Capital del buceo, punto de encuentro de la cultura indígena y de la galesa, y lugar de refugio y avistaje de la ballena franca austral, son variados los «apodos» con los que se conoce a la ciudad chubutense de Puerto Madryn, que, desde su fundación, en 1865 -de la mano de 150 galeses que desembarcaron en «Punta Cuevas»- se ha ido transformando, acaparando la atención del turismo -en 1960 se formó la Comisión Promotora del Turismo Submarino de Bahía Nueva con el propósito de proyectar y construir arrecifes artificiales dentro de los golfos de San José y Nuevo- hasta lograr que esa actividad sea la tercera en importancia para su economía.
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La ciudad en sí es un conglomerado de distintos estilos arquitectónicos, en el que se pueden observar desde construcciones de chapa y madera traídas por barco -típicas de fines del siglo XIX- hasta casas de ladrillos y techo de chapa de 1910, con alguna intervención del estilo neoclásico. Esta faceta de Puerto Madryn se puede admirar en edificios preponderantes como el Antiguo Hotel y la Casa Toschke.
Pero si bien esto le da un valor agregado al lugar, lo que cautiva a quien se acerque hasta Chubut son los acantilados, arena y canto rodado que caracterizan a los más de 30 kilómetros de playas ubicadas en Madryn y en las costas lindantes que delinean el Golfo Nuevo.
El mar del Golfo limita con costas caracterizadas por la tranquilidad de los espacios inhóspitos, pero quienes prefieran el confort y los servicios pueden elegir alguno de los siete balnearios con los que cuentan los tres kilómetros de playa que bordean la ciudad.
A Puerto Madryn se la reconoce por ser uno de los lugares con mayor abundancia de especies de mamíferos marinos, dada su cercanía con Península Valdés y la pingüinera Punta Tombo, sitios que permiten realizar una gran cantidad de actividades no tradicionales como el avistaje de delfines y de ballenas (aunque no es probable divisar a estas últimas en verano ya que la temporada se extiende de junio a diciembre), además del bautismo submarino y el buceo con los lobos marinos de un pelo, que se suma a la posibilidad de utilizar kayaks y realizar windsurf o alquilar bicicletas y equipos de snorkelling.
Con el avistaje
El turismo en Puerto Madryn comenzó a crecer de la mano del avistaje de ballenas. Y luego, con el boom turístico que comenzó a vivir la Argentina y, por consecuencia, el éxito de la marca «Patagonia» en el mundo, se convirtió en un destino turístico internacional. Pero pese a ese posicionamiento, la ciudad sigue trabajando para ofrecer nuevas ofertas. «Estamos necesitando la ampliación de hoteles de categoría 5 estrellas, mejorar los de 2 y 3 estrellas, rearmarlos. También estamos trabajando para crear una dársena turística deportiva mirando al mar, para dar un salto de calidad apuntando al heating y a los veleros», afirma el secretario de Turismo de Madryn, Adrián Contreras, al tiempo que asegura que la hotelería también va creciendo y que están trabajando para lograr que el mayor atractivo no sean sólo las ballenas y que el turismo se mantenga durante todo el año.
PARA EL RELAX
Dentro de ese crecimiento hotelero, uno de los lugares para destacar es Yene Hué, que en mapuche significa «lugar de ballenas». Se construyó en 16 meses (se inauguró el 5 de octubre de 2006) y en sus once plantas, ubicadas frente al muelle Luis Piedrabuena -adonde llegan los principales cruceros- se distribuyen 68 habitaciones con el mejor equipamiento. Además, ofrece un completo Spa Acqua Di Mare y la posibilidad de disfrutar en su restorán las delicias gastronómicas patagónicas, como el fricassé de cordero y el brownie tibio con helado de frambuesas.
DATOS UTILES
Transporte aéreo: Por empresa Andes desde Buenos Aires, desde $ 330. Informes: Secretaría de Turismo de Puerto Madryn. Tel.: (02965-453504) - (02965)456067 [email protected] www.madryn.gov.ar/turismo
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