pesificación y colapso sistémico
Veinte años después, la Argentina repitió la lógica con su régimen de convertibilidad. A lo largo de los años noventa, empresas y familias se endeudaron en dólares, convencidos de que el 1 a 1 era inmodificable. Sin embargo, la combinación de recesión, déficit fiscal y dependencia del financiamiento externo volvió insostenible el modelo. La salida del régimen fue caótica: default soberano, pesificación asimétrica, confiscación de depósitos y un colapso social.
Tal como ilustra el caso CTI, incluso empresas con resultados operativos positivos (EBITDA positivo) no pudieron evitar el default por su sobreendeudamiento en moneda extranjera (CTI tenía U$S 1.000 millones de deuda frente a un EBITDA de U$S 60 millones). La reestructuración fue inevitable, y sólo sobrevivieron aquellas firmas que lograron renegociar o que fueron absorbidas por nuevos capitales con respaldo externo.
Argentina 2018: El regreso al FMI y la trampa del carry trade
En el gobierno de Mauricio Macri, la ilusión del financiamiento externo barato llevó a una nueva sobreexposición a deuda en dólares. Se apostó a la entrada de capitales golondrina vía tasas en pesos (carry trade) mientras el Banco Central intervenía para mantener el tipo de cambio estable. La corrida de 2018 reveló la vulnerabilidad del modelo: sin reservas suficientes y con vencimientos crecientes, Argentina volvió al Fondo Monetario Internacional por un rescate récord de U$S 57.000 millones.
El cierre del crédito internacional implicó una fuerte devaluación y una nueva crisis de deuda corporativa. Empresas que habían emitido obligaciones negociables en dólares para financiar capital de trabajo o expansión quedaron atrapadas por la suba del riesgo país, la fuga de capitales y la imposibilidad de refinanciar vencimientos (Rapaport, 2019).
Argentina 2025: El déjà vu del ajuste extremo
Hoy, bajo el gobierno de Javier Milei, Argentina experimenta otra vuelta de tuerca al ajuste fiscal. El déficit primario ha sido virtualmente eliminado, pero al costo de una recesión profunda. Según datos del Banco Central, la morosidad en tarjetas de crédito alcanzó el 2,8% en marzo, el nivel más alto en tres años, y la de préstamos personales llegó al 4,1%, el mayor en nueve meses. La cantidad de cheques rechazados superó los 64.000 en abril, un récord desde la pandemia de 2020, con una tasa de rechazo del 1,3%.
El sistema financiero comienza a mostrar signos de saturación. Como señalan Rossi y Olivera Doll (2025), los bancos están endureciendo sus criterios de otorgamiento y las empresas enfrentan un ahogo de liquidez que interrumpe la cadena de pagos. Vuelven las noticias de impagos corporativos: Los Grobo en default, Albanesi incumple intereses, Celulosa Argentina advierte sobre default y San Miguel cancela emisiones de deuda.
Modelos predictivos y señales de quiebra
El análisis técnico también encierra alertas. Como destaca Rizzo (2014), los estados de insolvencia pueden definirse en tres niveles: patrimonial, por iliquidez o por incapacidad de repago futuro (flujo descontado). Aplicando el modelo de predicción RPV (Mosqueda et al., 2014), el deterioro simultáneo de ratios de liquidez, margen operativo y cobertura de intereses permite anticipar un aumento en el riesgo sistémico de quiebras, sobre todo en pymes expuestas al crédito bancario de corto plazo.
La evidencia empírica muestra que muchas empresas argentinas ya no logran cubrir sus costos financieros con ingresos corrientes, cayendo en lo que la literatura denomina “bola de nieve” de deuda.
Reestructuración o colapso: el dilema pendiente
La historia enseña que cuando el Estado no articula mecanismos de reestructuración temprana, el mercado ajusta por destrucción. En 2001, miles de empresas entraron en default, muchas sin acceso al régimen de concursos. Hoy, el nivel de informalidad y la escasez de crédito crean un escenario similar. La Ley de Concursos y Quiebras sigue vigente, pero pocos acceden a ella por costos y tiempos. La alternativa -reestructuración privada o quita directa- no aparece en la agenda oficial, concentrada en el superávit fiscal como objetivo absoluto.
La experiencia del caso CTI mostró que una reestructuración exitosa requiere visión estratégica, alianzas inteligentes y capacidad de ejecución en tiempo crítico. Nada de esto parece estar presente en el gobierno actual, que desprecia la planificación y confía ciegamente en el “orden espontáneo” del mercado.
Desenlace
Los paralelismos con 1981, 2001 y 2018 no son casuales. En todos los casos, una política económica desconectada de la realidad productiva generó un proceso de sobreendeudamiento, destrucción de márgenes, colapso del crédito y quiebras masivas. Hoy, la Argentina de Javier Milei avanza hacia un nuevo borde del abismo, repitiendo errores que ya tuvieron un costo social y económico inmenso. Las luces de advertencia están encendidas: si no se cambia el rumbo, 2025 podría ser recordado como el año de una nueva gran implosión financiera. Esta vez, sin red.
Referencias:
- Basualdo, E. (2006). Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina: Notas sobre el período 1955-2002. FLACSO, Caso CTI. (2003); El salvataje de CTI. Harvard Business School, FIN-C-0470-UAD-00-S; Mosqueda, R. M., Sánchez Trujillo, M. G., & García Vargas, M. L. E. (2014), Prediction Model for Bankruptcy in Micro and Small Enterprises, Revista FIR, FAEDPYME International Review, 5(3), 10-18; Olivera Doll, I. (2025, junio 4), Morosidad en alza y cheques rebotados: la alerta que enfrenta Milei. Bloomberg; Rapaport, M. (2019) La deuda externa argentina: una historia recurrente. Buenos Aires: Siglo XXI; Rizzo, M. M. (2014). Reestructuración financiera de empresas.
Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros
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