28 de julio 2025 - 08:15

Baja de retenciones: Javier Milei cumplió, pero el campo exige más

El Presidente anunció en la Exposición Rural una baja permanente en los derechos de exportación. La rentabilidad de la soja en el ojo de la tormenta.

Milei fue ovacionado el sábado en La Rural tras anunciar la baja de las retenciones a la carne, la soja y granos.

Milei fue ovacionado el sábado en La Rural tras anunciar la baja de las retenciones a la carne, la soja y granos.

Presidencia

En una de las jornadas más esperadas de la Exposición Rural de Palermo, el presidente Javier Milei oficializó una reducción permanente de los derechos de exportación para productos clave del agro. La decisión, que marca un punto de inflexión respecto de políticas anteriores, se celebró como un paso en la dirección correcta. Sin embargo, desde los sectores más exigentes del campo insisten en que la medida es insuficiente y advierten que los números siguen en rojo, incluso tras la baja de los DEX.

El esquema anunciado por el Gobierno incluye una rebaja de retenciones para la soja del 33% al 26%, los subproductos de soja del 31% al 24,5%, el maíz y el sorgo del 12% al 9,5%, el girasol del 7,5% y 5% al 5,5% y 4%, respectivamente, y para la carne vacuna y aviar del 6,75% al 5%. Milei prometió que estas alícuotas no volverán a subir “mientras yo esté en el Gobierno”, subrayando que “este es un modelo que viene a dejar de asfixiar a los que producen riqueza”.

La respuesta institucional fue positiva. La Sociedad Rural Argentina, Coninagro, CRA, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) e incluso la Asociación Cadena de la Soja (ACSOJA) entre otras cámaras de la producción celebraron la decisión. Pero las críticas no tardaron en aparecer desde los sectores más radicalizados. Muchos productores -algunos autoconvocados- afirmaron que la situación es crítica y en su cuenta de X, el productor agropecuario y exfuncionario Néstor Roulet afirmó que “con estas nuevas alícuotas, los números siguen siendo rojos para muchos productores”. El reclamo de fondo persiste: la rentabilidad en muchas zonas sigue comprometida”.

Una lección del pasado reciente

Más allá del malestar por la insuficiencia del alivio, es importante destacar un aspecto que diferencia este proceso de otros anteriores: el Gobierno inició una baja de los DEX sin comprometer el equilibrio fiscal, algo que en el pasado reciente fue inviable. Sin ir mas lejos, durante el mandato de Mauricio Macri, las retenciones fueron eliminadas para varios cultivos y reducidas para la soja, pero debieron reimplantarse en septiembre de 2018 frente a un déficit fiscal creciente y una macroeconomía frágil.

Esta vez, Milei apuesta a un modelo donde se combina austeridad estatal, superávit primario y estímulo a las exportaciones, entendiendo que no se puede construir sostenibilidad económica sobre desequilibrios crónicos. Corregir más de 20 años de políticas erráticas hacia el agro llevará tiempo, y no hay espacio para pasos en falso: no sirve avanzar si después hay que retroceder. La decisión de consolidar como permanentes las bajas de alícuotas —en lugar de repetir ciclos de alivio y suba— responde justamente a esa lógica. Se dejaron de lado todas las propuestas vinculadas a la temporalidad o los bonos y prevalecieron las medidas concretas que son en definitiva un paso más en la dirección correcta dentro del terreno sobre el cual puede maniobrar el poder ejecutivo, es decir, la de las “retenciones cero”. Para la eliminación total, ya le tocará el turno al poder legislativo.

Al Gobierno se le pueden cuestionar muchas cosas en cuanto a su relación con el sector agropecuario: las formas, los tiempos, el momento del anuncio, las definiciones vinculadas al achicamiento de las estructuras en los organismos descentralizados como el INTA o la urgencia que existe para avanzar en problemas de infraestructura entre muchos otros temas que deberán impulsar y seguir de cerca las entidades que representan a los productores. Sin embargo, nadie puede desconocer que el principal reclamo del campo eran, son y serán las retenciones y en este sentido el Gobierno acaba de ganar una mano o mejor dicho, se puso una cucarda.

Tal como publicó un productor oriundo de Pergamino en las redes sociales, “es la primera vez en décadas que se empieza a desarmar el sistema de retenciones sin trampas ni anuncios vacíos. Se puede hacer sin populismo, y lo están haciendo”.

El Presidente manifestó en varias oportunidades que “las retenciones son un robo” y que se deben eliminar. Todos saben que no se puede hacer eso de la noche a la mañana, por eso sorprenden ciertas observaciones de quienes saben muy bien lo que implica tomar este tipo de decisiones. Hay que mirar para adelante y no caer en darle brillo a las críticas que tienen una intencionalidad política, pensar seriamente en las cuentas pendientes para el campo porque hay decenas de ellas que no implican necesariamente un elevado costo fiscal y que podrían potenciar la productividad del agro sin afectar el superávit.

El desafío, entonces, no es solo económico. Es productivo y estructural. Hay que pensar mas y evitar caer en la facilidad de la crítica. Si Argentina quiere encarar una “revolución agrícola”, como mencionan técnicos y referentes del agro, se deben (y pueden) mejorar los indicadores de eficiencia, impulsar las leyes para que llueva la innovación y se pueda trabajar seriamente en la sustentabilidad productiva, con las energías renovables o el impulso de la biotecnología como pilares del desarrollo. El agro no solo necesita pagar menos impuestos, sino también producir más con mayor disponibilidad de recursos, eficiencia y un plan de crecimiento aggiornado a los tiempos que corren.

El Gobierno demostró -con las medidas anunciadas el fin de semana- que supo mantener el apoyo mayoritario del campo. Consolidó ese vínculo político con el campo que probablemente se selle en las urnas en las próximas elecciones de medio término. El aporte de votantes del agro no es consistente, pero en cada pueblo del interior productivo se sabe perfectamente que cuando al campo le va bien, la economía local funciona. Eso es una verdad innegable, por eso la apuesta de muchos -aún con críticas- será apoyar para sostener el rumbo porque un cambio de dirección le pegaría de lleno y dejaría sin posibilidades a miles de productores que esperan que el campo de una vez por todas sea el motor de una economía exportadora y competitiva, capaz de generar riqueza genuina y empleo federal.

Dejá tu comentario

Te puede interesar