Periodista: ¿Se acabó la Gran Guerra Comercial? Si Trump hizo la paz con China, ¿con quién más querrá pelearse?
Diálogos de Wall Street: ¿llegan a tiempo los acuerdos comerciales para evitar una recesión en EEUU?
La Guerra y la Paz, en la versión comercial vertiginosa de Donald Trump. ¿Es una capitulación definitiva, Gekko? ¿Por qué se aceleró tanto el final? ¿Qué podemos esperar? ¿Llegan a tiempo los acuerdos para evitar una recesión?
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Aranceles, marcha atrás e impacto en la economía y los mercados. Lo analiza Gordon Gekko.
Gordon Gekko: Se acordó un cese de hostilidades, que es la antesala de una paz duradera. Pero, se demostró que el estado de guerra era muy dañino para todas las partes, y queda claro que hubo rápido consenso en bajarle drásticamente el voltaje.
P.: El presidente Trump fue quien pensó y promovió la guerra comercial. Le dio inicio, eligió el momento a gusto, le dio forma y condiciones, y le imprimió altísima intensidad. En el juego de la gallina, también fue quién reculó primero. ¿O me equivoco?
G.G.: Es así. Fue quién creyó que tenía más para ganar y quién luego descubrió que podía perderlo todo. Y no le llevó mucho tiempo darse cuenta del error garrafal.
P.: Por fortuna.
G.G.: Trump reaccionó como lo hace un hombre de negocios, no como un político.
P.: ¿Cómo es eso?
G.G.: Reaccionó como un hombre de negocios cuando hace un mal negocio. Lo canceló. No le importó mucho lo que había dicho el día antes a su favor.
P.: Pero los aranceles son todavía muy elevados. Y acuerdo formal, lo que se dice un documento escrito con un texto firmado, no hay ninguno. Es una tregua de palabra. En principio, solo con Gran Bretaña y con China.
G.G.: Alcanza y sobra con ver la prisa de la retirada. Es verdad, Trump no canceló totalmente el negocio. Si lo redimensionó. Lo achicó al nivel que le parece rentable.
P.: Digamos imponerle un 10% de arancel para todo el mundo.
G.G.: Sí. Que recordemos que no lo paga el mundo, sino las empresas y los consumidores de EEUU.
P.: ¿Y un arancel de cuánto para China? ¿30%? Había dicho 80% inmediatamente antes de la reunión de Ginebra, como si fuera una gran concesión, y prometió 60% en la campaña.
G.G.: Hasta que no dijo 30% la declaración de un acuerdo con China no tuvo confirmación de Beijing. Allí sí se refrendó el acuerdo, allí surgió la narrativa compartida.
P.: Una señal de que Trump debió retroceder mucho para negociar la tregua.
G.G.: Todo lo que hizo falta. La iniciativa siempre la tuvo Trump. Es evidente. Él armó ese gran festival arancelario a contramano que fue el Día de la Liberación el 2 de abril. Y él, una semana después, fue quien decidió poner los aranceles “recíprocos” en el “freezer”. Hasta allí llegó su ofensiva. Ahí, se agotó la revolución del comercio. Todo lo demás fue consentir la marcha atrás con más o menos sutileza. Y en la última semana se hizo a toda velocidad. No fueron Starmer, el premier británico, ni Xi Jinping los que aceleraron la difusión a las apuradas de estos acuerdos que todavía están en construcción. Aunque a todos les sirve, sin dudas.
P.: ¿Por qué la prisa?
G.G.: Porque los costos de paralizar el comercio, si uno se queda sin inventarios para que la economía funcione, crecen de manera exponencial. Y conste que hubo una gran acumulación preventiva de existencias en el primer trimestre, y no llegamos a cruzar ese punto. Pero la presión empresarial fue enorme y Trump lo comprendió.
P.: Esto marca la realidad de una gran capitulación del presidente.
G.G.: Muy festejada por todos. Empezando por él mismo y terminando por los mercados. La marcha atrás no tiene detractores, por eso puede ser tan precaria en su andamiaje formal como creíble. Por este camino íbamos al abismo. Y ya nadie lo discute.
P.: ¿Cree que la economía zafará de la recesión? ¿O es demasiado tarde?
G.G.: La Bolsa se convenció de que sí el 9 de abril, cuando Trump colocó los aranceles recíprocos en modo pausa. Fíjese que allí el S&P 500 se frenó y se abstuvo de convalidar un mercado bear. A partir de ahí se recuperó con fuerzas. Y los hechos posteriores le dieron la razón a su intuición. El Nasdaq, por su parte, cayó con más bríos, pero luego también le siguió los pasos. Y las tecnológicas acaban de estrenar un nuevo mercado bull con una recuperación muy potente. Yo diría que los mercados aportan el testimonio más sólido a favor de una economía capaz de sortear este mal momento sin caer en una recesión.
P.: Había una pulseada entre la data dura y la data blanda de la economía que también mostraba una resistencia admirable. ¿No será más fácil ahora que la guerra comercial sale de escena?
G.G.: La desconfianza del inversor se revirtió con facilidad. ¿Qué pasará con la de los consumidores y de los empresarios? Hay que esperar una mejoría, sí. Importante. ¿Alcanzará? Bueno, lo que cuenta no es lo que sienten sino lo que hagan y decidan. No hemos visto una caída del gasto del consumidor. No en el primer trimestre. Tampoco una oleada de despidos. Es verdad, la economía deberá digerir un aumento de aranceles significativo, aunque se haya descremado la suba. El arancel promedio su multiplicó por 4. Es un camino de desfiladero, me parece a mí. Pero la data dura resiste. Eso es bueno. Y la inflación, ya vimos los primeros números de abril, se comporta de manera estable. La novedad es que la Fed puede entrar en acción, dada la retirada de Trump y de su agenda más tóxica. Ahí anida la gran diferencia con respecto al escenario de arrastre. “Demasiado lento” Powell nunca fue el problema. “Demasiado rápido” Trump, sí. Muy rápido para equivocarse fiero, y muy lento para corregir el error. Bueno, Trump se puso a tono. A extraordinaria velocidad. Ya no quiere guerra. Y dejó a un adulto a cargo. No lo perturbó a su secretario del Tesoro. Así le despeja el terreno a la Fed para intervenir si la economía se debilita. Es un movimiento clave. Pienso que nos habilita un optimismo con el casco puesto.
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