27 de septiembre 2007 - 00:00

Preocupan al mundo las nuevas fuentes de energía

Países productores de granos analizaron los mercados queabre el maíz como fuente de bioenergía, por caso, el etanol.
Países productores de granos analizaron los mercados que abre el maíz como fuente de bioenergía, por caso, el etanol.
La Argentina y otros 43 países debatieron sobre el protagonismo que le cabe al agro en las distintas experiencias que marcan el nuevo rumbo de la economía mundial: la generación de fuentes de energía renovables. «Tenemos que pensar toda una sociedad bioenergética», remarcó Martín Fraguío, director ejecutivo de Maizar.

«El mundo tiene un problema ambiental grave y es claro que el petróleo no va a durar para siempre», analizó Martín Fraguío, director ejecutivo de Maizar, invitado por el USDA, organizador de la Conferencia Global de Biocombustibles Agrícolas, que se realizó en Minnesota, Estados Unidos. Para el especialista, la visión a mediano plazo se orienta al desarrollo de acciones tendientes a generar un recambio energético y explotar, cada vez más, fuentes de energía poco exploradas como la solar, la eólica y la biomasa. «Con una mentalidad totalmente abierta, los investigadores de los países más avanzados buscan formas inéditas de abordar el tema de la bioenergía; nadie ve la energía como algo dado, es algo que se analiza, que se trata de hacer más eficiente», explicó el ejecutivo de la cadena maicera.

Según Fraguío, desde las plantas de energía eléctrica hasta el usuario más modesto, todos están en la búsqueda constante de formas innovadoras para lograr el cambio. «En otros países la inversión en investigación e innovación está motivada por un cambio de conciencia, por la apuesta a un nuevo paradigma en materia energética que se está materializando rápidamente», indicó el hombre de Maizar. Para él, a la Argentina aún le falta un componente: «pensar toda una sociedad bioenergética».

  • Deducciones

  • De la Conferencia y las experiencias allí mostradas pudo deducirse una de las claves que sitúa a los países a la cabeza del cambio energético: una sociedad, en su conjunto, proclive a la innovación y al cambio sin importar el nivel de riqueza ni de subsidios. Por un lado, usuarios industriales, domésticos, urbanos, rurales, etc., que buscan mayor eficiencia y menor impacto ambiental. Y por otro, investigadores e inventores que buscan nuevas fuentes energéticas, acompañados por políticas acordes.

    «El proceso avanza muy rápido y comienzan a aparecer nuevas herramientas de transformación de recursos primarios en fuentes de energía que el consumidor puede usar», sintetizó Fraguío.

    Un caso paradigmático es el de una planta de etanol en Minnesota, que nuclea a 500 productores y construyó este año un horno de pirólisis para generar electricidad y gas a partir de los rastrojos de maíz y trigo que compra a sus productores asociados. Esta iniciativa le genera al agricultor de la zona un ingreso extra. Otro ejemplo es el desarrollo de granjas eólicas, que generan electricidad para su ciudad y con el excedente abastecena otros pueblos. «Estos sistemas bioenergéticos generan nuevas fuentes de ingresos al productor agropecuario, cuya economía siempre dependió de fuertes subsidios», analizó el directivo de Maizar.

    ¿Y por casa? «Hay una cuestión de liderazgo que en nuestro país aún no cuajó, y es hacia donde siempre apuntó el mensaje de Maizar. Queremos que toda la cadena vea su base en la captura de la energía solar y otras formas que todavía no se están usando, como la eólica», señaló Fraguío. Según él, en la Argentina el productor agropecuario podría ser el desarrollador de las energías renovables y convertirse en actor clave para la solución de la crisis energética.

    En su exposición, el director ejecutivo de las cadenas de maíz y sorgo dijo que nuestro país tiene mucho potencial y que puede producir más energías renovables de las que puedeconsumir. Pero ese potencial es necesario estimularlo con acciones y, por eso, agregó que «desde Maizar, buscamos trabajar sobre los valores básicos de una relación en cadena, integrando cultura, estructura, estrategia, y trabajando coordinadamente por un mismo objetivo: una cadena de energías renovables, o avícola, o de cerdos, y que todas sean competitivas».

    Para Maizar, a los países que cuentan con combustibles propios, como la Argentina, les cuesta más reconocer que pueden hacer algo para promover su desarrollo regional, aumentando el empleo y las inversiones, basados en el nuevo paradigma energético.

    «Nosotros tenemos petróleo, algo de gas natural, importamos otro tanto y aun contamos con mucho potencial para desarrollar en materia de energías renovables», concluyó el director de la cadena del maíz.

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