Vacío el recinto
de los diputados
ayer, cuando la
oposición
intentó una
sesión que
terminó con
aplausos de
despedida para
el presidente
duhaldista de la
Cámara,
Eduardo
Camaño.
También fue la
despedida de
Patricia Walsh y
Luis Zamora
(arriba, a la
izquierda, de la
foto claro).
Eduardo Camaño no pudo darse el gusto de tener una sesión formal de despedida de la presidencia de la Cámara de Diputados. Ayer terminó el período de sesiones ordinarias sin que el gobierno consintiera que la oposición tuviera una última oportunidad de debatir proyectos propios. La negativa comenzó cuando radicales, duhaldistas y aristas propusieron cambios en la prórroga de impuestos: «Si no aceptan votar los proyectos sin modificaciones no hay sesión», fue la advertencia kirchnerista. Sin número para imponerse el oficialismo y sin quórum propio la oposición, finalmente no hubo sesión. Pero sí un homenaje en minoría. Camaño intentó negociar desde la semana pasada una sesión final para que los diputados no se retiraran de sus bancas sin debatir sus proyectos pendientes, algo que no sucedió nunca. Pero en su fuero íntimo quería tener también la posibilidad de despedirse de la Cámara después de haber ocupado la presidencia por cuatro períodos y haber ejercido hasta la Presidencia de la Nación cuando reemplazó al renunciado Adolfo Rodríguez Saá y le entregó luego el mando a Eduardo Duhalde.
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
No tuvo entonces el placer Camaño de presidir su última sesión formal, ni tampoco pudieron recibir un homenaje en el recinto los diputados que finalizan mandato, como sí sucedió en el Senado.
En su lugar, Camaño presidió un intento de sesión especial que fracasó por falta de quórum frente a sólo 45 diputados radicales, del ARI y duhaldistas, un final poco protocolar para Camaño, que con seguridad soñó tener un final en la presidencia más ostentoso, aunque siga como diputado por dos años más.
La bonaerense Marina Cassese fue la encargada de elogiar la actuación de Camaño al frente de los diputados, cuando los presentes se dedicaban a realizar manifestaciones en minoría sobre sus temas particulares y a criticar al Ejecutivo. Muchos no se habían dado cuenta siquiera de que debían homenajear al presidente saliente, algo que sí hicieronel radical Fernando Chironiy el macrista Jorge Vanossi. Recién en ese momento los presentes se pusieron de pie y aplaudieron durante varios minutos a Camaño, que sólo atinó a decir por el micrófono: «me hubiera gustado despedirme de otra manera, pero la vida es así...».
Terminó así una era en la Cámara de Diputados caracterizada por el fuerte control que mantuvo Camaño sobre el recinto, combinado con un diálogo continuo -que ayer se reconoció- con todos los presidentes de bloque. Esa forma de conducción fue la que le permitió conseguir la aprobación de todas las leyes que los gobiernos de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner le pidieron al Congreso. De hecho, hasta que estalló la interna en el peronismo bonaerense, Camaño era visto con recelo por algunos sectores del PJ disidente, que lo veían como el kirchnerista más efectivo de la Cámara.
La soberbia kirchnerista que impera por estos días en el Congreso no se limitó a estropear la despedida de Camaño, a quien, por más opositor que fuera, le debían por lo menos el placer de un homenaje final; otras figuras emblemáticas de Diputados también tuvieron que resignarse a esa despedida de cabotaje. Como el santafesino Alberto Natale -un hombre de asistencia perfecta en el recinto-.
También fue el final para la izquierda argentina en el Congreso. Los representantes de la izquierda y el socialismo quedaron eliminados de Diputados en las elecciones de octubre, por lo que Luis Zamora, Patricia Walsh o Jorge Rivas también vieron ayer por última vez las luces del recinto.
Dejá tu comentario