La cuenta regresiva para el ministro Luis Caputo -y para el dólar- parece haberse anudado con la suerte del proyecto de la futura ley Bases. ¿Por qué el Gobierno mira con tanta necesidad lo que se discuta en el Congreso?
Dólar, ley Bases y la promesa de Luis Caputo: por qué pide ayuda el FMI y qué pasará con la brecha cambiaria
El Gobierno no sólo necesita una victoria en el Congreso, sino también que los mercados piensen que no van a faltar dólares a futuro en el Banco Central.
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Porque no sólo necesita una señal política, la aprobación en general del proyecto, sino que también precisa de forma inmediata que los mercados -y todos los actores económicos- piensen que no le van a faltar dólares a futuro al Banco Central. Para eso, compraría tiempo si le aprueban las leyes. El capítulo fiscal, el RIGI, el blanqueo, son todos ítems abiertos que podrían decantar la llegada de dólares. El Gobierno podría así bajar la creciente especulación de una devaluación que lo devuelva al punto de inicio, lo que llevaría a pensar en un nuevo ciclo de inflación, reacomodamiento de precios relativos y conflictividad social, con la chance de volver a generar un deterioro en la credibilidad presidencial.
Todos en la discusión por el dólar y las reservas
Esa discusión, la del Congreso, excede el marco en el cual debería darse cualquier debate parlamentario. Todo el Gobierno parece metido hasta la cintura en la pelea. Se constituye así en un parteaguas, una especie de mojón que puede impulsar o arrastrar las expectativas más peregrinas ligadas a la economía y las finanzas. El plazo que pide el ministro Luis Caputo al presidente Milei para poder ser evaluado en el resultado económico es de seis meses.
Pero son seis meses adicionales, para adelante, consciente de que, hasta ahora, todo ha sido una labor que apuntó a marcar un cambio en los precios relativos de la economía -dólar, salarios, tarifas, tasa de interés-, al tiempo que autogeneró elevadas olas inflacionarias porque eso le iba a permitir licuar parte del gasto público y maniobrar, mejor, los pasivos del BCRA. Hoy, el daño colateral de esa política es lo que se constituye en pregunta y mantiene en vilo a buena parte de los observadores. ¿Habrá dólares para pagar la deuda que arrastra el Tesoro? ¿Qué pasará con el aumento del circulante y los depósitos? ¿Qué tipo de impacto seguirá recibiendo el presupuesto en la medida que porciones más importantes de los recursos deberán ser destinados para el pago de la deuda?
El pedido de Luis Caputo: inversiones, dólares y un telefonazo al FMI
Como se dijo, se habla ya del “segundo semestre” como el ariete supuestamente necesario para que el programa económico termine de fraguar. La gestión del presidente Milei y la suerte del dólar parecen íntimamente ligados. En el LatAm Forum, y ante la presencia de empresarios, el ministro Caputo dijo que no iba a hablar de economía. El ministro salió a pedir a propios y extraños lo que él considera que podrá sacarlo de una encerrona peligrosa: inversiones.
Ayer hizo otro tanto. El economista confirmó que el directorio del FMI analizará esta semana la última revisión de la Argentina y ratificó que se comienza a negociar un nuevo programa que significará más fondos. Para muchos, fue una especie de adelanto, de pedido explícito para que el FMI salga, una vez más, a calmar los mercados.
En los últimos días, y con excepción del lunes, el saldo ha sido una caída de los bonos soberanos y una suba del riesgo país: la peor noticia para el Gobierno, que apunta como carrera desesperada, a llegar a la meta de la refinanciación de deuda con los mercados y para eso necesita una prima de riesgo mucho más baja. Con todo, la mala praxis del propio Luis Caputo se había dado horas antes, cuando prometió bajar el impuesto PAIS si le aprobaban la Ley Bases, algo que llevó a pensar en una devaluación para compensar la potencial demanda de dólares que el BCRA iba a recibir y no tiene.
El ciclo que se quiere evitar: una nueva devaluación y más inflación
Vale, de nuevo, repetir la pregunta. ¿Por qué el Gobierno mira con tanta necesidad lo que se discuta en el Congreso? Vamos con la respuesta: porque no sólo necesita una señal política, la aprobación en general del proyecto, sino que también precisa de forma inmediata que todos piensen que no le van a faltar dólares a futuro. Por eso el ministro Caputo habla del FMI, de las inversiones. Cuando el ministro piensa en “inversión”, claramente no está hablando de la necesidad de alimentar la actividad económica. El Gobierno sostiene que la recesión inducida ha resultado bastante útil para bajar la inflación y restarle presión a las reservas del BCRA. En el Palacio de Hacienda saben que en los próximos seis meses la llegada de dólares a las reservas dejará de depender de la cuenta corriente, y pasará a requerir ingentes ingresos de dólares de la cuenta financiera. Para los analistas, esto puede llegar en forma de inversiones, giros adicionales del FMI o deuda del Tesoro.
El misterio de las reservas del BCRA: por qué no suma
¿Por qué la cuenta corriente dejará de aportar dólares? Porque ha crecido y seguirá creciendo la compra de dólares. No sólo en el mercado del dólar financiero: también en el MULC. Ayer, el Banco Central (BCRA) vendió reservas por tercera rueda consecutiva, al terminar su intervención en el mercado de cambios con un saldo negativo de u$s31 millones. De esta manera, desde el viernes pasado perdió casi u$s70 millones. Son señales.
Esta fuerte caída en la capacidad del BCRA de quedarse con divisas no se debió a menores liquidaciones de los agroexportadores, que vienen liquidando unos u$s120 millones diarios. Como se dijo -pero se intenta disimular- hay un incremento de la demanda de divisas por parte del resto de los sectores, que en las últimas semanas pasaron a ser demandantes de dólares.
Sin embargo, el despegue de las cotizaciones y la ampliación de la brecha por encima del 40% plantean la duda de ahora en más. ¿Hasta qué punto la evolución de la liquidación del agro comienza a estancarse y podría transformarse en un problema de cara al futuro inmediato? Hasta ahora, se bien lento, las ventas del campo se sostienen. Hay que considerar que los precios perdieron impulso con respecto al año pasado y que, en 2024, una parte de esos dólares ingresa por el dólar “blend”. Por ende, se estaría en presencia de un salto del 16% versus 2023 y de un 40% si se suma en la ecuación el dólar blend.
Es decir que los sectores de la economía que excluyen al agro pasaron a demandar dólares en lugar de ofertarlos. La clave no se encuentra sólo en los pagos derivados de las importaciones, sino también en la apreciación del tipo de cambio y el reseteo de la actividad económica, sumado al pago de la cuenta de energía. Todo esto ha empujado la siguiente hipótesis que habrá que tener en mente: junio será un mes con una caída fuerte de las compras del BCRA (que podría ser ayudada por la inyección del FMI).
Visto de esta manera, el famoso “segundo semestre” arrancaría un sendero con fuerte propensión al recorte en las reservas del BCRA, que vería acrecentada esa propensión en la medida que haya que cancelar deuda del sector público. A ello se sumaría también el pago a organismos internacionales, lo que devolvería a foja cero la capacidad del BCRA de haber sumado ingente cantidad de dólares para encarar los meses de mayor dificultad. Por eso el Gobierno necesita que hoy, al menos, le aprueben el proyecto de ley Bases. Para tapar alguna de las inconsistencias que comienzan a marcarse en el frente financiero.
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