OpenAI anunció este jueves el lanzamiento de un nuevo agente de Inteligencia Artificial (IA) integrado en ChatGPT, su popular chatbot, que permite realizar tareas complejas de forma autónoma. La novedad llega en un momento clave para la startup, que busca mantenerse a la vanguardia de la carrera tecnológica impulsada por la IA, con el respaldo de Microsoft.
OpenAI presentó un agente de IA para ChatGPT que realiza tareas complejas y se conecta a aplicaciones
La compañía respaldada por Microsoft presentó una nueva función para suscriptores pagos que permite al chatbot realizar acciones autónomas, interactuar con la web y conectarse a plataformas como Gmail y Github.
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Los denominados “agentes de IA”, una evolución de los tradicionales asistentes virtuales, están siendo adoptados por gigantes del sector como Microsoft, Salesforce y Oracle. Estas empresas destinan miles de millones de dólares al desarrollo de herramientas capaces de mejorar la productividad y automatizar procesos clave dentro de sus operaciones.
En el caso de OpenAI, su nuevo agente combina características de versiones anteriores del chatbot -como la capacidad de navegar por sitios web- con funciones de “investigación profunda”, que permiten ejecutar tareas de múltiples pasos. Entre otras cosas, puede encargarse de comprar un traje para una boda considerando variables como el clima y el código de vestimenta.
Esta función está disponible desde este jueves para usuarios de los planes Pro, Plus y Team de ChatGPT. El agente opera desde una computadora virtual equipada con herramientas diseñadas para interactuar con la web. Además, permite conectar aplicaciones externas como Gmail y Github, lo que habilita al chatbot a acceder y procesar información personalizada en tiempo real.
Con esta actualización, OpenAI busca consolidar su posición como líder en la oferta de soluciones avanzadas de IA para el público general y el sector empresarial.
Barbie se alió con OpenAI y lanzan una muñeca con Inteligencia Artificial
Las muñecas que solo repetían frases grabadas parecen haber quedado en el pasado. Mattel, la empresa creadora de Barbie, se unió a OpenAI, la compañía detrás de ChatGPT, para dar vida a una nueva generación de juguetes con inteligencia artificial.
El anuncio promete una transformación en la forma en la que los niños interactúan con sus muñecas: ahora podrán hablar con ellas, hacer preguntas y recibir respuestas personalizadas.
Aunque, como toda novedad tecnológica que toca el mundo infantil, esta noticia viene acompañada de entusiasmo... y también de dudas. La alianza entre Mattel y OpenAI reaviva un debate que con los avances de la IA toma más fuerza.
Aunque todavía no hay una fecha concreta ni detalles sobre el diseño final, lo que se sabe es que esta Barbie inteligente podrá mantener conversaciones con los niños, adaptarse a sus gustos e incluso aprender de ellos. Imaginá una muñeca que no solo responde, sino que recuerda lo que le contás, te propone juegos o te ayuda con la tarea. Esa es la idea detrás del proyecto.
La tecnología que utilizará estará basada en los sistemas de ChatGPT, adaptados especialmente para garantizar seguridad, privacidad y un uso apropiado para el público infantil. Desde Mattel aseguran que la IA no solo hará que la experiencia de juego sea más rica y personalizada, sino que también buscarán que sea una herramienta que estimule la creatividad y el aprendizaje.
El debate detrás de los juguetes con IA
La llegada de juguetes con inteligencia artificial abre un mundo de posibilidades, pero también plantea cuestiones profundas. Ya no se trata solo de jugar, sino de interactuar con sistemas que orientan la experiencia, moldean el vínculo y, en definitiva, también buscan obtener rédito económico de cada “hola” y cada “¿querés jugar?”.
Y no es la primera vez que la industria intenta fusionar tecnología y entretenimiento infantil con resultados preocupantes. El caso de CloudPets, unos tiernos ositos que permitían enviar mensajes de voz entre padres e hijos a la distancia, terminó en escándalo: más de 820.000 cuentas quedaron expuestas en una base de datos sin protección, que fue luego intervenida por ciberdelincuentes. Las voces de los chicos, grabaciones privadas pensadas para el entorno familiar, terminaron en manos equivocadas y fueron utilizadas para extorsión.
Otro ejemplo es el de My Friend Cayla, una muñeca que prometía ser la mejor amiga de cualquier niño. Conversaba, respondía preguntas y parecía acompañar con dulzura. Sin embargo, su conexión Bluetooth era tan vulnerable que cualquier persona dentro de un radio de diez metros podía intervenirla sin dificultad. La alarma fue tal que el gobierno alemán tomó una decisión drástica: declaró a la muñeca como un dispositivo de espionaje y recomendó destruir todas las unidades.
Estos antecedentes invitan a pensar que no toda innovación es inocente, y que cuando se trata de infancia, los errores pueden tener consecuencias graves. La tecnología puede enriquecer el juego, sí, pero también exige responsabilidad, regulación y una mirada crítica. Porque los chicos merecen algo más que solo “juguetes inteligentes”: merecen juguetes seguros.
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