18 de julio 2009 - 18:01

Sueño cumplido

Sueño cumplido
La aventura del programa Apollo, diseñada para "poner un estadounidense en la Luna antes del final de la década" del '60 llegaba a su meta.

El 16 de julio de 1969, Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Mike Collins se instalan en el módulo de comando Columbia de la nave "Apollo" XI, situada en la cúspide del cohete Saturno V.

Cuatro días más tarde, Aldrin logra aterrizar manualmente el módulo lunar, el "Eagle", en el Mar de la Tranquilidad.

Neil Armstrong, el comandante de la misión, anuncia entonces al centro de control: "Houston, aquí la base Tranquilidad, el Eagle aterrizó" (aunque el registro de conversaciones apunta que las verdaderas primeras palabras fueron "ACA out of detent", algo así como: "palanca de mando desbloqueada").

Algunos datos curiosos aseguran que cuando alunizó el "Eagle" sólo tenía combustible para 30 segundos más. Y todo lo hizo con una computadora a bordo que pesaba 30 kilos y tenía la capacidad de almacenamiento equivalente a la legendaria computadora de uso doméstico Commodore 64 (C64).

Con una velocidad de procesador efectiva de alrededor de 45 kHz, esta computadora era aproximadamente 100.000 veces más lenta que las actuales PCs (aproximadamente 4 GHz).

Aquel 20 de julio, Armstrong salió de su módulo lunar con una escalera demasiado corta y tuvo que saltar para llegar al suelo. Veinte minutos más tarde, Buzz Aldrin se reunió con él.

Los dos hombres pasaron 21 horas en la Luna y trajeron 21 kilos de rocas. Sobre el terreno dejaron una bandera estadounidense y una placa de metal con un mensaje de paz firmado por el presidente Richard Nixon.

El "Eagle" volvió a despegar para reacoplarse al "Columbia", unas 21 horas después del alunizaje. El 24 de julio la cápsula "Apollo" caía en el Océano Pacífico.

Epílogo: como en todo acontecimiento de magnitud, existen los que creen que el alunizaje nunca sucedió. Todavía hay quienes insisten en que todo tuvo lugar en un estudio de filmación en la cálida Arizona.

Los argumentos para adherir a esta postura de negación o de conspiración coinciden en que la NASA llegó a límites extraordinarios de gasto para montar un alunizaje en un estudio, porque quería distraer a un público cansado del fracaso en la guerra de Vietnam, o porque sentía que debía vencer a la Unión Soviética en la carrera espacial y temía no poseer la tecnología.

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