12 de enero 2007 - 00:00

Rituales de carnaval para festejar la vida

Rituales de carnaval para festejar la vida
La libertad se transforma en ley cuando es el tiempo del carnaval. Por contradictorio que pueda parecer, así lo es. Los carnavales son una costumbre que se remonta a antiguas civilizaciones humanas y son, justamente, una ritualizada forma de transgredir, mediante una organizada puesta en escena, el orden social establecido.
Mijail Bajtin, crítico literario ruso que fue uno de los mayores estudiosos de esta fiesta popular, da una excelente definición en su libro «La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento: el contexto de Francois Rabelais»: «Los espectadores no asisten al carnaval, sino que lo viven, ya que el carnaval está hecho para todo el pueblo. Durante el carnaval no hay otra vida que la del carnaval. Es imposible escapar, porque el carnaval no tiene ninguna frontera espacial. En el curso de la fiesta sólo puede vivirse de acuerdo a sus leyes, es decir de acuerdo a las leyes de la libertad. El carnaval posee un carácter universal, es un estado peculiar del mundo: su renacimiento y su renovación en los que cada individuo participa. Esta es la esencia misma del carnaval, y los que intervienen en el regocijo lo experimentan vivamente».

Esta celebración es previa a la penitencia de la Cuaresma cristiana. Son tiempos de hedonismo, en los cuales se recurre a provocativos disfraces y a sensuales ritmos que privilegian el primitivo encanto de la percusión. Remotos antecedentes de los carnavales actuales fueron las fiestas paganas conocidas en las antiguas Roma y Grecia como «bacanales» -en honor a Baco, dios pagano del vino- y las «saturnalias» -por Saturno, dios de la siembra y la cosecha-.

La palabra carnaval también proviene de aquella época. «Carne-levare», del latín, significa «abandonar la carne» y está vinculada con la restricción alimentaria de los viernes de la Cuaresma. Una explicación etimológica alternativa apunta al término italiano «carnevale», que sí otorga valor a la carne y la quita de la prohibición. Otra opción: se sabe que durante las bacanales, a Baco se le cantaba el Ditirambo. El coro que lo hacía se disfrazaba de sátiro y frente a él aparecía el sacerdote del dios conduciendo un barco sobre ruedas al que llamaban «carrus navalis» (carro marino o naval), y que los romanos pronunciaban «car navalis».

Las máscaras son una parte importante del carnaval. La devoción del hombre por usarlas puede encontrarse en el antiguo Egipto o en Grecia, e incluso en el teatro japonés. Dentro del ritual carnavalesco fue Italia la que adoptó la careta, más precisamente Venecia, donde se usó como vehículo de alegría y también como facilitador de romances y amoríos; también sirvió para lograr esconder el rostro y gozar de impunidad en venganzas y conspiraciones.

La costumbre de arrojarse distintos tipos de elementos fue heredada de los romanos, quienes se divertían tirando con fuerza confites de menta, rosa o anís a la cara de los transeúntes; de aquel hábito se adoptó luego, en París, el papel picado.
Con el correr de los años, el carnaval tomó formas y estilos diferentes según cada país y por todo el mundo.

En la Argentina, cada provincia le dio su toque de distinción a los carnavales y hoy son unos de los principales hechos festivos del año, con atractivas versiones.

  • Nordeste: Gualeguaychú es donde se da el mayor festejo de carnaval de la Argentina, por cantidad de espectadores, inversión económica y repercusión mediática. Se trata de un evento sólo superado por los carnavales de Rio de Janeiro y Venecia. Esta ciudad de Entre Ríos tiene un corsódromo con capacidad para 35 mil personas y cada año celebra allí el llamado «Carnaval del país», característico por la majestuosidad y colorido de sus carrozas, la belleza de sus pasistas y el poderoso sonido de sus percusionistas. Este verano las fechas serán todos los fines de semana -comenzaron el 6 de este mes- hasta el 3 de marzo.

    La actual fisonomía de este carnaval comenzó a configurarse en 1979, cuando se creó la Comisión de Corsos y comenzaron a invitarse comparsas desde Brasil y provincias vecinas como Corrientes. Las comparsas actuales son Papelitos, O'Bahía, Marí Marí, Kamarr y Ara Yeví, cuya identidad tiene fuertes marcas que remiten a las escolas de samba cariocas.
    El estallido del «Carnaval del país» se dio en 1981, y un cuarto de siglo después, la popularidad de este festejo continúa en ascenso, incluso en la actualidad, pese a que la ciudad vive un complicado presente por la polémica instalación de plantas papeleras en la vecina costa de Uruguay. Los pobladores se encuentran unidos en su lucha contra estos proyectos multinacionales que afectarían el medio ambiente de esta turística ciudad, en tanto que cobró gran relevancia la figura de Evangelina Carrozzo, la última reina del carnaval que se convirtió en militante ambientalista y este año lidera la campaña de promoción del «Carnaval del País».

    En tierras entrerrianas se destacan los carnavales de Gualeguay, Victoria, Concepción del Uruguay, Santa Elena, Concordia, Paraná, Hasenkamp y Chajarí.

    En Corrientes sobresalen los carnavales de Paso de los Libres, Monte Caseros y su «Carnaval del Arte», Santo Tomé, La Cruz, Curuzú Cuatiá y Mercedes. Sobre el río Paraná, la cita carnavalesca es en Esquina, Goya, Bella Vista, San Roque, Empedrado y la ciudad de Corrientes. Itatí, Ituzaingó y Sauce también se anotan en la lista.

     Noroeste: las provincias del NOA argentino tienen sus propios festejos carnavalescos, los cuales se nutren de tradiciones bien distintas de las del Nordeste, ya que se vinculan con tradiciones del Altiplano boliviano y peruano. La fiesta fue introducida por los españoles y luego adoptada por los indígenas. Si bien se da una mezcla de valores cristianos y paganos, el gran protagonista es el Diablo o Pujay, ya que es su mítica figura la que es desenterrada y enterrada o quemada simbólicamente para marcar el inicio y culminación del carnaval. La fiesta se extiende durante enero y febrero y se celebra en todas las ciudades y pueblos de la región.

    El «Enero Tilcareño» es tal vez el festejo más convocante. Miles de personas, muchas de ellas extranjeras, llegan durante todo el mes a esta ciudad jujeña para compartir la particular música de las coplas y disfrutar de platos típicos como tamales, humitas y locro. En Salta, la localidad de Cerrillos, a pocos kilómetros de la capital provincial, tiene su clásico «Corso de las flores», donde la música folclórica es protagonista a principios de este mes.

  • Buenos Aires: los carnavales porteños, sus bailes y mascaradas fueron famosos en tiempos coloniales, e incluso llegaron a ser motivo de escándalo. El virrey Juan José de Vértiz -impulsor de las artes y bautizado «Virrey de las luces»- implantó los bailes en locales cerrados para evitar las manifestaciones callejeras, pero tras los históricos acontecimientos de mayo de 1810 fue común entre la población jugar en forma intensa con agua, aprovechándose para ello toda clase de recipientes, desde modestos jarros hasta huevos de avestruz llenos de líquido.

    En la actualidad, los carnavales o «corsos» porteños están muy marcados por la actividad de las murgas, las cuales tienen fuerte arraigo barrial. Desde 2005, la Ciudad cuenta con dos días feriados por carnaval durante febrero, mes en que las principales avenidas -como la 9 de Julio, Avenida de Mayo y Corrientes- son cortadas en zonas céntricas para dejar paso a desfiles de murguistas y también para montar espectáculos artísticos especiales.
    En la Provincia de Buenos Aires también se dan los festejos de carnaval. Varias localidades del interior organizan sus propios desfiles, como es el caso de 25 de Mayo -ubicada a 200 kilómetros de la Capital Federal-, que tendrá celebraciones durante casi todas las noches de verano, desde mañana y hasta el 3 de marzo. Se esperan más de 80 mil personas, que podrán disfrutar de cuatro comparsas y 500 personas que desfilarán en el primer corsódromo de la provincia.

  • Uruguay: el carnaval de Montevideo es una bella y musical expresión popular que durante febrero convierte a la capital de Uruguay en una fiesta de color, canciones y humor. Se trata de una tradición que llegó con la colonización, se enriqueció con el aporte de la cultura africana y maduró con la adquisición de una identidad propia uruguaya.
    La celebración arranca con un desfile inaugural a principios de febrero, por la avenida 18 de Julio, del que participan todas las murgas y comparsas con sus cabezudos (muñecos de particulares proporciones), carros alegóricos y las reinas y princesas electas el año anterior.

    Luego, el candombe, ese ritmo afrouruguayo con base en tamboriles de madera y cuero, toma la posta durante las «llamadas», un festejo popular de los «barrios negros» Sur y Palermo que se sumó al carnaval oficial en 1956, pero que a principios de siglo surgía imprevistamente, cuando los tamboriles sonaban llamando a unirse a los festejos.
    Durante toda la noche, en el desfile de las llamadas se suceden más de 40 comparsas de negros y lubolos (blancos con la cara pintada de negro).
    Se destaca la murga uruguaya, la cual es bien diferente de la que se da en la Ciudad de Buenos Aires por estos días, ya que se caracteriza por la riqueza creativa en las letras de sus canciones -en su mayoría con contenidos de protesta social- y por la calidad de sus intérpretes.


  • Datos útiles

  • Uruguay: www.maldonado.gub.uy
  • Entre Ríos: www.turismo.entrerios.gov.ar
  • Corrientes: www.corrientes.gov.ar/turismo
  • Salta: www.turismosalta.gov.ar
  • Jujuy: www.turismo.jujuy.gov.ar
  • La Rioja: www.larioja.gov.ar/turismo
  • 25 de Mayo: www.carnavalde25.com
  • Gualeguaychú: www.carnavaldelpais.com.ar
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