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Una aguja en el cielo

El Edificio Safico ostenta dos récords: altura y celeridad de construcción. Fue el edificio más alto hasta la llegada del Kavanagh y demoró solo 10 meses en estar terminado.
Su ideólogo, fue un productor y exportador de granos oriundo de Alemania. A pesar de sus permanentes viajes de negocios, los cimientos del Edificio Safico representaron para él una forma de echar raíces en suelo argentino.
La analogía entre raíces y cimientos se aviene perfecta para reflejar aquella voluntad de esfuerzo y perseverancia tan propia de quienes portan genes con heridas de guerra.
Este es el mensaje implícito en las paredes del edificio de Corrientes 456 si se aprende a leer su composición maciza y firme. Hasta las historias tejidas a su alrededor están sumamente alejadas del frío del hormigón ya que el edificio tuvo siempre vocación de cuidado y poca rotación de personal y de inquilinos.
A 85 años de su nacimiento, aún se habla por los pasillos del desfilar de prestigiosos periodistas ya que en sus inicios se instalaron allí agencias de noticias como Reuters, la alemana DPA, France Press, EFE, BBC, Financial Times, New York Times y Washington Post.
Por otra parte, su ubicación estratégica le permitió registrar tanto momentos irrepetibles como ceremonias cotidianas: desde el paso del Graf Zeppelin, hasta la vista de la silueta de la ciudad de Colonia, Uruguay, desde lo alto.
Un edificio que sigue siendo insignia.
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