27 de mayo 2020 - 00:00

¿Una moneda indexada para competir con el dólar como instrumento de ahorro?

Apuntar a una política de intervención cambiaria dual, acompañada con el lanzamiento de una moneda "UVA" indexada que permita sustituir al dólar como instrumento de ahorro, tanto dentro como fuera del sistema financiero.

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Sectorial

La cuarentena para enfrentar el coronavirus obliga a paralizar ramas enteras de la economía. Bajas en la actividad que rondan el 30% interanual, merman los ingresos de amplios sectores, incluyendo la recaudación impositiva del Estado nacional, provincial y municipal. La política económica apunta a sostener parte de esos ingresos mediante transferencias directas y créditos subsidiados. Dada la pesada herencia de un mercado de bonos (interno y externo) detonados, esas políticas deben ser financiadas por el banco central. La pregunta es, ¿se puede continuar emitiendo?

Los sectores ortodoxos advierten que la emisión sólo traerá una mayor inflación que terminará licuando el valor real de dichas transferencias. Basados en esas creencias, señalan que no se puede continuar emitiendo y que debe levantarse la cuarentena para reactivar la economía, aún a costa del riesgo para la salud de la población que ello implica. Sin embargo, el desarrollo real de los acontecimientos muestra que el pico de emisión monetaria coincide con una fuerte baja de la inflación (1,5% i.a. en abril). La reducción del consumo al esencial, el congelamiento tarifario y los fuertes controles parecen haber dominado temporalmente las presiones sobre los precios.

Pero las tensiones en el mercado de cambios paralelo muestran el talón de Aquiles del programa económico de emergencia. El incremento del ahorro de los sectores que mantienen ingresos y ven reducido su consumo al esencial, junto a la parálisis de la inversión productiva y en “ladrillo” para empresas y sectores de elevados ingresos, generan una masa de recursos que se vuelca a inversiones financieras. La falta de opciones de inversión en pesos que brindan los bancos en un contexto de elevada incertidumbre, conduce el excedente hacia el dólar generando la corrida de su cotización paralela. Si bien su impacto en los precios es muy bajo, la ampliación de la brecha cambiaria genera expectativas de devaluación que inducen comportamientos que merman las reservas oficiales: stockeo de cosecha, pre cancelación de deudas externas, adelanto en el pago de importaciones, retiro de depósitos en dólares, etc.

La tensión cambiaria obliga a apuntalar la política económica de emergencia con una correcta intervención en el mercado paralelo. Su reducido tamaño inducido por las múltiples regulaciones, facilita una política cambiaria de clara intervención similar a la que rige en el dólar oficial. Es decir, la realidad de un mercado cambiario dual debe ser incorporada a la regla de política cambiaria del Banco Central que debe imponerse un objetivo de dólar oficial y de brecha cambiaria. La intervención en el contado con liquidación, comprando títulos en divisas para desalentar corridas, implica bajos volúmenes de ventas de divisas con la ventaja de recomprar deuda a bajo precio. El costo en divisas de intervenir en el paralelo es menor que la no intervención, ya que al reducir la incertidumbre cambiaria desalienta comportamientos que merman las reservas en el oficial.

La política de intervención cambiaria dual puede ser acompañada con el lanzamiento de una moneda “UVA” indexada que permita sustituir al dólar como instrumento de ahorro, tanto dentro como fuera del sistema financiero. Dentro del sistema bancario facilitaría la expansión del ahorro en depósitos UVA, ya que los bancos ya no serían los garantes de pagar esa inversión. Los bancos tomarían pesos y comprarían UVA al Central, de la misma forma que hoy hacen cuando se constituye un depósito en dólares. De esa manera, se evita la oposición de los bancos a fomentar depósitos a tasas indexadas en un contexto donde sus activos rinden mayormente por debajo de la inflación.

Fuera del sistema bancario permitiría una opción alternativa al dólar para canalizar el excedente de la economía informal que, por su propia naturaleza, no puede acceder a inversiones dentro del sistema financiero. Con una serie de regulaciones, se podría extender su uso a las operaciones inmobiliarias cuando el sector reanude su actividad. De esa manera, se podría ir generando una moneda local que cumpla la función de atesoramiento que nuestro golpeado peso fue perdiendo frente al dólar, ampliando los márgenes de nuestra política económica.

(*) Director CESO

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