3 de octubre 2001 - 00:00

Carne: preocupa la caída de precios

El precio del kilo vivo en pie registró una abrupta caída durante el último mes en el Mercado de Liniers.
El precio del kilo vivo en pie registró una abrupta caída durante el último mes en el Mercado de Liniers.
Como todos sabemos, los precios del kilo de novillo en los mercados de hacienda del país, han ido bajando en proporciones alarmantes. Hasta junio del corriente año pese a la aftosa y a los mercados externos cerrados, el novillo se comercializaba precio promedio de enero a junio inclusive a $ 0,83 el kilo vivo.

En julio se comercializaba precio promedio a $ 0,793 el kilo vivo en agosto siguió bajando peligrosamente, pero mantuvo el rango de $ 0,72. Situados en setiembre, ya con la primavera encima, a los ganaderos se nos vino el invierno crudo y cruel con los precios que ya rondan lo ridículo por debajo de los $ 0,70 el kilo vivo.

•Diferencias

Este brusco descenso no se compatibiliza con la misma baja proporcional en los centros de ventas, llámese supermercados, carnicerías, etc., pues el precio de seis cortes al consumidor, pesos corrientes por kilo (INDEC) ronda los $ 3,50 una relación cinco veces mayor que la que recibimos nosotros, un verdadero despropósito.

Se dice con razón que los trabajadores de la industria frigorífica exportadora, aproximadamente 10.000 personas, están comprometidas y en una situación difícil.

Pero lamentablemente se omite que el estado de los 252.907 productores ganaderos es desesperante, repárese que la estratificación es muy dispar y sólo 5% de los productores tiene más de 1.000 bovinos, más de 59% no llega a superar los 100 vacunos, 16% sólo tiene 200 cabezas y Escribe Angel Girardi (*) 10% llega al rango de 500 cabezas. A muchos les resultarán extrañas estas cifras, pero se condicen con la dura realidad.

Seguramente a las mismas habrá que reajustarlas, pues en estas condiciones será cada vez más gente la que saldrá de la actividad.

Como nosotros amamos la ganadería y trabajamos en ella de sol a sombra y apostamos todas nuestras fuerzas a esta actividad, consideramos que la cadena se debe unir, es inaudito que sigan estas diferencias abismales.

Estas desigualdades las estamos pagando los productores, criadores, invernadores, consignatarios, transportistas, frigoríficos exportadores y lo que es inadmisible el consumidor, pues nuestra baja no se traslada en tiempo y forma al mostrador y esto hace que el consumidor elija otra opción y aumente nuestro calvario.

Todos sabemos que nuestros mercados en el exterior están cerrados, pero pocos saben que está abierto el mercado de la estupidez, éste no es otro que la importación de carne en pie y faenada del Uruguay.

Somos liberales, queremos comprar y vender, pero comprar sin vender nos resulta una estupidez peligrosa y perniciosa para nuestros bolsillos.

No podemos ir contra los mercados, pero permítannos recordarles a los que operan en el mercado de consumo que si matan a la gallina de los huevos de oro después tendrán que salir a buscar otro gallinero (que no será el de la actividad ganadera).

Recordemos y aprendamos de que lo pasó con los vinos argentinos: cuando nos dimos cuenta que eran excelentes y se los impuso en el mundo, las principales bodegas dejaron de estar en manos de los argentinos. Volviendo al cuadro de la distribución de nuestra ganadería, tengamos en cuenta esto y que cuando volvamos a ocupar las góndolas del mundo, la carne bovina argentina esté en manos de connacionales y esto se logra unidos y con un plan de acción, no como hasta ahora. Todavía estamos a tiempo.

¿Seguiremos atrasando el reloj?

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