“Hagamos lo que dice el profeta: Yo me dije: vigilaré mi proceder para que no se me vaya la lengua, pondré una mordaza a mi boca. Guardé silencio resignado, no hablé con ligereza”. Las palabras son de San Benito, el fundador de la orden de los benedictinos, pero también son las de Mauricio Macri. Aquél, el santo, porque de esa forma impuso las reglas con las que debe manejarse su hermandad, a toda hora: éste, Mauricio, porque parece haber llegado a una idea: lo que conviene en términos electorales es el silencio, especialmente con la heterogénea cofradía de La Libertad Avanza. Casi una reclusión retórica por tiempo indeterminado archívese.
Milei encadenado, Macri es San Benito, un round Mondino-Kiguel y el futuro bajista del dólar
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Javier Milei y Mauricio Macri
Acassuso, Borges y la mano de Carlos Rodríguez
Una derivada de esto es que, a pesar de las desprolijidades que surgen al interior de la fuerza, se aleja la idea de la dolarización. Y con ella se alejan los padres de la criatura. Pero hay reemplazo. O fricciones. O, como escribiría Borges, “ficciones”. Precisamente alguien que se ha dado a la escritura es el economista CEMA Carlos Rodríguez, verdadera alma mater del proyecto de dolarización junto a Emilio Ocampo, y otros, varios. Rodríguez se manifestó en estado de emoción violenta por los efectos del “Pacto de Acassuso” entre Mauricio Macri y Javier Milei. Lo hizo en las últimas horas. "La enorme mayoría de la gente que me consulta piensa que Javier NO tiene equipo de economía y que se lo va a poner Macri más adelante. Sería muy malo llegar al ballotage con esa imagen", afirmó en su cuenta de X. La queja que elevó el ex vice ministro de economía de Carlos Menem fue más allá: "Cuanto más tiempo tarde Javier Milei en anunciar su ministro de Economía, menos tiempo tendrá este profesional para armar sus equipos y menos tiempo tendrán los votantes para conocerlo". Pero lo interesante del rezo encadenado de Rodríguez viene ahora: "Nos piden que no salgamos en los medios, por eso nunca salgo en TV, radios o diarios. Solo Twitter".
Shhhh y después: una versión
¿Quién le pide a Rodríguez y la troupe de viejos economistas como Roque Fernández, Emilio Ocampo, etc., que no salgan a hablar? Respuesta: fue una de las condiciones que (im)puso Mauricio Macri a Javier Milei. El voto de silencio al estilo San Benito. Toca a toda la troupe de Milei. “Por tanto, dada la importancia del silencio, rara vez se dé permiso para hablar a los discípulos perfectos, aun cuando se trate de cosas buenas, santas y edificantes, porque está escrito: Hablando mucho no evitarás el pecado”, dicen las reglas del santo, que no es Macri, ni Mauricio, sino Benito.
Calentá que entrás, Sturze
Lo curioso es que, en la misma mano, siempre hablando de naipes, Macri barajó y le dio los anchos a Federico Sturzenegger, Luis “Toto” Caputo y Guido Sandleris, a quienes parece sumarse también Hernán Lacunza. El propio Sturzenegger hizo una contorsión magistral la última semana, cuando trazó una parabólica humana e hilvanó, en un artículo, a los prestigiosos Daron Acemoglu y Jim Robinson con una barrosa interpretación del Milei-oral: una especie de corpus tempatico que podría resumirse en el teorema de la destrucción creativa. “Milei no es el que todos pensamos que es; Milei es, en verdad, alguien que bajo la estética de querer prenderlo fuego todo, lo hace para fortalecer las instituciones, la tabula rasa virtuosa”. Lo interesante es que, paradoja mediante, Sturzenegger termina enalteciendo la virulencia de Milei al señalar que “muchas propuestas de Javier Milei son provocadoras, movieron el avispero y dispararon debates impensables hace apenas unos meses. Pero sería un error mayúsculo confundir esa provocación con un ataque a las instituciones. De hecho, nada protege con más fuerza los derechos individuales y nuestro marco constitucional que la defensa de la libertad”. Conclusión: un ex banquero central que se enorgullece de tal, dándole un –laberíntico- espaldarazo al austríaco, que quiere que no exista banco central alguno. “Pues hablar y enseñar corresponde al maestro y callar y escuchar le toca al discípulo”, diría San Benito.
El flautista y sus preguntas incómodas
Habrá que pasar por alto el pacto Macri-Milei y sus primeras definiciones para dejar constancia que el ex presidente ha impuesto un “cono del silencio” al líder libertario. Claramente su decisión de no otorgar más entrevistas y anular su presencia mediática es un cambio en la estrategia de campaña. Algo que es vox populi, la elección demostró que Milei tuvo techo del 30%. La recomendación -el término queda corto- de Macri busca que la atención mediática deje de seguirlo a Milei, recluido en la casa de sus padres, para que de esa forma vuelva a hablarse de la situación económica y no de las veleidades del economista. Cancelado (por el propio Macri) todo el ecosistema de referencias mileístas (Bertie Benegas Lynch, Lilia Lemoine, Ramiro Marra y siguen…), se busca rebajar a cero la posibilidad de un rechazo en el paladar cambiemita, aquí no ha pasado nada.
En rigor, la pregunta sería ¿cómo ve el votante Bullrichista a este nuevo León del Abasto 2.0? ¿Qué tan dispuesto está el votante de La Libertad Avanza a acompañar a un pasteurizado Milei que avala la salud y la educación pública, banca a “la casta” y ha guardado la sierra eléctrica bajo siete llaves? Lo curioso es que Macri, que no respaldó en su momento a Larreta y Bullrich, ahora parece querer tomar el lugar de Milei de tanto respaldo que quiere otorgarle.
Dolarización y dólar caro, Mondino-Laspina-Kiguel
Un pequeño capítulo le cabe a la economista Diana Mondino. Escapando a la ordenanza de silencio de Macri, la economista del CEMA ratificó la dolarización y agregó que "tenemos una dolarización de jure", aunque quizás quiso decir “de facto”. Pero mientras Guillermo Francos -potencial ministro del Interior de Milei- dijo que “la dolarización es irrenunciable”, Luciano Laspina, integrado a los equipos del libertario, minimizó este tema al sostener que cualquier intento “se va a tener que someter al Congreso”.
En esa línea se manifestó el economista Miguel Kiguel, quien hablando de la dolarización dijo que “es una fantasía que está en la cabeza” de Milei, pero que “no se puede hacer” porque “tendría que ser a un tipo de cambio altísimo”. Kiguel sostuvo que la baja de los dólares financieros responde al “enfoque gradual” que tiene el ministro Sergio Massa y que “el dólar a $ 1.100 o $ 1.200 es un dólar totalmente desbocado, que no tiene que ver siquiera con un escenario malo sin dolarización”. Por último, el economista argumentó que “lo más complejo que tiene Argentina por resolver” es “revertir las reservas, corregir el tipo de cambio y que, en esto último, la inflación no se escape en el intento”.
El libro de Rubinstein revisitado
A veces, la mejor forma de avanzar es retrocediendo. Lo dijimos en esta columna hace unas cuatro semanas, cuando postulamos que, en materia de tipo de cambio, la fórmula que mira con interés el secretario Gabriel Rubinstein es, a futuro, la de analizar la posibilidad de un desdoblamiento cambiario, quizás dos versiones o tres, uno comercial y otro financiero. Algo así, piensan en Economía, podría ser la receta para ir saliendo de la delicada situación financiera que atraviesa el país. Una especie de marcha atrás en los desequilibrios básicos, pero gradual.
Un paso, hacia atrás, por vez. Nada de shock. En los hechos, está pasando. Al margen del tema inflacionario, la rayuela que dibujó el equipo de Economía en el piso de la oficina del ministerio tiene su “cielo”. Si le preguntan, el candidato de UP podría decir que ese péndulo pasó por el infernal noveno círculo del Dante en los días previos a la elección cuando el mercado de dólar futuro ponderaba un salto hacia fin de año, a un recorte brutal en esas estimaciones pasada la elección.
También hubo una fuerte retracción del mercado accionario, que había sido tomado como cobertura por los inversores para atravesar el capítulo electoral. Testigo vital de estos trayectos ha sido el dólar. En su versión blue, con una caída hasta los $900. Quizás más significativa en el Contado Con Liquidación (CCL), una especie de ancla que promete seguir en niveles cada vez más bajos, al menos en el corto plazo. El dólar MEP cerró en $ 840 y el dólar Contado Con liquidación en $ 883.
¿Por qué el dólar tiene más para bajar que para subir?
Porque el Gobierno ha desdoblado el tipo de cambio una vez más, en este caso, para los exportadores, la fórmula 70/30%, que sirve para liquidar una parte de las ventas al exterior mediante la cancelación por la vía del CCL. Es un dólar teórico de $500. En criollo, significa que el Gobierno se asegura así mayor oferta por esa vía. Son medidas de corte temporal, pero que invariablemente implican dos cosas: el desdoblamiento como fórmula elegida y un reconocimiento de la tendencia devaluatoria que permita una mayor liquidación. Se estima que a través del CCL podrían ingresar unos u$s 1.800 millones en cuatro semanas, mucha oferta que mantendría el resto de las cotizaciones bien abastecidas.
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